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Viernes, 24 de agosto de 2012

VIOLENCIAS

¿Parte del problema o de la solución?

El Proyecto Barcelona intenta replicar en Argentina el formato de tratamientos con hombres violentos que se realiza en España. En ese país la ley obliga a los maltratadores a ir a grupos de intervención psicoformativa con perspectiva de género. En Argentina hay quienes opinan que es imprescindible trabajar con los maltratadores para frenar la violencia, mientras que otras voces piden que se prioricen los recursos con las víctimas.

 Por Luciana Peker

“Trabajar con hombres protege a las mujeres”, asegura Marta Lladó, psicóloga y terapeuta de programas de violencia de género en la Asociación de Reeducación Comunitaria (ARC) de Barcelona. Ella, junto a otros dos colegas catalanes –Carles Andres Bau e Irene Pons Ezquerra–, vinieron a la Argentina, del 6 al 17 de agosto, en el marco del proyecto Barcelona, que intenta replicar la experiencia española de tratamientos psicoformativos para hombres violentos.

La idea del programa de “Capacitación para capacitadores y sensibilización para la aplicación de políticas públicas en la intervención a hombres penados por ejercer la violencia de género” surgió del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires y el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (Inecip), que organizaron conjuntamente un programa de capacitación con el objetivo de generar dispositivos de intervención destinados a tratar personas con conductas violentas. El proyecto considera de vital importancia la necesidad de trabajar con esta población no sólo para evitar situaciones de reincidencia sino también como modo de abordaje integral del fenómeno y la protección a la víctima.

La doctora en Derecho Graciela Julia Angriman, cocoordinadora del Area Cárceles Inecip, remarca: “Consideramos que hay una necesidad de reconvertir el sistema de Justicia penal, a través de diversos dispositivos que posibiliten abrir mayores canales de acceso a la Justicia a las mujeres; debe complementarse con un rediseño sustancial de los programas de reintegración social de los hombres violentos, que abarque las medidas de baja punibilidad (llamadas alternativas a la pena de prisión, probation, condenas condicionales), y muy especialmente los tratamientos pospenitenciarios. Este programa debe ser altamente complejo y diversificado, capaz de captar las regularidades de la fenomenología de los diversos modos de violencia contra las mujeres, incorporando un enfoque superador de los discursos tradicionales que reconocen en la patología, personalidad o alcoholismo del hombre las causas de la agresión contra la mujer; que, siguiendo los estudios de la crimonología feminista, necesariamente debe partir de la definición de que el uso de la violencia masculina es instrumental para lograr o consolidar la subordinación de la mujer, incluyendo el impacto negativo de otros factores de riesgo que atraviesa, en el caso específico, la mujer por su contexto sociocultural o por el historial y características del agresor”.

“El problema de la violencia de género incluye al hombre, es una moneda con dos caras”, remarca Marta. Sin embargo, las monedas también se ponen en juego en la implementación –o no– de estos tratamientos. En España, la ley obliga a los varones a integrar estos grupos. En Argentina no. El precursor fue Mario Payarola y hoy subsisten grupos en el Centro Municipal de la Mujer y Políticas de Género de Vicente López y algunos otros lugares. Pero no hay mucha experiencia ni actividad. Y la duda es si, ante la gravedad de la violencia de género, priorizar tratamientos para varones o destinar las monedas del presupuesto a las víctimas.

Muchas feministas creen que hay que poner el mayor esfuerzo en las mujeres; otras, que los tratamientos pueden funcionar pero en una etapa posterior y también que habría que hacer campañas de prevención –pero para todos los varones– por ejemplo a través de Fútbol para Todos. Otra duda es si estos tratamientos pueden ser obligatorios, si tienen que sustituir –como una probation– a una criminalización por el delito o si deben ser voluntarios. Los hombres no son todos iguales. Las posturas sobre qué hacer con ellos cuando maltratan, golpean, insultan o silencian, tampoco.

LA EXPERIENCIA ESPAÑOLA

En España la Ley de Protección Integral contra la Violencia de Género preveía el tratamiento con varones. En ese momento, los psicólogos Carles Andres Bau, Marta Lladó e Irene Pons Ezquerra diseñaron un programa psicoformativo para el Departamento de Catalunya, que funciona desde el 2004, en donde utilizan mecanismos para frenar la violencia pero enmarcados en una clara perspectiva de género. No se trata sólo de calmar a los violentos sino que puedan comprender –y cambiar– la raíz de su violencia hacia las mujeres.

¿El hombre violento puede cambiar?

Irene: Nosotros estamos trabajando en la comunidad con señores que tienen condenas inferiores a dos años. O sea, con el principio de la violencia. Entendemos que el programa es eficaz porque tienen un índice de reincidencia del 8,8 por ciento, frente a un 20 o 30 por ciento de los que no han realizado tratamientos. Otra cosa son las personas que cometen delitos graves de violencia de género. Estas personas necesitan programas pero con una intensidad superior. Igualmente, saldrán en libertad y la posibilidad de reincidir es muy alta si no se hace algún tipo de intervención.

¿Cómo realizan su intervención?

Irene: La duración del programa es de cuatro a seis meses y forma parte de un proceso de seguimiento.

Marta: Son programas psicoeducativos de 30 horas, hay 26 horas grupales y las otras individuales. Hay una parte educativa, una de reflexión y una de terapia.

Carles: La intervención está basada en un conjunto de factores de riesgo sobre los cuales se interviene asociados a la violencia de género. Estos hombres mantienen creencias de orden machista, tienen habilidades de relación muy escasas, no saben resolver conflictos y caen en situaciones de descontrol emocional.

Irene: También hay antecedentes familiares, como haber sido testigo o víctima de maltrato en la infancia.

¿Si alguien vio golpear a la mamá repite la historia?

Irene: No todas las personas que han visto golpear a su mamá son golpeadores, pero es un tema a tener en cuenta.

Marta: No hay que simplificar. Ni todo el que maltrata ha sido violentado, ni todo violentado va a ser maltratador.

¿Qué herramientas usan en el tratamiento?

Irene: Usamos mucho la comunicación. Que las personas hablen de las cosas que han sucedido, que asuman la responsabilidad de lo que ha pasado. Se inicia un proceso de reflexión sobre su manera de posicionarse frente a la mujer. Una actividad que hacemos es la de relatar los hechos desde la perspectiva de la víctima, con lo cual el señor tiene que ponerse en el lugar de la mujer agredida.

Carles: Trabajamos en el control de la ira haciendo que los sujetos tomen conciencia de que esa ira puede controlarse. Se les explica unas cuestiones muy básicas de cómo reconocer la ira para poder prevenirla y se les enseñan unas estrategias para poder controlarlas. Cuando el sujeto está en una situación que está a punto de desbordarse emocionalmente, tiene que abandonar esa situación mediando con la pareja con la que puede tener un conflicto y postergar esa situación para solucionarla en otro momento.

Irene: Si está iniciándose en una discusión y siente que se está poniendo muy nervioso, le tiene que decir a su pareja “vamos a dejar esta discusión para otro momento en que esté más relajado”.

Carles: También hay técnicas de resolución de conflictos con conductas alternativas a la violencia. Hay técnicas cognitivas en las que el señor detiene el pensamiento, dado que está en una situación emocional negativa, tiene pensamientos negativos y tiene que parar esos pensamientos.

Irene: Esto va en un contexto de trabajo donde se habla de muchos temas personales que ayudan a tener otra perspectiva de las relaciones con la mujer y a considerarla como una persona con igualdad, como un par, con los mismos derechos que el hombre. Se trabaja la práctica para que, como mínimo, tengan elementos para salir del paso de una situación compleja. Pero sin el sustento sería un entrenamiento que no serviría.

Marta: Trabajamos desde tres ejes: la parte emocional, la parte cognitiva y la conductual. Las técnicas son de la parte conductual, pero los tres ejes se van uniendo paralelamente a lo largo del tratamiento. Vamos haciendo un análisis de qué pensamiento tengo respecto de la mujer y también les damos estas estrategias para frenar la violencia.

¿Es necesaria la perspectiva de género?

Carles: Todo el tiempo, si no es así no sería un programa psicoeducativo. Es un eje transversal.

Una sentencia en Estados Unidos mandó a un golpeador a hacer yoga, como si se tratara sólo de relajarse...

Irene: Todas las intervenciones tienen que ver con la sociedad y la cultura, donde el control y el dominio del hombre parecen legítimos, si no no se puede modificar la violencia.

Marta: No estamos en contra del yoga, pero...

¿Los varones no ofrecen resistencia?

Carles: Sí, los hombres siempre ofrecen resistencia.

Irene: Los hombres no sienten que su comportamiento es inadecuado sino que se los ha penado injustamente por culpa de sus mujeres, pero se consigue pasar de una resistencia inicial a un deseo de trabajo para tener relaciones de pareja sin violencia.

¿Los tratamientos son obligatorios?

Marta: La ley del 2004 uno de los cambios que introduce es que la protección a la mujer incluye el tratamiento en el hombre. Nosotros trabajamos para proteger a la mujer.

Irene: Los hombres cuando piden no entrar en prisión tienen que aceptar el programa.

Hay críticas de feministas sobre que haya recursos para hombres que se les quitan a las mujeres...

Irene: Pero hay que tener en cuenta que este señor no va a tener una pareja sino tres, y puede golpear a las tres. En cambio, si se interviene en esta primera pareja no se producirá en la segunda o en la tercera, habrá conflictos, pero no se utilizará violencia. No hemos tenido problemas con las asociaciones feministas porque actualmente está bastante claro que el tratamiento debe ser integral para las mujeres, los hijos y los hombres.

¿Logran cambios en los hombres?

Irene: Muchísimos cambios. Toman conciencia de la cultura machista en su entorno y te dicen “he oído en el bar y he intervenido”. Queda trabajo por hacer. Pero, como mínimo, se consigue una sensibilización y evitar la violencia más evidente. Quedarán micromachismos que son los más difíciles de erradicar.

MADE IN ARGENTINA

“Hoy a un hombre sometido a proceso, luego de una denuncia que lo involucra, posiblemente se lo excluya de su casa, o se restrinja el contacto con la víctima y nada más. O se lo sobresea por falta de pruebas suficientes luego de un período de investigación ineficaz. Por eso capacitamos a cincuenta profesionales con el fin de dotarlos de estrategias para la elaboración y el desarrollo de programas de intervención en la comunidad para hombres procesados por delitos relacionados con la violencia de género porque entendemos que trabajar con el hombre es proteger a la mujer víctima”, explica Liliana Magrini, responsable de Relaciones Institucionales de la Oficina de control de la suspensión del proceso a prueba del Ministerio Público Fiscal de la Ciudad de Buenos Aires.

La diputada porteña María Elena Naddeo, del Frente Progresista y Popular, apoya el Proyecto Barcelona: “No se trata de sustituir las condenas ni tampoco una vía de resolución alternativa de conflictos, porque aquí no hay ‘partes o pares en conflicto’ sino mujeres y niñ@s subordinadas y agredidas por la cultura patriarcal y sexista imperante. Se trata de capacitar a los efectores judiciales y de abordar con los imputados por agresiones u hostigamiento un tipo de abordaje en el tratamiento que logre generar a nivel subjetivo y de la conciencia social el reconocimiento de las causas y condiciones de la violencia de género y la necesidad de erradicar todas sus expresiones en la vida cotidiana”.

En la Dirección de la Mujer del Ministerio de Desarrollo porteño existe un programa para hombres violentos al que asisten 121 varones. La subsecretaria de Promoción Social, Guadalupe Tagliaferri, explica: “El espacio surgió hace 15 años, con la intención de asistir aquellos casos de varones con conductas violentas cuyas mujeres e hijos/as estaban siendo asistidas/os desde la Dirección General de la Mujer. Hoy, desde este programa, generamos un espacio de contención, orientación, asesoramiento y asistencia para aquellos hombres convencidos de querer cambiar sus conductas violentas, cesar la persecución u hostigamiento a su pareja, hijos/as y/o familiares y recuperar una adecuada estabilidad emocional”. El programa está orientado a varones de entre 18 y 65 años que hayan generado situaciones de violencia y puede ser por voluntad propia o, en la mayoría de los casos, por derivación judicial y, en muchos casos, cumple la función de probation –pena alternativa– ante el fuero penal. “Trabajamos desde los propios relatos de los integrantes desde diferentes unidades temáticas, como son los mitos, costumbres, creencias sobre los estereotipos de género y la cultura sexista; qué se entiende por equidad e igualdad entre varones y mujeres, la masculinidad y los abusos de poder, la violencia contra la mujer y los niños/as y las conductas de control y poder para el cambio del proyecto personal de nuevas pautas de convivencia en armonía basadas en el respeto a las personas.”

En el Centro de la Mujer y Políticas de Género, de Vicente López, funciona el programa de hombres con comportamientos violentos desde hace más de ocho años. Actualmente se encuentran a cargo la psicóloga Sandra Sberna y la trabajadora social Liliana Carrasco. Se atienden –voluntariamente u obligados por la Justicia– 46 hombres en tres grupos y se destina a tratamiento y prevención de los varones, aproximadamente, el 20 por ciento del presupuesto. “El programa apunta directamente a la prevención, sabemos que la Justicia, principalmente en la Provincia de Buenos Aires, no siempre garantiza el ejercicio de los derechos de las mujeres víctimas de violencia, con lo cual el agresor va a continuar en la sociedad independientemente de que vuelva con su pareja o inicie una nueva relación. Desde ese punto de vista, los encargados de implementar políticas públicas de prevención estamos obligados a diagramar estrategias que ayuden a proteger a las mujeres víctimas de violencia de género. Lo más importante es que los hombres aprendan a controlar su ira, a comunicarse resolviendo sus problemas y conflictos en forma no violenta, a que sus relaciones con las mujeres sean igualitarias. Hay posibilidad de cambio”, afirma la abogada Viviana Devoto, directora del Centro Municipal de la Mujer y Políticas de Género Diana Staubli, de Vicente López.

Pero no todos están de acuerdo con la atención a varones, al menos no prioritariamente. Más allá –o más acá– de la experiencia española, en el primer semestre del 2012 ya hubo 119 femicidos en la Argentina, según la Asociación Civil La Casa del Encuentro. Las diputadas Virginia Linares y Victoria Donda pidieron que se declarara la emergencia nacional por violencia de género. “No está prevista la asistencia a hombres maltratadores. Es prioritario –en estos momentos– acompañar a las mujeres y a sus hijos que viven una situación de violencia.”

Mientras, un grupo de organizaciones no gubernamentales sostiene que “se desperdician recursos y no se atiende ni previene la violencia que sufren mujeres y niñas”. También pidieron que se implementaran campañas de prevención a través de Fútbol para Todos (para llegar al público masculino) el 21 de agosto, en el Auditorio del Senado de la Nación, durante la presentación del informe “Beijing+15. Igualdad de género: de las palabras a los hechos”, realizado por 18 organizaciones de mujeres de distintos puntos del país, con la coordinación de la Fundación para Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM) y el apoyo de Onumujeres.

Bianco apunta: “Creo que, debido a lo urgente de actuar respecto de la violencia contra las mujeres, necesitamos tener claras las prioridades. Para prevención creo es urgente hacer campañas de desnaturalización de la violencia, por ejemplo, usar minutos de Fútbol para Todos. Además, el Plan Barcelona es trabajar en prevención con hombres victimarios que estén en etapa judicial e implica seis meses de actividad con estos hombres y, según lo que conocemos, la baja de la reincidencia no es significativa; no le daría la mayor prioridad. Debemos recordar que España empezó hace 10 años a trabajar contra la violencia de género, entonces es distinta la situación”.

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Imagen: Constanza Niscovolos
 
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