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Viernes, 28 de septiembre de 2012

VISTO Y LEIDO

Las desacatadas

¿Cómo se hace para sostener en el tiempo un proyecto editorial descentralizado? ¿Y para armar un catálogo sin pensar en las leyes de la industria? Entre Córdoba y Buenos Aires, María Eugenia Romero y Laura Estrin presentan En Rimbaud Tilcara, de Remo Bianchedi, y hablan de la editorial Letranómada, una apuesta por la buena literatura que no respeta las reglas del mercado.

 Por Malena Rey

En La Cumbre, la primavera todavía no llegó, pero igual los días se estiran, los cielos son amplios, y las caminatas revelan un paisaje seco con algunos brotes asomando. Llegamos hasta allí como parte de una comitiva que viajó para presenciar un acontecimiento único: la presentación del libro En Rimbaud Tilcara, de Remo Bianchedi, poeta y artista plástico argentino de gran trayectoria que hace más de veinte años vive en Córdoba, y la inauguración de la sala Cochinoca, en la que expone los paisajes en los que viene trabajando, en su casa de Cruz Chica. “Para nosotros es muy importante que hayan venido y poder mostrar lo que producimos acá en las sierras. No es un detalle menor, porque tiene que ver con una manera de concebir el arte en relación con la vida, y al mismo tiempo, es mucho más afín a lo que nosotros somos. Desacata modas, mandatos e imposiciones del mercado y del espíritu del tiempo”, afirma María Eugenia Romero, compañera de Remo y editora de Letranómada, consciente de que el “desde donde” implica una decisión vital y espiritual que se renueva con el correr de los días, al tiempo que es una lugar desde el cual ver y comprender el mundo.

Tan inspirador como el paisaje serrano es el catálogo de Letranómada: Milita Molina, Hugo Savino, Héctor Libertella, Néstor Sánchez, todos escritores que orbitan por fuera de los cánones más obvios en la colección de literatura argentina dirigida por Laura Estrin, conviven con otra colección de traducciones y otra de misceláneas llamada “Sueltos”. Más que tender hacia la homogeneidad, lo que pasa con sus libros es que generan cortes, promueven otros tipos de escrituras, bordeando los géneros y diseminándose entre los lectores atentos. “El proyecto empezó en 2008, cuando me topé con los libros del portugués Gonçalo Tavares, que era completamente desconocido en la Argentina. Como me gustó tanto, lo primero que pensé es que se lo tenía que pasar a algún editor, pero después se me ocurrió que podía editarlo yo. Así empezó la editorial en la línea de las traducciones, y por suerte Tavares encontró muchísimos lectores acá... A raíz de Melodías argentinas, de Milita Molina, la conocí a Laura Estrin. Con ella nos complementamos muy bien: yo leo literaturas extranjeras y ella está más abocada a las argentinas”, apunta María Eugenia. Y Laura agrega: “Por suerte lo que nos guía es el gusto. Como dice Hugo Savino en Salto de mata: ‘El gusto es nuestra única brújula’. Es muy raro, con la distancia que tenemos, con ella en Córdoba y yo en Buenos Aires, ver cómo coincidimos. Ella puede decir en otros términos algo que yo leí y que pensé igual. Ella es más serena y yo más revoltosa. Es una afinidad ni buscada ni presupuesta: es un encuentro”.

Tener al gusto como guía y promover un catálogo con textos experimentales y prosas poéticas hablan de una idea de publicación que responde a la potencia de la escritura y a su facultad que tienen ciertos libros de cambiarnos la vida: “Sólo publicamos algo si nos gusta. Nos tiene que encantar, nos tiene que gustar con pasión. Eso pasó en el caso de Zettel, de Héctor Libertella: me interpeló. Y me pasa también con los autores extranjeros; leo hasta que descubro algo interesante, único”, expresa María Eugenia. Laura cambia una mirada con ella y añade: “Uno de nuestros últimos libros es El drama sin atenuantes (N. de R.: conversaciones entre Néstor Sánchez y Carlos Riccardo). Cuando lo leí por primera vez, me impresionó tanto que quedé quince días sin consuelo, con una desolación ‘sin atenuantes’. Y acuerdo con lo que dice Sánchez en el libro: ‘No hay consuelo para la literatura’. En nuestro caso, también sufrimos los efectos de elegir esa literatura. No hay mucho de lo que nosotras buscamos, y tampoco nos ponemos a pensar en el lector. No queremos luchar contra los géneros ni contra las marcas del tipo ‘escritores jóvenes’. Nos gusta volver a leer el texto y sentir que sigue viviendo, que tiene un poder de actualización importante. Los nuestros son textos sin límites, sin géneros”.

¿Cómo se organizan sin tener una base de operaciones? Más que responder a alguna lógica del mercado, cada libro parece un pequeño acontecimiento...

M. E. R.: –Letranómada viene un poco de la idea de viaje que es el leer y el escribir. Los distintos tiempos, las distintas velocidades, las sintonías que hay en esas prácticas. Y también porque yo estoy en La Cumbre y Laura en Buenos Aires. Nos comunicamos únicamente por mail, porque yo no voy a Buenos Aires casi nunca.

L. E.: –Hay una temporalidad serrana que se impone, y que a mí a veces me cuesta, sobre todo cuando hay que responder a autores de originales que nos acercan. Pero lo importante es que los libros se abren su camino, se inmiscuyen.

M. E.: –Mi idea de la edición es que tiene que hablar el libro, y que ese libro encuentre sus lectores. El editor sirve en la medida en que acerca un autor a un lector, como un mediador; después una se tiene que retirar. El tiempo de la morosidad yo lo reivindico. La lectura y la escritura tienen que ver con algo introspectivo, que tiene un ritmo y un tiempo que hay que estar dispuesto a respetar. Si hay que pensar en el lector, es el que se acerque al libro. No me interesa construir un objeto en función de un lector en particular. Nosotras queremos durar en el tiempo, no inundar el mercado.

¿Qué tiene de especial En Rimbaud Tilcara, de Remo Bianchedi?

L. E.: –Es un libro elástico que va del teatro de voces a la poesía y la exhortación. Mucho del saber de Remo Bianchedi está en la mirada y eso aparece en sus libros. A veces pienso que para saber asaltar la escritura hay que leer a los pintores; ahí encuentro la potencia olvidada por la literatura contemporánea, la fuerza de la vida. La provincia es un capricho lírico, para mí y para muchos otros, pero también es una geografía política, de política crítica. Creo que, a veces, en el interior del país se conoce y se sabe más de lo que pasa en el Río de la Plata, que en el lugar donde se vive.

M. E. R.: –El libro de Remo pedía ser mostrado por fuera de los gestos vacíos del espectáculo. Tanto el libro como los paisajes fueron armándose juntos, en un viaje que comenzamos a hacer al norte desde 2010. Pero son ante todo un estado que a mí me gusta llamar “estado cochinoca”. Cochinoca es un pueblo casi deshabitado de la puna al que fuimos llegando inadvertidamente. Y de allí trajimos un tono. “El oído es el que ve”, dijo Henri Meschonnic, y me parece una frase oportuna para abordar el trabajo de Remo. En Rimbaud Tilcara puede escucharse, y yo entiendo a la literatura en esa línea, con algo que tiene que ver con el sonido, con un ritmo como organización del movimiento de la palabra, como una especificidad que se da a oír. El libro pide una lectura de desciframiento; mezcla registros, tonos, voces, incluye antiguos poemas y textos nuevos, pero sobre todo se reconoce en algunas insistencias, como el desacato.

www.letranomada.com

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MARIA EUGENIA ROMERO Y LAURA ESTRIN.
 
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