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Viernes, 5 de octubre de 2012

INFANCIA

AMOR LIBRE

A contramano de muchísimas teorías sobre la crianza, el pediatra español Carlos González da permiso para hacer colecho y dar la teta a demanda, además de ofrecer una clave para primerizas desesperadas: apelar a su memoria como hijas.

 Por Angeles Alemandi y Juana Celiz

Es el gurú de muchas madres y padres que han encontrado en sus consejos un abrazo ante los siempre desconcertantes comentarios de la vecina, la suegra o los amigos: ese bebé llora de maña, no lo alces tanto que te va a tomar el tiempo, ¿cómo que todavía no duerme solo? El pediatra español Carlos González defiende la crianza con amor, libre de mandatos y guiada por la lectura que quien materna hace de su prole. Claro que sí: es el anti duérmete niño. La batalla González vs. Estivill problematiza la cuestión en el ámbito de la salud, la familia y la educación. Se lo ama o se lo critica con furia: algunos dicen que su mirada es un viaje de ida para criar consentidos. Una de sus frases: “Todo el mundo nos habla de los problemas de nuestros hijos, de cómo detectarlos, cómo prevenirlos o cómo solucionarlos, de cómo nos manipulan o de por qué hay que ponerles límites. Nadie nos recuerda que nuestros hijos son buenas personas”.

Estuvo en Buenos Aires invitado por la Asociación Civil Develar, reconocida por su incidencia en la sanción de la Ley de Fertilización Asistida. Desde la tribuna de una de sus conferencias, la periodista Ingrid Beck (@madreprimeriza1) tuiteó: “Estoy escuchando al pediatra español que escribió grandes libros. Es igual a Filmus. Pero mucho más divertido” y “Propone un gran castigo para púberes y adolescentes: amenazarlos con buscarlos en la escuela y darles un beso delante de los amigos”.

Acá como en España, donde sus libros son best sellers, llenó los auditorios (uno de ellos: la Maternidad Sardá). Vino por primera vez, para acompañar la edición local hecha por Planeta de Bésame mucho, cómo criar a tus hijos con amor, Un regalo para toda la vida, guía de la lactancia materna y Mi niño no me come.

Usted dice que esta infancia es la que menos tiempo ha compartido con sus madres en toda la historia. ¿Qué consecuencias puede tener esto a largo plazo?

–No lo sé. El futuro no lo conoce nadie. Y la cuestión no es el largo plazo sino el ahora.

¿Y cómo se hace?

–Hay que dejar de negociar y empezar a exigir. ¿Qué dirías si los trabajadores argentinos tuvieran cuatro días al año de vacaciones y los españoles, 10? ¿No estarían los sindicatos en huelga permanente? Pues bien: a las trabajadoras argentinas les corresponden tres meses de licencia por maternidad, a las españolas cuatro y a las suecas 18 más un mes de vacaciones. No toleraríamos de ninguna manera tener la mitad de vacaciones que tienen los suecos y, sin embargo, nos parece la cosa más normal del mundo contar con la sexta parte de licencia de maternidad que ellos. Esto no se puede soportar, hay que hacer algo. ¿Por qué hay años luz de diferencia? ¿Por qué esta licencia afecta sólo a las mujeres?

Hablando de España y los países nórdicos... el movimiento de mujeres critica algunas iniciativas estatales relacionadas con la promoción de la natalidad por politizarla, por volverla una causa patriótica. ¿Cuál es su opinión?

–Suecia tenía la natalidad más baja de Europa y decidió promoverla porque era un problema para el país. Ampliaron las políticas sociales: el permiso de maternidad hoy es de un año y medio. Además, activaron la posibilidad de reducir la jornada laboral conservando buena parte del sueldo y dieron la chance de acceder a trabajos parciales. Hoy tienen la natalidad más alta de Europa. La liberación no consiste en que te dejen separarte de tu hijo para hacer otras cosas, sino que te permitan criarlo como tú quieres y no por ello te prohíban hacer otras cosas.

¿Cómo impacta la crisis económica de su país en la crianza?

–En España la natalidad es baja y la crisis ha hecho, sin querer, que muchos padres y madres estén más tiempo con sus hijos porque tenemos casi seis millones de parados. Muchos niños van a salir de esta crisis más pobres pero más felices.

Pero el desempleo a veces impide ser padres contenedores...

–Tradicionalmente, en una casa trabajaba uno y sobrevivían. Yo pertenezco a esa clase. Mi padre trabajaba en la oficina, nunca tuvo un gran sueldo, nunca tuvimos auto ni fuimos de vacaciones, pero mi padre nos envió a la universidad. ¿Y ahora? Con un solo sueldo ya no se puede mantener a una familia. Nos han engañado: o nos están pagando mucho menos o nos están poniendo falsas necesidades y obligaciones. Ahora hay que tener dos sueldos pero hay que tener auto. Ahora hay que ir de vacaciones. Qué es más importante, ¿tu hijo o el auto? Hay que tomar decisiones.

¡Entonces que se quede el padre cuidando al crío, que las mujeres ya pasamos demasiado tiempo en la cocina!

–¡Claro! Desde luego no tiene que ser siempre la madre la que esté en casa. Es más necesaria durante el primer año y medio, porque da el pecho. Pero un niño de dos está igual de bien con su mamá que con su papá. No se trata de que las madres vuelvan a ser amas de casa y los hombres sigan trabajando. Te puedes turnar.

¿Las nuevas familias, además de modificar la forma, proponen otro modelo de parentalidad?

–Conozco varios niños con dos madres. El otro día, dos madres estaban teniendo su segundo hijo y una de ellas me cuenta: “Mi madre siempre nos está riñendo porque el niño no come lo suficiente”. Entonces pensé: “No las riñe por ser lesbianas, por hacerse la fertilización in vitro, sino porque no le dan al niño las verduritas”. Que un niño se críe con dos mujeres que abiertamente reconocen ser lesbianas es nuevo, pero que un niño se críe con dos mujeres y punto es normalísimo. Siempre ha habido niños huérfanos que se criaron con una madre y una tía, una madre y su abuela o una madre y su amiga. La crianza depende de cómo es cada uno.

Participó en el documental La Educación Prohibida, iniciativa independiente que cuestiona el modelo tradicional de formación y es boom en Internet. ¿Qué tipo de educación necesitamos?

–Por un lado, una educación respetuosa, sin bofetadas ni castigos. Respetuosa con las distintas capacidades y necesidades de los niños. Los adultos somos distintos. Alguien está ocho horas diarias sentado frente a una computadora en un banco, otro hace documentales sobre cocodrilos. Si el de los cocodrilos se sienta ocho horas seguidas, ¡se muere! Si al del banco lo envían a la selva a buscar cocodrilos, ¡se muere también! Sin embargo, los dos fueron a la misma escuela, se sentaron uno al lado del otro. ¡Qué mal la debió pasar en la escuela el de los cocodrilos! Hay muchas posibilidades de vida, y cada uno intenta ir hacia donde más le gusta. Debemos respetar que los niños no sean todos iguales como para sentarse a 40 centímetros uno del otro y pretender que hagan todos lo mismo.

¿Cuál es su frase de cabecera ante una puérpera desbordada?

–“A lo mejor nunca has sido madre pero todos somos hijos. Haz memoria.”

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Imagen: Constanza Niscovolos
 
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