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Sábado, 30 de marzo de 2013

PANTALLA PLANA

A LA SOMBRA DEL PODER

En la serie House of Cards, el diputado demócrata Francis Underwood arma discursos para manejar las acciones de los demás, incluidas su mujer y su amante, dos mujeres que al principio se muestran sumisas, pero que a medida que avanzan los capítulos tendrán mayor control sobre sus decisiones.

 Por Silvina Herrera

House of Cards es una serie sobre el poder, un thriller político sobre las ambiciones de un hombre que borró cualquier posibilidad de influencia ética en su comportamiento para manejar las voluntades de los otros a través de un discurso frío y perfecto. Se trata de 13 capítulos que se refieren a cómo un hombre de Estado puede lograr sus objetivos personales con un calculador manejo del poder de convencimiento y del lenguaje. El senador demócrata Francis Underwood esperaba ser elegido secretario de Estado cuando el presidente Garrett Walker asumió, pero como sus expectativas no fueron cumplidas comenzó una estrategia prolija y detallada para revertir la situación. Underwood, en la piel del gran Kevin Spacey, ejerce un control en las voluntades ajenas con un discurso sobre las cosas públicas elaborado para las personas que lo rodean. Los dos personajes más fuertes que giran a su alrededor son mujeres: su esposa, la híper elegante Claire (Robin Wright) y su amante, la periodista Zoe Barnes (Kate Mara).

“El dinero es la gran mansión en Sarasota que comienza a derrumbarse a los 10 años. El poder es el antiguo edificio de piedra que dura siglos. No puedo respetar a alguien que no ve la diferencia”, dice Underwood en el capítulo II, tal vez el más sólido de la primera temporada, uno de los dos dirigidos por David Fincher, que también es productor. El procedimiento destacado de la serie es el diálogo shakespeareano que el personaje de Spacey mantiene con el espectador, en vez de una voz en off que exprese su pensamiento interior, le habla a la cámara en discursos que son acompañados con gestos expresivos.

La relación entre poder, cuerpo y discurso está todo el tiempo en juego y hace que la serie sea atrapante y entretenida. Underwood ejerce poder sobre su mujer, al principio maneja con sutileza su comportamiento, pero a medida que avanzan los capítulos comienzan a percibirse acciones de resistencia. Al mismo tiempo Claire contrata a Gillian Cole (Sandrine Holt) para su ONG ambientalista, que a simple vista podía ser usada para su beneficio personal, pero se rebela y pone límites. Con Zoe sucede algo similar: al principio es manipulada y dominada a través del sexo, pero también ejercerá una reacción inesperada. Ella trabaja con la periodista Janine Skorsky (Constance Zimmer), que ya había pasado por la misma experiencia de acostarse con hombres poderosos para obtener información. En los primeros capítulos competían pero más tarde serán aliadas. Claire/Gillian y Zoe/Janine conforman un juego de dobles que se relacionan por un vínculo de poder y resistencia. Los personajes femeninos transitan un proceso de transformación: primero son sumisos, luego recorren un movimiento de resistencia para volverse cada vez más activos y desprendidos del poder machista hasta lograr el control de sus decisiones.

House of Cards es una adaptación de la serie británica con el mismo nombre que se realizó en los ’90, basada en una novela de Michael Dobb. La original empezaba con una figura femenina muy fuerte, Margaret Thatcher, que finalizaba su gobierno, pero que mantendría su legado y su presencia a través de los años en Gran Bretaña y en los políticos reales y ficticios como Francis Urquhart, el nombre que tenía el senador ambicioso en la versión inglesa, interpretado por Ian Richardson.

La primera temporada puede verse completa en Netflix, que ya anunció la realización de otros 13 capítulos, esperados con ansias por los seguidores.

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