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Viernes, 10 de mayo de 2013

EDUCACIóN SEXUAL

La deuda eterna

El Ministerio de Educación de la Nación presentó el segundo cuadernillo para la educación sexual en el ciclo secundario, que es obligatoria desde el 2006 en todos los colegios del país, tanto públicos como privados. El objetivo fundamental es evitar los noviazgos violentos, la trata de personas y la discriminación por orientación sexual.

 Por Luciana Peker

La educación sexual integral es una ley nacional –la 26.150– que rige desde el 2006 en todo el país. En realidad, es una obligación del Estado que en todos los establecimientos, desde el preescolar hasta el secundario y en todas las materias, se den contenidos que promuevan la salud, eviten el abuso sexual y ayuden a erradicar la violencia de género y la discriminación y a promover la igualdad entre varones y mujeres. Pero, por sobre todas las cosas, es un derecho de chicas y chicos tener acceso a la información que les garantice conocer el respeto hacia su propio cuerpo y el respeto al cuerpo de los otros y de las otras.

Sin embargo, todavía, la educación sexual no entra en todas las aulas ni se ejerce en todas las clases ni llega a todos los alumnos ni alumnas. Por eso, por todo lo que falta, por la gran deuda –no sólo ética, sino también legal– es que paso y, especialmente, cada instrumento con el que las y los profesores pueden hacer de la enseñanza una realidad es imprescindible.

En este caso, el Ministerio de Educación lanzó el II cuadernillo de Educación Sexual Integral con contenidos y propuestas para el aula, basado en un proyecto para prevenir los noviazgos violentos, la trata de personas y la discriminación por orientación sexual.

En el acto de presentación estuvo el ministro de Educación, Alberto Sileoni, que recalcó el derecho de niños, niñas y adolescentes a recibir educación sexual integral. También estuvo acompañado por el secretario de Educación, Jaime Perczyk, quien remarcó que este derecho significa “recibir información científica actualizada; aprender a cuidarse y a cuidar a los demás; contar con personas adultas que acompañen a los estudiantes en su desarrollo y los auxilien en situaciones de maltrato y abuso; habilitar instituciones educativas en las que se respeten por igual los derechos de varones y mujeres; vivir la orientación sexual sin ningún tipo de discriminación”. El impulso de todo el proyecto fue avalado por la coordinadora del Programa Nacional de Educación Sexual Integral, Mirta Marina, quien subrayó: “En cuanto a la trata de personas, la escuela siempre puede enseñar a los chicos y chicas comportamientos de autoprotección: cómo identificar los riesgos de aceptar una oferta laboral que no tiene un origen muy claro, una propuesta que parece maravillosa y resulta tentadora pero no se sabe bien de dónde viene”.

Para encarar el tema de la trata de personas se propone hacer un taller con este disparador: “Los chicos de 3º 1a están preocupados porque nadie vio a Pamela. Juan, su compañero de banco, dice que los padres están muy preocupados y la buscan por todos lados. Anoche no regresó a su casa. Marcela, su mejor amiga, había hablado con Pamela acerca de esa chica con la que chateaba y que le había ofrecido trabajo para poder ayudar a la economía de su casa”.

La importancia del cuadernillo es tal que ningún adolescente debe pasar por el secundario sin saber que tiene derecho a recibir información en un hospital, a ser escuchado en una consulta médica; que les hablen con palabras que entiendan sobre formas y métodos anticonceptivos; que no los juzguen: nadie puede negarles información o la atención médica por sus elecciones sexuales, ser atendidos si van solos al centro de salud; buscar información y métodos anticonceptivos; hacerse un test de embarazo; consultar todas sus dudas relacionadas con su sexualidad y con su salud.

Uno de los puntos fundamentales de la educación sexual integral es prevenir los embarazos no buscados. Pero no se niega que hay mamás y papás adolescentes. Y, en esos casos, se apuesta a la continuidad de un proyecto de vida. “Si vas a ser mamá o papá, tenés derecho a seguir estudiando”, es una de las propuestas de trabajo.

A falta de capacitaciones masivas, buenos son los cuadernillos. En estos libros con formatos de revistas gruesas lo que hace el Ministerio de Educación es escribir consejos prácticos para poder llevar a la práctica las clases de educación sexual. En el tema de discriminación por orientación sexual recomiendan hablar desde una perspectiva histórica sobre los vejámenes sufridos por el nazismo y, en un plano cultural, poder aprovechar las múltiples posibilidades que ofrecen las diversas películas sobre la temáticas. Pero también vuelcan testimonios concretos para una actividad grupal. Por ejemplo el de una chica que cuenta: “Yo siempre lo supe pero tenía miedo de hablarlo con mi familia. Un día el director de la escuela secundaria me encontró de la mano con otra chica. ¡Qué lío que se armó! Yo en lo único en que pensaba era en que no les había dicho nada a mis viejos y ahora se iban a enterar de esta manera. Me acuerdo de que estuve muy callada, con miedo; en casa me preguntaban si me pasaba algo y les decía que no: me aterraba pensar en las consecuencias. Al otro día mi mamá fue a la escuela, no sé de qué hablaron, pero mi mamá me contó que le había dicho al director que estaba orgullosa de la hija que tenía. Para mí ese día fue mágico”.

En el caso de la violencia de género no solamente se plantean testimonios de chicas que vivieron situaciones traumáticas, también se presentan disparadores culturales que naturalizan el maltrato hacia las mujeres y se intentan derribar los mitos y prejuicios que hacen que una cachetada o el control hacia las chicas parezca algo liviano. Pero además el manual contiene una detallada guía práctica de recursos a donde pedir ayuda. Y algo fundamental: no dejar a los docentes solos. Por eso, también hay una parte en donde se orienta a los y las profesoras/es ante la detección de vínculos violentos en parejas adolescentes. Allí se les recomienda: “Frente a casos de alumnos que estén vivenciando relaciones abusivas sería importante resguardar su intimidad, brindar confianza y ofrecer en la escuela un espacio de escucha respetuosa para conocer las características de la situación: edad de ambos miembros de la pareja, modalidades del maltrato, tiempo que llevan las conductas abusivas, daños sufridos, situaciones de mayor gravedad vividas, respuesta del adolescente, existencia de pedidos previos de ayuda. Lo importante es que el adolescente sienta que puede ser escuchado sin juzgamientos, que reciba información sobre la problemática y que llegue a tener presentes los riesgos que le puede ocasionar sostener un vínculo dañino”.

Más información:
Programa Nacional de Educación Sexual Integral (011) 4129-1227 / 4129-1000 programaeducació[email protected]

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Imagen: Guadalupe Lombardo
 
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