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Viernes, 14 de junio de 2013

PERFILES > FABIANA RíOS

Los pantalones bien puestos

Nadie esperaba que fuera a la facultad en su casa santafesina. Para su familia, la urgencia era otra: el día a día, el colectivo, el ir y venir por la vida. Pero Fabiana Ríos quería recibirse de farmacéutica y para eso limpió casas y cuidó niños antes de irse a vivir a Tierra del Fuego. Se casó y tuvo dos hijas.

La que salió de su casa para limpiar casas ajenas fue la primera mujer en la Argentina en llegar a ser gobernadora, la primera en ocupar un cargo ejecutivo en una provincia en 2007. Fue en el mismo momento en que Cristina Fernández de Kirchner ganó por primera vez –con sus propios votos– la presidencia. Dos mujeres llegaban al poder no para legislar –-como en el Congreso donde, por el primer logro de género de la democracia, existe el cupo femenino– sino para ejecutar.

El año pasado, con el Partido Social Patagónico, le ganó a su rival, Rosana Bertone, del Frente para la Victoria y actual diputada, ligada al Vaticano, opuesta al matrimonio igualitario (que Fabiana Ríos apoyó de manera activa) y de tilde tajantemente conservador. Ríos se convirtió en la primera mujer no sólo en ganar en una provincia sino en ser reelecta. Pero lo que consiguió en las urnas, se le pudo volver en contra en un espejo que, muchas veces, es el que más duele a las mujeres: el reflejo de la aprobación estética. Bertone dijo que Fabiana Ríos era masculina por tener pelo corto y usar pantalones. La Secretaría de Derechos Humanos de su gestión consideró discriminatoria la intención de considerar que una mujer que no se viste como Barbie no es mujer y realizó una denuncia ante el Instituto Nacional contra la Discriminación, el Racismo y la Xenofobia (Inadi). “En realidad, es la forma de vestir que una quiere, porque no somos uniformes”, reivindica Ríos, en diálogo con Las12.

“Yo creo que las bases del machismo son culturales y no tienen que ver sólo con los varones sino muchas veces con las mujeres, que somos las que replicamos modelos tanto en la escuela como en la casa. Lo que sucedió es que una periodista mujer le preguntó a una diputada qué pensaba de mi forma de vestir y allí empezaron a opinar sobre eso. La verdad es que la Secretaría de Derechos Humanos planteó una cuestión de discriminación ante el Inadi, no por lo que dijeron de mí, sino por lo que significa, ante la libre elección de cualquier persona de vestirse como quiera sin que esto implique una discriminación.”

Un pulóver en el fin del mundo, o al menos, donde el país se acaba y hace mucho frío. Siempre un collar. Pelo corto, casi rubio y desmechado. Fabiana Ríos no se parece al estilo de la Presidenta, que suele optar por el maquillaje y los tacos. Las dos son distintas, pero a las dos las critican por sus elecciones, por ser –supuestamente– muy femeninas o masculinas, muy sobrias o muy frívolas. Pero las críticas –inclusive ante estilos opuestos– siempre apuntan a la estética de las mujeres que gobiernan. “Me parece que a partir de la estética se está criticando el modo de conducir, de dirigir y de decidir. A partir de la estética, lo que se termina legitimando es que siempre hay alguien que les tiene que decir a las mujeres cómo deben hacer las cosas. En definitiva, cómo tiene que ser una señorita.”

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