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Viernes, 12 de julio de 2013

ENTREVISTA

Dígale sí a la despenalización

En pocos días más se cumple un mes de la jornada en que la sociedad uruguaya volvió a decirle sí a la despenalización del aborto, en respuesta al referéndum que promovieron sectores conservadores y religiosos para votar la derogación de la Ley 18.897 de Interrupción Voluntaria del Embarazo. El resultado fue un fracaso estrepitoso, con apenas un 8,92 por ciento de adhesiones del padrón electoral para poder realizar esa consulta. La periodista y activista feminista Lucy Garrido interpreta el significado de ese rechazo y habla de los retos a futuro que enfrentan los feminismos latinoamericanos.

El domingo 23 de junio pasado la sociedad uruguaya reafirmó su apoyo a la despenalización del aborto, los derechos de las mujeres y la separación Iglesia-Estado. El llamado a referéndum promovido por sectores conservadores y religiosos para votar la derogación de la Ley 18.987 de Interrupción Voluntaria del Embarazo experimentó un estrepitoso fracaso al obtener sólo 8,92 por ciento de adhesiones del padrón electoral para llevar a cabo la consulta popular. Para ser convocado, el referendo precisaba el apoyo de al menos 25 por ciento de los votantes del país. Este resultado deja firme la norma y se convierte en motivo de celebración para el movimiento feminista, que en adelante trabajará para lograr una mejor difusión y para vigilar su adecuada implementación.

La ley aprobada en octubre del año pasado estipula un plazo para que mujeres puedan realizarse un aborto en las primeras 12 semanas de gestación, que se extiende a 14 en caso de violación. Sin embargo, cuando exista riesgo para la salud y la vida de la madre no impone límites de tiempo. En el caso de solicitud del procedimiento por parte de una menor de edad, la ley prevé el acceso a la práctica con el acompañamiento de una o un adulto que la represente, aunque no requiere su autorización. También establece que la objeción de conciencia por parte de profesionales de la salud sólo pueda ser ejercida de forma individual, por lo que cada clínica u hospital deberá garantizar al menos un equipo habilitado para llevar a cabo el procedimiento.

Lucy Garrido, feminista, periodista, responsable de diversas campañas de comunicación –como la célebre “Tu boca, fundamental contra los fundamentalismos”–, integrante de Cotidiano Mujer y de la Articulación Feminista Marcosur, habló con el CLAM sobre el significado del rechazo al llamado a plebiscito en el marco de la tradición republicana uruguaya, y detalla los pormenores de las movilizaciones a favor y en contra de la ley, a la luz de los retos que enfrentan los feminismos latinoamericanos.

En su opinión, ¿qué significa que sólo el 8,92 por ciento de la población haya apoyado el llamado a referéndum?

–Como dijimos en el comunicado de Cotidiano Mujer, significa que realmente en Uruguay, pese a los impulsos fundamentalistas y al fortalecimiento que durante décadas se le dio a la enseñanza privada confesional –porque una de las cosas que trajo consigo el modelo neoliberal es la destrucción de la enseñanza pública–, seguimos teniendo un bagaje laico muy grande. En el período anterior de gobierno ganó el Frente Amplio y después de la crisis económica de 2002 –que afectó sobre todo a la Argentina, pero que tuvo grandes repercusiones en Uruguay– el gobierno progresista que encabezó Tabaré Vázquez invirtió mucho en educación, como también lo ha hecho José Mujica. Pese a que en los estudios sobre cómo va la educación en el mundo Uruguay sigue mal punteado, ahora se está invirtiendo mucho en educación pública, y yo creo que eso va a terminar de lograr que los uruguayos y uruguayas volvamos a una cosa que era fundamental y que en mi opinión nos marca como país: durante 100 años largos hemos tenido enseñanza laica, gratuita, obligatoria y pública. A la escuela pública fueron muchos de los presidentes de nuestro país, fui yo, fue la limpiadora de la farmacia que está frente a mi casa, fuimos todos. A las escuelas privadas no iba casi nadie, sólo los católicos. Y esto, de alguna manera, nos dio un piso común laico e igualitario. Es posible que el domingo haya habido gente que no fue a votar porque se quedó viendo el partido de fútbol o porque estaba haciendo frío... Pero esas razones no alcanzan porque ¡el 91 por ciento de los uruguayos prefirió no ir a votar! O sea que lo interesante es que mucha gente incluso católica tampoco votó. Lo primero que se confirmó el domingo 23 es que se reafirmó la sociedad laica uruguaya.

¿Y la Iglesia Católica?

–Nosotras vamos a seguir peleando para que esta ley sea mejor de lo que es. Pero mientras tanto vamos a festejar un rato, porque la verdad es que son pocas las ocasiones en que la gente de los movimientos sociales puede festejar, y ésta es una de ellas. Pero además hay otra cosa fundamental: en el apoyo que nos dieron todas las latinoamericanas y caribeñas nos sentimos muy unidas a lo que pasa en la región. También a las españolas. En muchas partes el fundamentalismo pretende que los derechos de las mujeres no avancen, y por eso es tan importante lo que sucedió en Uruguay. En Brasil están queriendo pasar el estatuto del nascituro y la “beca estupro”; en Perú están tirando abajo lo poco que tienen; en España pretenden retroceder. Hay países, como República Dominicana, donde no está permitido ni el aborto terapéutico... En ese sentido, lo que ocurrió en Uruguay es un frenazo al fundamentalismo y creo que esta victoria demuestra que se puede y eso es muy importante para los movimientos de América latina y el Caribe. La Iglesia Católica es la otra gran fracasada. Las jerarquías de las iglesias en general, aunque acá hay iglesias que están a favor de la despenalización del aborto, como la Iglesia valdense, también algunos protestantes y muchos judíos se manifestaron a favor de la ley. Pero los obispos católicos salieron a pedir el voto por el referéndum.

¿Qué papel desempeñó Vázquez en el debate?

–Tabaré Vázquez tuvo que salir públicamente a decir –antes de que se llevara a cabo la votación– que no iba a permitir que se usara su imagen en este debate. El Opus Dei, obviamente, la estaba empleando para movilizar votos porque un mes antes él había lanzado un libro con la Universidad de Montevideo –apoyada por el Opus Dei– sobre las tesis que lo llevaron a vetar la ley anterior. Cuando hizo eso, fue tan grande la reacción de las mujeres y de los jóvenes frenteamplistas que incluso tuvo que salir a afirmar que lo que sucediera este domingo iba a ser “punto final” e iba a dar por resuelto el tema. Así que ahora, si llega a presidente, se tiene que aguantar que el aborto esté despenalizado. Por eso no creo que tengan suerte con el trabajo parlamentario. Tabaré es un tipo muy carismático y es casi la única figura de consenso dentro del Frente Amplio. Los partidos que lo integran lo necesitan como candidato y él se basa en ese poder para hacer exigencias como si fuera un rey. El veto es un resabio de la monarquía. Cuando vetó el proyecto de ley anterior lo hizo pese al Plenario del Frente Amplio, pese al Poder Legislativo y pese a la ciudadanía.

Organizaciones feministas y de derechos humanos denunciaron manipulación de información por parte de sectores antiaborto para que la gente se sintiera obligada a acudir a las urnas.

–Sí, además de su publicidad, que ya tendía a confundir a todo el mundo, hacían encuestas por teléfono en las que sonaba una grabación que decía: “Estamos haciendo una encuesta. Si usted está a favor de la vida, digite 1”. Pero ¿qué significa si no digito 1? ¿Que no estoy a favor de la vida? Lo primero que hago es marcar que sí estoy a favor de la vida. Hicieron ese tipo de cosas. La grabación no estaba firmada, no decía quién estaba haciendo la encuesta. Por otro lado, en la publicidad usaron el color verde. El voto verde en Uruguay quedó asociado a un plebiscito en el que, cuando terminó la dictadura, votamos para que no hubiera impunidad. Ese es el mítico voto verde de Uruguay. Es una cosa que te duele en el alma, que apela a tu cabeza, pero a tu corazón sobre todo, porque fue una pelea tremenda contra la impunidad. En la publicidad a favor del referéndum aparece un voto verde que entra en una urna y luego un letrero dice: “voz y voto”. Hablaban como si fuéramos nosotros. Además decían “todos y todas tenemos derecho”. Era perfecto en el lenguaje, con perspectiva de género, políticamente correcto. Fue muy indignante. Además, pusieron mucho dinero en eso. Nosotras, en cambio, las organizaciones sociales, no tenemos un peso. Cotidiano Mujer puso 800 dólares. Nos juntamos con tres organizaciones más y así llegamos a imprimir volantes, sacando plata de cualquier lado. Lo que más hicimos fue comunicación boca a boca, pusimos, claro, los salarios nuestros en el sentido de que casi todo lo que hacíamos era “para” esa causa, trabajamos desde nuestras casas. Y como nosotras, muchísimas organizaciones y mujeres hicieron lo mismo.

¿Qué han anunciado los sectores antiaborto al respecto?

–A ellos ya se les cerró el camino. Acá la ley te permite juntar firmas (65.000 en este caso), para hacer el llamado a referéndum, luego de ser validadas por la Corte Electoral. Si ellos hubiesen llegado a los 655.000 votos, en el mes de octubre se tendría que llevar a cabo el referéndum. Algunos están diciendo que van a acudir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Nosotras estaríamos encantadas de que fueran, porque la Corte Interamericana no les va a dar pelota. Tampoco pueden decir que el pueblo no decidió. Esta ley quedó firme y punto. Por otro lado, están los grupos provida, que van a intentar derogarla, pero bueno, ése es el juego de toda democracia. Siempre se pueden derogar o mejorar las leyes. Dependerá de cuántos diputados y senadores les hagan caso. Tampoco creo que vayan a tener suerte por ese lado, porque para los uruguayos esta cuestión ya está saldada. Aunque seas católico, vos sabés que en tu familia hubo un aborto y no lo fuiste a denunciar. Además, está probado que, en general, las mujeres en Uruguay no mueren por aborto. Hubo dos muertes el año pasado. Así que no es sólo una cuestión de salud pública, sino también de derechos. Ya no se puede seguir sosteniendo que el cuerpo de las mujeres no les pertenezca a ellas y que las decisiones al respecto las tome el Estado o la Iglesia. Acá, por lo menos, no.

Hace un momento mencionaba el uso del color verde en la campaña a favor del referéndum. ¿Percibe cambios en el discurso de estos sectores en los últimos años?

–Sí. Ellos han aprendido mucho. Eso queda claro en las conferencias de Naciones Unidas a las que hemos asistido. La perspectiva de género se la aprendieron toda, aunque el resultado sea un disparate. Ellos saben hablar. Esto de llamar a “todos y todas” fue ejemplar. Además, había mujeres con pinta de pituconas, rubiecitas de ojos claros y mujeres morochas. Estábamos representadas todas, no se podía decir que los avisos fueran clasistas. Incluso había una mujer negra que es de izquierda, que está interesada en religiones afro como el candomblé y que estaba llamando a ir el domingo. Buscaron personas reconocidas del Frente Amplio. Esta es la primera vez que hay un llamado a referéndum que no es convocado por nosotros. Todos los anteriores los ha llamado la izquierda. Algunos los ganamos y otros los perdimos. Y esta vez era difícil no sentirse convocado, porque siempre le habíamos pedido a la gente que fuera a votar. ¿Será que a la vista de este resultado nosotras sí hubiéramos juntado más de 600.000 votos? ¡Porque la diferencia fue enorme! Pese a que la publicidad estaba tan bien hecha que a mí misma me daban ganas de ir a votar, el argumento que usaron era muy democrático: si vos vas y votás, vas a permitir que todo el pueblo se exprese en el referéndum. Apelaban a eso. Lo que pasa es que en esta ocasión la papeleta decía: “referéndum contra la ley de despenalización...”, y ni yo ni el 91 por ciento de la ciudadanía iba a votar una cosa que fuera contra un derecho conquistado.

¿Qué efectos cree que puede tener este debate a nivel regional?

–Esperamos que ayude a abrir los diálogos y que además podamos mostrar muy buenos resultados. Ahora podemos dedicarnos a que todas las mujeres del país conozcan el derecho que tienen, porque no lo conocen. No todo el mundo se enteró de esta ley, que fue aprobada a finales de diciembre. Luego vamos a hacer un monitoreo para saber cómo se está implementando la ley, qué está haciendo el Ministerio de Salud Pública. Estamos trabajando en conjunto con el ministerio, aunque cada uno en su lugar. Sin embargo, tenemos un problema grande que es la “objeción de conciencia”. En el departamento de Salto todos los ginecólogos objetaron. Si vos mirás eso y comparás cómo se votó en Salto, ves que esta gente no representa a nadie, porque allá la gente tampoco fue a votar. ¿Cómo puede ser que todos los ginecólogos de Salto objeten? Lo que se está viendo es que muchos ginecólogos están usando esto como una medida sindical. Quieren que el aborto sea declarado acto médico para poder cobrarlo. Si es un acto médico mínimo, ganarían 150 dólares por cada aborto. Pero no creo que el ministerio se deje chantajear. A nivel de la región espero que se contagie. Creo que la igualdad y la libertad se contagian. Me parece bueno que un país tan chiquito haya podido lograr esto. Nosotras creemos en el efecto emulación.

En Uruguay es el resultado de años de trabajo de las organizaciones feministas.

–En Cotidiano Mujer en 1989 publicamos un libro que se llamó Yo aborto, tú abortas, todos callamos. Luego, pasados los años, cuando nos juntamos todas las organizaciones se nos ocurrió el logo de las manos naranjas, porque queríamos que los parlamentarios se atrevieran a levantar su mano para votar en favor de la legalización del aborto. Esa ley la vetó Tabaré Vázquez. Pero después hicimos muchas cosas más que finalmente nos han llevado a este resultado. Por ejemplo, rodeamos la parte de la entrada de los senadores al Parlamento con plantitas de perejil. No había manera de que entraran sin tener que esquivar esas plantas. Le dimos a cada senador un ramito de perejil envuelto en papel celofán, con una tarjetita que decía: “Señor legislador, atrévase. Con ramitos como éste, las mujeres mueren por practicarse un aborto clandestino”. Entre todas las organizaciones formamos una coordinación para realizar infinidad de acciones. Y el PIT/CNT –la Central de Trabajadores– se fue juntando, también la Federación de Estudiantes, algunas iglesias, algunos médicos, muchas organizaciones. Uno de los últimos panfletos que imprimimos le contestaba al título de aquel primer libro. Esta vez el eslogan decía: Yo aborto, tú abortas. Nadie más se calla. Y con ese “nadie más se calla” llegamos al ahora. Es interesante, porque sin darnos cuenta mantuvimos la misma consigna que después de 25 años dio resultado. Lástima que en el medio hayan muerto tantas mujeres. Lástima que nos hayan vetado la despenalización. Hubiéramos ganado 5 años.

Nota originalmente publicada en el site del CLAM -Centro Latinoamericano en Sexualidad y Derechos Humanos-, el 3/07/2013. www.clam.org.br

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