las12

Viernes, 19 de julio de 2013

MONDO FISHION

Bogani y un crisol de estilos

 Por Victoria Lescano

Exaltando la nueva modalidad de trasladar la indumentaria a las salas de arte y a los museos, haciéndose eco de nuevos referentes en las pasarelas locales –léase los diseñadores emergentes y cuyas prendas más representativas desfilan desde un sendero con apariencia de ojo de cerradura en 3D–, los diseños iconoclastas de los nombres más representativos del movimiento de moda de autor despuntado a comienzos de 2000, un salto a fines de 1980 y un rescate de algunos de los nombres más representativos de la vestimenta que marcó el regreso de la democracia desde la Primera Bienal de Arte, pantallazos a otros referentes de la alta costura calificados de “mediáticos”, el crisol de estilos y de épocas que admite la muestra que el Centro Cultural Recoleta exhibe hasta agosto anclado con el proyecto Cultura de Moda, pone el énfasis en la vasta y colorida obra del couturier Gino Bogani.

El catálogo que documenta los ropajes agrupados en dos salas que dan fe del cruce de generaciones y de estéticas, y que surgieron de los criterios de selección y la producción de la directora creativa Julieta Spina, la periodista Carla Rodríguez y Silvina Vicente, sumado al ojo experto del académico Jorge Moragues, destaca acerca de Bogani: “Es el referente de la alta costura argentina nacido en Trípoli, lleva cincuenta años vistiendo a las mujeres más elegantes del país”. Quienes el martes 16 en la noche se congregaron en los patios de acceso a las salas del Recoleta y luego de los enunciados y los elogios de Mirtha Legrand hacia Bogani y la entrega de una placa conmemorativa lograron ingresar a la gran retrospectiva de Gino, se encontrarían con una gran puesta de rosas rojas que ofició de bastidor para un trío de vestidos de novias de la clase alta. Pero pasando al ala central, cautivó la profusión de pailletes y de tailleurs con guipiures, y el curioso abordaje cromático de Bogani, especialmente en sus atuendos fechados en 1980. De exaltaciones florales a aditivos de marabú, un vestido negro que hizo a la medida de su madre, vestuarios que exaltaron galas para Susana Giménez, Graciela Borges. Las palabras exceso y lujo vintage definen el clima imperante en esa sala, donde una vasta población de maniquíes emiten un manifiesto estético situados desde pedestales, a la usanza de un anfiteatro. Una selección arbitraria de los atuendos que compila la muestra curada por el diseñador no puede omitir las barrocas y completas descripciones enunciadas por Bogani, y que representan una provocación a los desganados foto epígrafes que imperan en las actuales publicaciones de moda y al ritmo de la religión del Twitter.

Así, en relación a un traje de noche para la primavera 1992, Bogani enunció “vestido de jersey satinado y destellos dorados en estampado pitón con una serpiente en relieve, completamente bordado a mano que envuelve el cuello y llega hasta el final del gran escote en la espalda. La manzana –en alusión al accesorio que lleva la modelo en su cabeza– también bordada a mano”. O cuando alude a una prenda del invierno 1987, el argot de Gino Bogani rezará: “Tapado con doble cuello realizado en macro otomán negro hematita que cierra con botones forrados y tiene paneles delanteros que se sostienen por el ancho del cinturón que da amplitud a la delantera. Sombrero de fieltro tipo Pagoda Bogani Couture”. Ya en la primavera 1997 y con relación a un traje compuesto de tres piezas en rojo, amarillo y verde, la descripción maximalista dictaminará: “Bata de encaje de seda carmín sobre encaje de algodón amarillo igual al short con sobrepollera doble campana en tafeta madrás con abertura en el frente y en los bolsillos laterales”. La lección de moda vintage continúa con una centolla bordada a mano que acicala un vestidito negro y un sombrero, una chaqueta con girasoles bordados en mostacillas y en cristales, o bien la chaqueta que circa 1990 osó representar un billete de mil dólares bordado en la espalda de la usuaria.

Un apresurado paneo por el movimiento de autor no puede omitir las prendas allí exhibidas desde maniquíes y que dialogaban con tomas documentales y el lenguaje de los editoriales de moda realizados por la estilista Caro Urresti, y el eximio dúo de fotógrafos que componen Luciana Val y Franco Musso: el listado remite de la camisa Tango en puro algodón a una falda negra de Casta, fechadas en 2000 y 2001, las colecciones del debut de Pablo Ramírez en los ciclos Grandes Colecciones y Baf Week, así como también un vestido rojizo y con apropiaciones de la sastrería masculina que en 2002 predicó la experta Vicki Otero. Mientras que el vestido cristal con voile de seda de Cecilia Gadea –colección 2010–, otro vestido con textiles superpuestos ideado por Juana de Arco en 2005 y el vestido con bordados folk de la colección Bicentenario de Araceli Pourcel ilustraron el furor del arts and crafts como identidad de diseño. Continúa con el elastic dress y los artilugios textiles de Tramando, y la paleta de confites aplicados a estampas por Mariana Dappiano, en su colección verano 2013. Admite el modelo Caperucita y el Lobo de la colección 2013 de Rodrigo Abarquero, así como también el saco Foca de la colección Botánica de Pesqueira (donde asoma su celebrada e icónica bandolera en forma de oso). Los modismos de los autores admitieron variaciones morfológicas representadas tanto por el vestido New Samurai de Mariano Toledo así como también el vestido rojo de la colección Cinemática de Vero Ivaldi y el vestido Starpilot de Kostume.

Corresponde destacar las labores de los escenógrafos, Martín Irizar & Paloma Kon, responsables de la puesta para situar indumentos tan antagónicos como los diseños de la colección disco couture de Andrés Baño, la chaqueta con corte cola de pato de Pablo Simón, la icónica campera de cuero de vaca ideada por Grippo, la camisa de la colección Agujas Quebradas de Kelo Romero, el saco de charol con minicronolina y la falda de flecos de Miuki Madelaire y el vestido reciclados, con un Levi’s 501 de Gabi Bunader, calificados de exponentes del under, según el criterio curatorial, o un vestido de hilos de seda realizado por Benito Fernández para Máxima Zorreguieta, o el indumento bordado en perlas de la colección 2013 de Jorge Ibánez, que ilustran usos y costumbres de las starlets de la televisión para asistir a galas.

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