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Viernes, 16 de agosto de 2013

TELEVISIÓN

Ojos nuevos

Ahora que llega el Día del Niño –y de la niña, sí– y el pedido de juguetes avistados en los anchísimos mares de publicidad por los que se navega en cualquier canal infantil del mercado, vale la pena recordar que otra tele para chicos y chicas es posible, una que además de no tener publicidad ofrece imágenes, relatos, tonos, sones y colores de acá nomás; una que se disfruta y no aburre, que educa y estimula la imaginación, la emoción y la creatividad. Parecerá un chivo –valga la redundancia: una publicidad encubierta–, pero cualquiera que se haya encontrado en el brete de elegir programación infantil sabrá que hay aquí un oasis.

 Por María Mansilla

¿Qué mujer-madre de criaturas puede darse el lujo de hacer, por ejemplo, yoga un rato, en su casa y lograr no sólo que las criaturas hagan silencio sino que hagan yoga? ¡Las que tienen Pakapaka! Después de la clase zen –dictada por la vaca Aisha– arranca De cuento en cuento, un ciclo en el que un maestro rural narra, por ejemplo, la historia de una niña que jamás dibujaba casitas con pinos sino cohetes, porque soñaba con ser astronauta. Más tarde llega Pregúntale a Lara, dirigido a púberes; puede pasar que un amigo esté triste porque tiene una fiesta y le salió un grano en la nariz o que una compañera le confiese que es lesbiana. En un ciclo breve que habla de historia te enterás de que de los persas heredamos la costumbre de poner flores en los jarrones. Entre los separadores, una nena se anima a desenroscar las rueditas de su bici y a largarse sola (“Lo que importa es la libertad”), y un número 8 trazado por Isol y nombrado por Rafael Spregelburd.

“¿Cuál es el proyecto detrás del proyecto? ¿Cómo construir nuestras propias narrativas en un escenario marcado por narrativas construidas desde afuera? Además de imágenes, contenidos y programas, ¿qué discursos queremos producir y poner en circulación, y cuál es el sentido?” Estas fueron algunas preguntas que marcaron el viaje iniciático. Se recordarán cuando alguien narre “Había una vez, en la primavera del 2010”.

Muchos creen que es un programa de Canal 7. En realidad, empezó como una franja de Encuentro. Hoy se puede ver al 100 por ciento a través de la TDA o en el Canal 23 de Telecentro y en algunos horarios estrambóticos en canales de aire –Canal 9, por ejemplo, ofrece contenidos de la señal a las seis de la mañana. Por eso, para muchos miniespectadores es el canal de dibujitos de la casa de la abuela, desde que el decodificador se entregaba a personas jubiladas. Hoy no todos los cableoperadores lo incorporaron a su grilla pese a que, por ser una señal del Ministerio de Educación, la ley de medios exige darle un espacio. Mientras, Pakapaka supera el cepo y logra una alta incidencia social. La programación está disponible en la sección Videos de su web y en YouTube.

Pakapaka hace cosquillas, tiene un tercer ojo, es inquietante bucear en su mar de fondo. Pensar que es parte de la tendencia regional de dinamizar los medios estatales. Que propone una perspectiva audiovisual nueva (algo así como un Baficito las 24 horas y en tu idioma). Que genera un laboratorio de imágenes que no estetiza ni victimiza a la infancia y jerarquiza su relación con las pantallas. Que enlaza –sin ponerse densa– la TV con la educación. Y sus contenidos viajan a escuelas, universidades, instituciones, ONGs, plazas, festivales.

Tiene sus propios líderes como Zamba, alumno nacido y criado en Formosa. “Mickey no llega a La Fiesta de la Muzzarella en La Pampa. Zamba, sí –cuenta Verónica Fiorito, directora del canal–. El trabajo de campo que estamos haciendo es algo inédito. Lo que ocupa el mercado ahora también empieza a ocuparlo lo público. Por eso, para mí, Zamba es revolucionario. Desde Hijitus hasta hoy no teníamos un personaje con esta fuerza, y encima que se vista con un guardapolvo, cuente la historia de Argentina y los chicos lo sigan por eso...”

Zamba viaja en el tiempo para revisitar la historia. Lo acompañan Niña, la Maravillosa, y su cumpa El Niño Que Lo Sabe Todo. Echan mano al karaoke o a un Simón Bolívar Cocinero para explicar los hechos. “Lo importante es esta temática puesta en esta generación. Empiezan a cuestionar conceptos como libertad, igualdad, independencia”, agrega Fiorito.

Es arroz con leche, no es un pastel

“A primera vista, se ve que Pakapaka no tiene publicidad y, por ende, no piensa a los niños como consumidores. Pero lo que me gusta destacar es que nos tomamos mucho tiempo para pensar la señal”, cuenta la pedagoga Patricia Redondo, asesora del canal, investigadora de Flacso. Canta su voto: “La serie Los Mundos de Uli se organizó alrededor de la categoría de experiencia de Walter Benjamin. Los productores tenemos seminarios de formación. La programación está sostenida por un trabajo en equipo que mira la infancia en clave educativa y que permite una exploración temática y estética inédita. Tratamos de hacer una televisión pública infantil que dé cuenta de lo educativo sin ubicarse en un papel instructivo, sino alojándolo en una dimensión pedagógica, poética, política. Esta perspectiva se ve aunque no es explícita”.

La Filosofía Pakapaka confía en los más chicos. Les da la palabra. Los piensa como personas con una fuerza, una intensidad y una manera particular de estar en el mundo. Como sujetos políticos, como gestores culturales. Hablando de la palabra y de la declaración de la independencia... ¡chau al español neutro! Los niños y niñas que lo siguen ya no dicen “fresas” en lugar de “frutillas”. “La individualidad en tanto respeto por la diversidad también se pone de manifiesto a la hora de trabajar con el idioma”, escribió Cielo Salviolo, su anterior directora, en el libro Pensar la televisión pública (Ed. La Crujía).

Pakapaka saca un Felicitado en Calidad, según los criterios que enumera el Manual por una Comunicación Democrática de la Niñez y la Adolescencia editado por Unicef y la Afsca. Porque promueve derechos, incorpora la diversidad, es federal, incentiva el autocuidado y el del medioambiente, refuerza los vínculos comunitarios, estimula la capacidad crítica.

“Lo que más me gusta del canal es que cada dos por tres aparece una canción”, dice Magdalena Fleitas, artista y educadora. Ella está desde el vamos, y musicalizó 60 animaciones. “Muchos artistas nos comprometimos pese a que no se dispone de buenos recursos económicos. Nos interesa la ideología y la libertad estética. También me sorprende la cantidad de productoras que se presentan para las licitaciones. Se enganchan los mejores publicistas. Todos pensamos: al fin hay un canal que propone contenidos con un sentido de desarrollo humano.” Isol Misenta mira la tele al lado de su hijo. “Pakapaka tiene contenidos que tienen que ver con ciertos valores que comparto: dar contenidos de calidad, mostrar la realidad de los niños en Latinoamérica, disfrutar con un buen cuento, una bella canción. Hay gente pensando en qué es lo que puede disfrutar un niño, y además enriquecerlo, darle alas. No es un canal para venderles juguetes. Y el ritmo que tiene es humano, menos histérico que otros canales ‘para niños’. Con mi nene disfrutamos mucho de las producciones de música y animación”, comparte.

Tela para cortar

Zamba y compañía fueron noticia en foros del movimiento de mujeres. Uno de los capítulos fue señalado como “misógino y racista”. La escena polémica está en YouTube: “Quiero un marido revolucionario”, 2:12 minutos, una especie de Yo me quiero casar 2.0 en el que Niña presenta a la participante soltera: María de los Remedios Escalada (“la hija predilecta de una aristocrática familia criolla”), y a los candidatos: Alvear (“guapo, arrogante, le gusta el arroz con leche y las reuniones secretas”), Monteagudo (“abogado y periodista, le gustan los pastelitos de membrillo”) y San Martín (“es tímido con las chicas pero valiente y temerario en el campo de batalla”).

En el intercambio virtual también hubo interpretaciones piadosas: “Trataron de recrear el modo en que se conocieron Remedios y San Martín. Explica que era así en ese momento y que ¡las niñas del futuro no lo intenten en sus casas!” Otra colistera opinó: “Los contenidos son un oasis. Si bien está bueno criticar lo criticable, permite que nuestros/as chicos/as puedan ver algo que no sea el universo paralelo que genera Disney”.

Verónica Fiorito, la directora de Pakapaka, comenta: “Recibimos comentarios de lo que circulaba por redes sociales, pero no nos llegó nada puntualmente. En esa escena no estamos diciendo que se enamoraron, sino que fue por compromiso. Por supuesto no queremos decir que los maridos se consiguen de esa manera y nunca vamos a promover que alguien se case a los 14 años”.

En la pantalla, lo cierto es que Las Pakapakas no se privan de nada. Como Victoria (10, Entre Ríos), que toca su acordeón Hohner con timidez, en Banda Sonora. O las pequeñas actrices de Brillante fútbol club, que le arrancan la cabeza a la muñeca para armar un picadito: ¡la hacen pelota! Y con la firma de la TV pública infantil se emitió por Encuentro el especial Fotos de Infancia, que abordó temas como el consumo, el cuerpo, los abusos.

“En cuanto a la perspectiva de género, nos planteamos cuánto avanzar con contenidos de educación sexual en la pantalla, qué sucede en el sistema educativo y las dificultades que hay en algunas provincias para aplicar la ley –dice Patricia Redondo–. En la fase de producción exploramos temas que aún no están en la programación. Nuestras preguntas constantes son cómo reflejamos también los problemas que los niños en su experiencia social viven cotidianamente, por ejemplo las experiencias traumáticas.”

La usina

La sede de Pakapaka parece la de Art Attack o el Museo de los Niños. Todo es bonito y nuevo. Las oficinas de producción están pintadas con rayas de colores. Naranja. Verde menta. Rojo. Verde manzana. En los estantes y sobre los mesones hay un montón de libros, material de consulta. Hay cacharros, souvenirs de grabaciones. Hay estatuillas, premios. En las islas de edición y en los centros de control hay monitores chatitos, modernos. Mucha gente joven trabajando. Se ve una pieza insonorizada y vidriada donde los más chicos hacen doblaje. Sobre una máquina de café, una caja para juntar elementos de bronce para hacerle un monumento a la mujer originaria. En el SUM, lleno de luz natural, muchas mesas blancas y un mural de Rep.

En este viejo edificio restaurado funcionan también Encuentro y DeporTV. Este flamante polo de producción de contenidos públicos está rodeado de árboles y de recuerdos, queda en la calle del fondo de la ESMA Recuperada.

¿Cómo será trabajar desde el Espacio para la Memoria? “Todo es más fuerte –contesta Fiorito–. Se pone en valor lo que tenemos que comunicar, resignifica nuestro trabajo. Te hace sentir otro compromiso con la infancia, la igualdad, los derechos. Acá no podés venir a presentar cualquier proyecto. Lo pensás mejor cuando atravesás la puerta de este lugar.”

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