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Viernes, 18 de octubre de 2013

MONDO FISHION

Los tricots para osos de Dalila Puzzovio

Touch me, Love me, Eat me, son los nombres amorosos de algunos de los atuendos en tricot con formato 46 x 56 centímetros que componen los ropajes para teddy bears (osos de peluche) ideados por Dalila Puzzovio. Son sus “Mitos manufacturados”, actualmente exhibidos en la galería Rubbers –Avenida Alvear 1595– y que dialogan con collages de arquitectura y zapatos atiborrados de pétalos, como también con la gigantografía de la artista emblemática del Di Tella, llamada El Deslumbre, y que la muestra vestida cual chica pin up con un mallot de animal print y un par de plataformas en violeta y dorado que compusieron de su mítica colección para Grimoldi. Asoman, además, las recreaciones de sus arty shoes, que fueron pioneros de cruces de la moda y el arte con la industria, derivados de su obra Doble Plataforma, en el Premio Internacional Di Tella, año 1967.

¿Cómo puede situar el origen de su tu fetichismo por los teddy bears? ¿Es coleccionista de osos de peluche?

–En 1997 me contrató la empresa Russ en Nueva York, para que diseñara el lay out del show room que tenían en Nueva Jersey y donde recibían a compradores de todo el mundo, mientras las oficinas de diseño estaban en el Soho. Ese fue mi mágico encuentro con el mundo del peluche, no tuve que hacer ningún esfuerzo para que me sedujeran. Toda la vida he sido una gran admiradora de Beatrix Potter, me fascinan sus acuarelas de animales vestidos, los tengo en pequeñas figuras de porcelana inglesa. Y en su colección de libros de cuentos. Si a ese tema le sumo mi locura por el tricot, se completa la ecuación. El teddy bear que tengo es Russ, pertenece a una edición limitada vintage. Cuando me lo regalaron traía un atuendo: de inmediato me provocó ganas de vestirlo con lana, otro tema donde lo paso fantástico, el tejido tiene la capacidad de hacernos sentir en un cocoon muy placentero. Mientras tejo un equipo voy inventando el próximo y es una fórmula muy parecida a la felicidad, hago muestras y tomo las medidas; no acostumbraba hacer moldería. Aunque ahora estoy haciendo tanto los dibujos de los puntos y los moldes cuanto los que había visto en mi niñez. Me encanta comprar lanas y clasificarlas en cajas según los colores.

¿De qué manera se construyó la secuencia fotográfica de teddy bears con sus ropas, planos detalles que ofician como correlato “del soporte textil” en la muestra?

–La secuencia fotográfica fue naciendo antes de que tuviera una cámara digital, cuando veía buena luz dejaba todo y corría hacia la luz natural; luego surgió la idea de hacer un libro y en la selección tuve como curador a Pablo Méndez. Tengo muchísimos más outfits y tomas. El resultado de las tomas tiene un clima a lo Annemarie Heinrich, pero sin intentar parecerse (corresponde aclarar que también en Rubbers hay un retrato de Dalila por Heinrich y que la muestra adornada con un foulard de osos tejidos engalanando un traje masculino). Cuando trabajábamos en diseño para Fabrics en Nueva York, con Charlie (se refiere a su pareja, el artista Charlie Squirru) seguíamos las noticias todos los días para estar muy informados y así leer las tendencias. Recuerdo que por entonces Elvis Presley cantaba “I just wanna be your teddy bear”.

Entiendo que los ideó hace una década. La serie está fechada en 2002 pero tiene absoluta vigencia; la iconografía de osos se refleja en las estampas de la moda actual.

–Fue un trabajo que no tuvo urgencias, simplemente el placer por el hacer. La impresión es casi textil porque fue hecha en un papel alemán de algodón. Considero que “Mitos manufacturados” es una obra que tenía demorada, aunque estaba muy presente. En algún momento la comenté y me dijeron: “Ay, va a parecer una copia de los osos de Alfredo Prior”. Si bien él es un artista al que respeto, considero que nuestros lenguajes son absolutamente distintos y para justificar que estoy recibida en la materia teddy bears sumé a la serie de ropas y de fotografías la reproducción de un dibujo que mandé al Premio Bonino de dibujo, al inicio de los sixties: la obra consistía en un juguete para recortar y armar que está en una colección particular. Recuerdo que en esa época Jorge de la Vega ganó el primer premio y yo el segundo, sin embargo él, que además de un gran artista era muy generoso, me dijo: “Vos te hubieses tenido que sacar el primer premio, tu obra es mucho más original que la mía”.

¿Considera que hubo un rescate del imaginario de sus célebres tricots para colecciones de moda?

–Los tejidos que hice para moda están tan presentes que los nombres que usé en los atuendos para osos pertenecen a una colección que diseñé y produje para Madame Frou Frou (la exquisita tienda de Rosa Bailón en la Galería del Este). Considero que hay una conexión absoluta porque mi debilidad por la moda estuvo siempre centrada en el tricot.

De tu último manifiesto arty se desprende el siguiente interrogante: ¿seguridad es estar a salvo o no estar solo? ¿Deberíamos rodearnos de sensores anti-tsunamis o abrazarnos a un teddy bear? Como también: “Sé que aparento estar creando un proyecto lúdico pero misteriosamente la obra de arte nunca deja de ser menos expuesta al peligro”. ¿De qué modo recurrió a la vestimenta como protección, sin dejar a un lado el fashionismo bien predicado?

–En cuanto a la vestimenta como protección sin dejar de lado el fashionismo, creo que siempre lo he practicado instintivamente, siempre busco lo que yo creo es mi proporción; el estilo me identifica y es donde me reconozco. La moda es un plano siempre extendido ante nuestros ojos, una expansión variada donde uno elige y en muchos casos desafiando las vanguardias. Considero interesante construir un abecedario de moda donde se puedan lograr narraciones para que cada uno cuente sus secretos de modo individual.

www.dalilapuzzovio.com.ar

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