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Viernes, 6 de diciembre de 2013

DERECHOS

Las fuerzas del género

Las mujeres militares se siguen abriendo paso en la estructura de las Fuerzas Armadas con una serie de agendas que las tiene como protagonistas: desde el debut en el último Encuentro Nacional de Mujeres hasta una diplomatura en género declarada de interés ministerial y abierta a personas de la comunidad lgbttibq.

 Por Roxana Sandá

En Puerto Belgrano, el 60 por ciento de lxs aspirantes a suboficial para ingresar a la Armada son mujeres, y también lo es el 15 por ciento de quienes integran las Fuerzas, es decir unas 10.000 mujeres militares en tiempos en que el ministro de Defensa, Agustín Rossi, inaugura nada menos que en un centro de entrenamiento en Campo de Mayo el aula Generala Juana Azurduy. Lo inédito no acaba ahí: por primera vez, una delegación de diez uniformadas participó del último Encuentro Nacional de Mujeres en San Juan, donde se votó por unanimidad que en el próximo, ya en Salta, habrá una comisión destinada a las mujeres militares y de las fuerzas de seguridad. Son episodios que siguen abriendo la brecha inaugurada por otros logros revolucionarios dentro de la estructura militar, como el matrimonio entre oficiales y suboficiales, entre personas del mismo sexo, la creación de una diplomatura en género declarada de interés ministerial y abierta a personas de la comunidad lgbttibq –que el martes próximo tendrá su acto de egresadxs–, los jardines paternomaternales en las unidades militares, el acceso de mujeres a las armas de Infantería y Caballería del Ejército, las oficinas de género y las de protección y atención contra la violencia intrafamiliar.

“Estos debates de problemáticas de género en el seno de las Fuerzas Armadas hubiesen sido imposibles hace diez años, cuando ni siquiera había mujeres empoderadas dentro de ellas”, dijo Rossi ante unas mil mujeres que el 28 de noviembre se reunieron en el Edificio Libertador para debatir sobre violencia de género e igualdad de oportunidades, en línea con el Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer. Una pena que la velocidad de las agendas periodísticas y el vértigo de la coyuntura política no permitan tomarle el verdadero peso específico a la cosa. Relean lentamente, por favor: debates sobre género, ciudadanía y derechos en el Edificio Libertador, epicentro del poder durante la dictadura, otrora sede operativa de Jean Nougués, general que se dedicó a afinarles a los militares argentinos los lineamientos y métodos de la doctrina francesa de tortura, interrogación y represión.

Treinta años de democracia, diez últimos clave en la (re) conquista de derechos, lograron que la nación volviera a tener olor a vida y rostro de mujer, quizá porque la categoría de género está indisolublemente ligada a la de nación, como dice la investigadora y docente María Inés de Torres.

Otra mujer, la directora de Políticas de Género del Ministerio de Defensa, Malena Derdoy, da continuidad a la expresión: “La perspectiva de la mujer es la que te permite caminar hacia una sociedad más igualitaria”, algo que Derdoy transita desde el Consejo de Políticas de Género para la Defensa y la Diplomatura en Género y Gestión Institucional creada en 2010 y dirigida por Dora Barrancos, “gran parte del corazón de esta iniciativa”, gratuita y con alma propia, superando (y traspasando) la idea de un mero instructivo para personal militar. “Es un espacio de formación muy alentador que surgió en el marco del Consejo de Políticas de Género, abierto a todo el mundo, que se cursa en el Instituto de Fuerza Aérea”, explica la funcionaria. “La Diplomatura es como un pequeño reflejo de una gran agencia y agenda de modernización de las Fuerzas Armadas y su interacción con la comunidad.” Unxs 85 inscriptxs de Justicia, Seguridad, Policía Federal, por nombrar algunos sectores, cursan materias donde género se entrecruza con accesos y derechos, con violencias, cuerpo y salud, defensa, historia y talleres especiales que promueven trasladar la teoría a prácticas concretas en los ámbitos de trabajo. “El año pasado cursó personal transgénero de la Policía Federal, y esto habla del grado de apertura de una experiencia enriquecedora.” Se van replicando voces que comprueban el terreno ganado, como la de la oficial del Ejército Luz Perdomo, integrante de la primera delegación que participó del Encuentro Nacional de Mujeres. “Pudimos compartir debates con maestras, obreras, amas de casa, científicas y estudiantes de todas las provincias; escuchamos y fuimos escuchadas. En San Juan se votó por unanimidad que en el próximo Encuentro, en Salta, habrá una comisión de trabajo más, destinada a las militares y a mujeres de las fuerzas de seguridad.” O la de la mayor Julia Franco, enfermera del Ejército que participó de la jornada del 28 de noviembre en el Edificio Libertador, después de casi treinta años de carrera. “Este es un momento muy importante para las mujeres que visten el uniforme argentino. Reflexionamos sobre cuestiones que a veces no se visibilizan del todo, que en algunos casos están en nuestro día a día y por alguna razón no las detectamos. Hoy celebramos que muchas cosas cambien. Por ejemplo, las militares que son mamás ya no tienen que andar eligiendo entre la familia y la vocación, porque aparecen espacios institucionales para acompañarnos.”

A Malena Derdoy le entusiasman los números. Ayudan a descorrer la “fraternidad” histórica para profundizar la matriz sustancial de la “sororidad”, como postula Marcela Lagarde.

“Se ampliaron a diez los días de licencia por una paternidad responsable. Hoy funcionan dieciséis jardines paternomaternales y cuatro próximos a inaugurar. Hay más de 400 mujeres desplegadas en Operaciones de Mantenimiento de la Paz desde 2005.” Son 17 las oficinas de género destinadas a las tres armas, distribuidas en todo el país, y 10 los equipos multidisciplinarios de atención a la violencia en diferentes ámbitos militares.

En el Consejo de Políticas de Género que encabeza Derdoy, la palabra circula de manera horizontal. “Somos veintiún personas que nos reunimos a diagramar políticas y la voz cantante la tienen las protagonistas, pero en plural, no podemos arrogarnos ninguna individualidad”, concluye. “Oficiales y suboficiales dan cuenta de avances impensados; muchas pasaron por situaciones de resistencia para poder sostener su trabajo, y hoy son actoras. Siempre hay agendas para profundizar.”

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Imagen: DyN
 
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