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Viernes, 6 de diciembre de 2013

Yo voy en tren, voy en avión...

 Por Guadalupe Treibel

Harto conocido: el cuerpo habla, dice, grita, vocifera, aun cuando la persona no haya emitido palabra. El comportamiento kinésico o, en su forma más popular, “lenguaje corporal” se lleva buena porción de las interacciones cotidianas: una sonrisita forzada, desafortunadas cosquillas, la mano sobre el hombro; todo significa algo. La manera en que la gente se sienta en el transporte público, también. En Body Politics; Power, Sex and Non-Verbal Communication (1977), la feminista Nancy Henley ponía negro sobre blanco a la hora de ubicar su lupa en cómo los cuerpos femeninos y masculinos transitan el espacio social. En ese sentido, los despliegues varoniles hablan su propio lenguaje: abriendo las gambas, exhibiendo con gloria la divina genitalidad, ubicando sus manos tras la nuca, se los ve ocupando (más) espacio, gesto territorial que repiten “naturalmente”. En contraste, a las ladies se les solicita estarse como un nudo: las rodillas bien juntitas, los brazos cruzados cubriendo otras partes pudendas, la cabeza gacha, y cuanto menos lugar, mejor. ¿Discursos de poder? Discursos de poder. ¿Consecuencia del patriarcado? Yes, verdad y consecuencia.

Por suerte existe una vengadora anónima (podría ser un “él”, no nos adelantemos) que –con humor y don de observación– aprovechó las bondades que brinda Internet y fundó Men Taking Up Too Much Space on the Train (Hombres ocupando demasiado espacio en el tren), un sitio web que reúne imágenes de tipos territoriales en ferrocarriles, subtes, buses, muchas veces empujando a las señoritas de sus costados a un destino estrujado, incómodo, francamente comprimido. Tomadas en distintos puntos geográficos (Boston, Nueva York, Los Angeles, París, Lyon, Washington, Londres, Filadelfia, etc.), las fotografías son anónimas en tanto los “musos” no saben que han inspirado la captura. Recién se enterarán si alguien los alerta acerca de la existencia de este Tumblr viral, que ya ha recibido mensajes de iracundos machos pistola. Un NN, por ejemplo, sintió el imperativo de enviar las siguientes palabras: “Hacé que te crezcan un par de bolas y tratá de cerrar tus piernas. Dejate de joder, feminazi”. La feminazi, entonces, le respondió: “Gracias por tu contribución a ‘Hombres defendiendo sus genitales: Un superpoema’. Hacía rato que un hombre no me hablaba de una parte del cuerpo que ya tengo y estaba empezando a temer que mi presencia online estuviese inhibiendo la libertad poética. Sos un insecto. Los mejores deseos, MTUTMSotT”. La amabilidad, ante todo.

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