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Viernes, 30 de mayo de 2014

VIOLENCIAS

Triple violación

El 16 de marzo la joven estudiante de comercio exterior Giuliana Peralta, de 22, fue al departamento de un amigo de su pareja informal, Martín Benítez. Denunció que allí fue violada por el jugador de Independiente Alexis Zárate. Los medios la revictimizaron diciendo que ella había participado de una fiesta sexual y que escondía su deseo de ser botinera como Wanda Nara. El juez Luis Carzoglio le echó la culpa a la promiscuidad y al descuido de la familia. La mamá de Giuliana, Patricia Urbina, defiende a su hija, cuenta cómo sufre en la intimidad y pide la solidaridad de otras mujeres para que con la revictimización judicial y mediática no se desalienten otras denuncias de violación.

–¿Es culpable o inocente Alexis Zárate? –le preguntó María Belén Aramburu al abogado penalista José Luis Ferrari en C5N.

–Es una relación típica de una pareja que decide incorporar a un tercero para una noche distinta –aseguró Ferrari.

–¿Era novia de Martín Benítez Giuliana? Lo que declaró Alexis es que si hubiera sido la novia de un amigo nunca hubiera estado en la cama con ella, y que ella insinuó una relación, por lo cual es consentida...

–Ella se arrogaba una relación y él no le daba importancia. Era una amigovia y el chico la tenía como una chica de compañía. Era una amiga con derecho a roce. Evidentemente la situación de sexo fue consensuada.

–¿Por qué usted lo tiene tan claro?

–Estas situaciones se producen en el marco de menores que carecen de control por parte de los padres en el marco de promiscuidad. Intentaron jugar un juego sexual y la situación culmina dentro de la chica sin haberse cuidado. (...) Decidieron tener sexo entre tres y terminó mal cuando la chica se arrepintió. (...) Si fuera mi hija no duerme en un departamento con tres caballeros. (...) Evidentemente fue una relación consensuada, no hay lesiones genitales, marca o violencia que pueda dar veracidad a lo que dice la chica. (...) Las jóvenes argentinas quieren ser como Wanda Nara e irse de shopping al exterior.

El abogado José Luis Ferrari no tuvo cuidado con sus declaraciones. Ahora esa emisión televisiva está siendo analizada por entes estatales para ver si existió violencia mediática.

El Observatorio de Radio y Televisión contra la Discriminación que integran el Inadi, el Consejo Nacional de las Mujeres y Afsca están realizando acciones para colaborar con el caso. Mientras que también el Observatorio de Fútbol del Inadi está evaluando el tratamiento mediático de la denuncia de violación.

Pero más allá de la responsabilidad de una periodista y un medio de comunicación, el efecto de esas palabras fue devastador para Giuliana. “¿Hicimos bien en hacer la denuncia?”, le preguntó la joven a su mamá. La condena televisiva la puso en jaque. Por eso, Patricia Urbina, su mamá, decide no sólo apoyarla en la intimidad de las caricias y los alientos para que pueda reconstruirse como una víctima activa y salir adelante. También para que otra voz sea escuchada, y por eso convierte su relato ante Las/12 en otra de las formas de amparar a su hija. “Giuli es una persona extremadamente buena, sensible, tranquila. Después de la violación, cualquier situación le provoca ira. Está muy susceptible. Tiene odio al violador, a las injurias, al juez, al morbo popular. Convivir con una hija violada es un sufrimiento constante. Y además siento mucho dolor por el tratamiento que se le da en los medios. Le tienen que creer, necesito demostrarles que la violación existió”, dice Patricia, que trabaja en el sector operativo de una empresa multinacional, en el anochecer del centro de Quilmes, con una serenidad impuesta en el temple de encontrar una nueva forma de enfrentar la vida.

¿Qué pasó el 16 de marzo?

–Giuliana viene a mi casa y me cuenta con la cara desfigurada en llanto, los ojos hinchados, que la habían violado. Empezamos a abrazarla y a pedirle que nos contara qué pasó. Vino el padre (Sergio Peralta, ingeniero y profesor de la Universidad Tecnológica Nacional de Avellaneda) y empezamos a gritar con mi otra hija, Melanie, de 16 años. Nos subimos inmediatamente al auto con mi ex marido y fuimos al departamento: “Salí, violador, violaste a mi hija”, empezamos a gritar. Salieron los vecinos y nos dijeron que el muchacho –Alexis Zárate– no estaba. No sé cómo íbamos a reaccionar porque estábamos muy alterados. Mi hija ni lo conocía. Lo había visto dos veces pero no había hablado con él.

¿Cómo te contó que la habían violado?

–Ella llegó a las ocho de la mañana a casa. Yo no estaba. Tengo a mis padres enfermos, entonces tengo que ir a levantar todas las mañanas a mi papá, que es hemipléjico. Yo le había mandado un mensaje para ver cómo estaba y me dijo: “Estoy llegando”. Yo sabía que había ido a bailar y más o menos llegan a esa hora, entonces me quedé tranquila. Cuando abrí la puerta de su habitación estaba oscura. Ella se estaba haciendo la dormida porque no sabía cómo contármelo. Al mediodía la volví a buscar y ahí la vi destrozada y le empecé a preguntar qué pasó. Comenzó a relatar con gritos y llantos lo que le había sucedido. Y para nosotros fue desgarrador verla en esa situación. Yo insistí para que se bañara. La verdad es que una no tiene noción de qué hacer o no hacer cuando pasan estas cosas en el hogar. Ella me dijo: “Mamá, me quiero bañar, me siento asquerosa”. Se miraba el cuerpo y me decía: “Por favor, me quiero bañar”. Yo le decía que sí y sentía lo mismo que ella: asco de lo que le habían hecho y quería que se sacara la ropa con la que había salido de ese departamento: un short y una remera. Después fuimos a hacer la denuncia.

¿Giuliana tenía miedo de hacer la denuncia o estaba convencida?

–Ella estuvo siempre convencida y el papá (Sergio) también. Yo tenía un poco de miedo de la policía, porque una siempre ve los casos de mujeres golpeadas que las maltratan y me daba impresión de que iba a ponerla más en riesgo. Pero en todo momento tuvimos la convicción de hacer la denuncia.

¿Cómo fue que empezó todo?

–Ella quería verse con Martín (Benítez) porque se conocían hacía más de dos años. El había estado en su provincia (Misiones) y no lo había visto en todo el verano. Ella me había dicho que lo iba a ver a Martín.

¿Cuál era su relación?

–Ellos no se llamaban novios formales, pero sí había mucho cariño y salieron durante dos años hasta el día de la violación. Ella estaba muy entusiasmada. Y todavía dice que está enamorada de él.

¿Los dos querían verse?

–Había un entusiasmo mutuo de encontrarse. Ella me estuvo mostrando todos los mensajes en donde le decía: “Estoy en tal boliche con amigas, venite” y él le contestaba: “También estoy con amigos, voy para allá”. Fueron a bailar a Lyndin en el centro de Quilmes. Estuvieron, bailaron, tomaron algo y él le propuso ir al departamento del amigo (Alexis Zárate). Ella le preguntó por qué no iban ir a un hotel para estar solos, nunca tuvo la intención de ir a ese lugar.

¿Giuliana prefería estar sola con Benítez?

–Fijate la intención de ella que incluso siendo la mujer le propone ir a un hotel para estar a solas. Ella quería estar sola con él como siempre cuando estuvieron juntos, en su casa o en mi casa, o donde decidían.

¿Vos lo conocías?

–Sí, sabía quién era. El venía a casa a buscarla y yo la acompañaba hasta la puerta y lo saludaba. Sabía perfectamente de la relación y lo que mi hija sentía por él. Me parecía que era un buen chico, porque ella me hablaba de él con mucho cariño. Aparte mi hija es muy buena y sensible y tiene que estar con alguien como ella.

¿Cómo es que van a lo de Zárate?

–El le dice: “Me quedé sin un mango porque me gasté todo en champagne”. Y van con el auto de Giuliana, un Suzuki que se compró con mucho esfuerzo, estuvieron juntos, tuvieron relaciones, se quedaron acostados durmiendo abrazados. Después llegaron los otros muchachos (Alexis Zárate y Christian Nicolás Pérez). Ella no salió en ningún momento de la habitación. El abusador entró a la habitación sin golpear y sin llamar para sacar un cargador cuando estaban durmiendo. Era una actitud invasiva.

¿Vos pensás que Benítez la entregó o que no se dio cuenta de lo que pasaba?

–Yo tengo mis dudas por cómo Giuliana hablaba de él y consideraba que era una buena persona.

¿Qué opinás de las declaraciones de Zárate, que dice que Giuliana se insinuaba?

–Vi en la tele las declaraciones de su abogado que remarca que era “su” casa como si fuera un poderío. Es como si fuera su casa y mi hija era un objeto de su casa. Eso a mí me cae muy mal. Me da un veneno terrible, esas cosas de poderío y de tener el poder sobre las cosas y las personas es espantoso.

La idea que quieren imponer es que una mujer no puede elegir con quién tener relaciones sexuales...

–Hay dos contradicciones. Zárate dice que habían tenido relaciones grupales y Benítez que no. Zárate dice que ella empieza a gritar porque él acabó adentro. Benítez recalca lo que dice mi hija y que ella gritaba: “Abusó de mí, abusó de mí”. Además no era ése el problema porque ella tomaba anticonceptivos y eso lo declaró en la comisaría, cuando le preguntaron si le daban anticoncepción de emergencia.

¿Qué opinás de las declaraciones de las dos chicas que fueron al departamento con Zárate y Pérez y que dijeron que a ellas no las habían abusado?

–Hay que ver por qué la chica no quiso tener relaciones con él. Yo creo que estaba borracho y estaba violento. Por algo se fueron. ¿Para qué vinieron de Quilmes a Wilde? No creo que para estar diez minutos.

¿Vos creés que ellas se asustaron?

–Ellas por algo se fueron, para mí estaba borracho y violento.

¿Cómo se desencadenó el abuso?

–Ella se encuentra con él atrás de ella sosteniéndola fuertemente del brazo. El eyacula en un segundo. No le estaba haciendo el amor. El salió de la otra habitación preparado para abusarla.

¿No usó preservativo?

–No, para nada.

¿Benítez y Pérez le soltaron la mano a Giuliana para defender a su amigo?

–Sí, totalmente. La familia les tendría que haber enseñado a decir la verdad. Cada uno tiene sus intereses económicos, pero para vivir tranquilos deberían decir la verdad.

El prejuicio que se difunde en los medios es que fue una fiesta sexual y no una violación. ¿Ella nunca pensó que se podía llegar a decir eso cuando denunció?

–No, para nada. La verdad es que ninguno de nosotros estaba preparado para algo así... Nunca pensamos que esto a los dos días iba a estar en los medios como una gran noticia con fotos de mi hija recién violada. Fue un dolor devastador para ella verse en las fotos. Decían que ella quería fama. Y ella no quiere subirse a un colectivo y que comenten.

La idea mediática es que hacer una falsa denuncia es fácil sin conocer todos los costos que tiene para una mujer enfrentar un proceso por violación...

–Sólo en las pericias tuvo que estar dos horas con el médico examinándola y eso fue muy doloroso para ella. Nosotros trabajamos y no necesitamos plata. Y mi hija lo que menos quiere es fama. Ella no quiere exponerse, por eso prácticamente no sale de mi casa.

La imagen de las supuestas botineras que se quieren casar con un jugador de fama para conseguir prensa y dinero es un boomerang que se usa contra muchas mujeres y, especialmente, en este caso donde se denuncia a un jugador de fútbol por abuso...

–Un adulto puede tener resistencia para soportar los ataques en los medios, pero para una joven es devastador. Ella lee comentarios y la ponen en un estado de llanto completo. Para ella es horrible estar sintiendo esta violencia mediática. Ella es la víctima y fue abusada por este muchacho. No debería ser así. La sociedad debería estar acusando al violador, si no parece que estamos haciendo apología de la violación.

¿Qué actitud tomó Independiente?

–Una cosa fue la etapa en donde estaba (Javier) Cantero, que tuvimos el gusto de conocerlo a él y a su familia, y con la moral bien alta se manejó alejando a los jugadores del plantel y los apercibió. Después, cuando Cantero renunció (a la presidencia de Independiente) vinieron otros empresarios y corporaciones y vimos la diferencia. Tengo entendido que estos chicos valen cierto dinero y quieren defender sus intereses para que no se les corte la carrera. Siempre deseé que sus madres me hablaran, pienso que me largaría a llorar y ellas entenderían el sufrimiento que se siente.

¿Cómo la afectó a Giuliana el cambio de actitud en Independiente?

–El peor día fue cuando los dejaron volver a entrenar. Yo creí que (Giuliana) se iba a hacer daño. Toda la noche estuve revisando si estaba bien. Se puso a llorar de una forma desconsolada. La queríamos abrazar y no se dejaba. Fue el peor día. Me decía: “¿Cómo puede ser mamá que yo esté encerrada todo el día, no puedo dormir, no puedo concentrarme? El dice que yo le arruiné la carrera y a mí me arruinó la vida, y ahora está jugando de nuevo como si nada. Me pedía explicaciones y yo no le podía explicar nada. No debería ser así. Ese chico debería estar en la cárcel. Su minuto de gloria para nosotras es un infierno. El tiene que pagar y que la Justicia se encargue de él.

¿Qué es lo que más lastima a Giuliana?

–Sí, hay algo que es lo que más le afecta: los comentarios de las mujeres. No puede creer que otras mujeres digan tantas barbaridades. Ella llora, llora mucho.

¿La cobertura mediática fue una segunda violación?

–Sí, por un lado la violación psíquica y física, por otro lado la Justicia, en donde nos tocó un juez nefasto y además la violencia de los medios en donde hacen muchos comentarios dolorosos. Ella me dijo: “¿Hicimos bien en hacer la denuncia?” cuando escuchó lo que decía Ferrari en C5N. Después la psicóloga la convenció de que hizo bien. Nosotros consideramos que es una chica muy valiente, apoyamos su decisión y queremos que salga adelante y que haya una condena. Pero si no llegara a pasar sería terrible para las chicas violadas.

¿Cómo está Giuliana?

–Eramos una familia feliz y ella no puede hacer nada de su vida. No habla de futuro. Vive el hoy amargada. No tiene noción de cómo salir de esta situación. Y no quiere seguir estudiando. Ella no quiere salir, ni vestirse, ni pintarse. Salió una sola vez con sus amigas a una reunión y dijeron barbaridades, por eso no quiere salir más. También sus hermanos están expresando malestares en el colegio. Es un drama familiar.

¿Cómo la ayudan?

–Con afecto. Tiene a su familia y sus seis amigas y en el trabajo la apoyan. También buscamos el respaldo de la Casa del Encuentro. Pero ella quiere que se haga justicia.

El juez (Luis Carzoglio) sostuvo que esto es culpa de la promiscuidad y la falta de familia. ¿Cómo le contestás a ese dictamen?

–Fue totalmente parcial, demuestra que tiene intereses con la parte del violador. No es verdad que no haya familia. Somos padres que cuidan a sus hijos como tesoros. Pero a ella le arruinaron la vida. Yo tengo esperanza de que la verdad va a triunfar.

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