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Viernes, 22 de agosto de 2014

CINE I

Las reencontradas

El documental La forma exacta de las islas arriesga un acercamiento distinto al conflicto de Malvinas desde la exploración del dolor, en la mirada personal de una mujer.

 Por Silvina Herrera

Malvinas como el destino de un viaje de una mujer que va a buscar respuestas a un conflicto que sigue sin resolverse; Malvinas como el tema de una tesis sobre las islas y la literatura; Malvinas como el regreso de los ex combatientes que intentan reconstruir una historia que los involucró sin quererlo, y Malvinas como el lugar donde viven personas en su mayoría con un deseo de ser ingleses, pero también con la minoritaria pero incipiente idea de una posible autodeterminación. Todos estos ejes están presentes en el documental La forma exacta de las islas, dirigido por Daniel Casabé y Edgardo Dieleke, y protagonizado por Julieta Vitullo, la joven que viaja a Malvinas primero en 2006 y luego en 2010 para terminar de brindar su testimonio. “Luego de haber pasado tres años investigando el tema de las islas para mi tesis, desde mi historia se podía contar también la de los ex combatientes, y se podía explorar la cuestión del dolor y de cómo es posible contar experiencias dolorosas de otros”, asegura.

La narración del documental por momentos se vuelve intrincada, por las distintas líneas argumentales que se cruzan y los tiempos cronológicos que van y vienen, pero el modo de abordar el tema Malvinas, desde el compromiso hasta la filmación de la ciudad y el lugar donde sucedió la guerra, resalta por su profundidad de análisis. Julieta cuenta el proceso de creación del documental: “En primer lugar quise ir para ver con mis propios ojos el lugar sobre el que tanto había leído y escrito durante mi trabajo de tesis doctoral. La crónica de ese viaje, al que luego se sumó un segundo viaje, fue parte del epílogo de mi libro Islas imaginadas. La guerra de Malvinas en la literatura y el cine argentinos. En la tradición de textos de divulgación, y desde los trabajos políticos o reivindicatorios de la soberanía, las Malvinas eran un espacio que había sido construido casi siempre desde el desconocimiento. Por otro lado, los textos literarios construían un espacio ficcional. Así que yo quería experimentar este espacio físico de las islas que hasta ese momento habían sido solamente construidas a partir de relatos de segunda mano o desde la imaginación”.

Una de las escenas destacables del documental es cuando Julieta filma a los dos ex combatientes en la habitación del hotel. Uno de ellos se deja llevar por la memoria emotiva de haber vuelto a Malvinas y brinda un análisis discursivo personal, íntimo, pero también colectivo sobre la mayor parte de las cosas que pueden decirse y pensarse sobre el conflicto en las islas: que la guerra no se planteó por un hecho soberano, que hubo un pueblo inmaduro que apoyó en lugar de oponerse y una responsabilidad compartida, y la disputa que continúa entre la Argentina y Gran Bretaña. En el medio del hecho histórico y político, la protagonista también relata el dolor por la pérdida de su embarazo. “Mi embarazo se relaciona con el proyecto desde el principio, en primera instancia como una experiencia muy feliz que yo quería contar en un documental sobre el que empezamos a pensar y trabajar con Edgardo y Daniel. La película, mi embarazo, el hijo que perdí, todo está íntimamente ligado para mí. No fue fácil manejar ciertos límites de lo que se cuenta y lo que no se cuenta, y decidir hasta qué punto quería exponerme, ya que se trata de una experiencia íntima y además dolorosa. El documental está siendo visto por miles de personas, lo que me hace pensar que la historia de ese embarazo, que fue feliz y al mismo tiempo muy difícil, tiene una trascendencia que me supera. Para mí, que no creo en Dios, ni en la vida después de la muerte, esa idea es muy potente”, afirma.

La forma exacta de las islas hace pensar sobre un conflicto que todavía está lejos de su resolución y apuesta a la posibilidad de “diálogo entre las personas y a un intercambio cultural”.

En el Malba. Sábados de agosto a las 18. En Espacio Incaa Gaumont. Todos los días, a las 17.30.

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