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Viernes, 26 de septiembre de 2014

Muy bien, diez

COSAS VEREDES La historietista estadounidense Alison Bechdel –creadora “involuntaria” del famoso Test de Bechdel– ha recibido el premio MacArthur que acredita lo evidente: su genialidad.

 Por Guadalupe Treibel

¡Enhorabuena! Por demostrar “méritos excepcionales y prometer un continuo y mejorado trabajo creativo”, la historietista estadounidense Alison Bechdel ha recibido el oficialísimo mote de “genio” otorgado por la fundación MacArthur a destacados figurones de variopintos ámbitos, laboriosas figuras que intentan hacer del mundo un lugar mejor. Personajes que este año incluyeron a Sarah Deer, abogada defensora de tribus nativas norteamericanas, en particular de sus mujeres en riesgo por violencia doméstica o sexual. O Jennifer L. Eberhardt, psicóloga social especializada en códigos raciales que estigmatizan. O Pamela Long, historiadora independiente de ciencia y tecnología... En fin, algunas laureadas que se suman a una lista de 21 personas que, además del título, han sido beneficiadas con la nada desdeñable suma de 625 mil dólares. Para usar como les venga en gana, dicho sea de paso; al fin de cuentas, se trata de una inversión en “originalidad, perspicacia y potencial”. De mentes geniales, por supuesto.

Entonces, Alison Bechdel, segunda historietista en recibir el premio en sus 33 años de historia. Una descripción institucional a medida: la de dibujante gráfica, autora y militante feminista que “explora las complejidades de las relaciones familiares en trabajos de varias capas usando la interrelación entre palabra e imagen para tejer sofisticadas historias”. Y luego: “Su manejo de la narrativa secuencial y su estética como artista visual ya fue establecido en su larga tira cómica Dykes to Watch Out For (1983-2008), que capturaba realísticamente la vida de mujeres en la comunidad lesbiana, entendiéndolas como seres influyentes y seres influenciables en y por los eventos políticos y culturales del día a día”. Entonces, el primer (gran) logro: visibilizar la comunidad LGBT en obras que pegaron el salto desde la contracultura queer a la escena mainstream. Entonces, la merecida coronita.

Porque al éxito, publicación y traducción a múltiples idiomas de Dykes... –que, acorde con la propia definición de su creadora, se trataba de una “seudo columna de opinión serializada en forma de novela victoriana”–, los acompañaron el éxito, publicación y traducción de Fun Home: A Family Tragicomic. Allí, en tono confesional, Bechdel indagaba en la relación con su padre, y el gesto valiente –sumado al talento, por supuesto– le valió un pilón de galardones (incluidos el Glaad Media Award, el Stonewall Book Award, etcétera). Le valió también versiones al español, mandarín, francés, italiano, alemán y coreano; y una festejada adaptación a las tablas, gracias a un homónimo y aclamado musical off Broadway que en abril próximo hará su debut en Broadway. Eso sin contar su pieza Are You My Mother?: A Comic Drama, sobre el tumultuoso vínculo con su madre. Ni sumar cómo, de 2013 a la fecha, AB dio el batacazo final con la creciente popularidad del glorioso Test de Bechdel, herramienta que creó involuntariamente casi tres décadas atrás y que a la fecha se mantiene más vigente que nunca.

Para quien desconozca de qué trata, el asunto es así: en el ’85, un comic bosquejaba a dos señoritas conversando; una le proponía a la otra ir al cine y esta última le respondía que sólo veía películas que cumplieran tres requisitos elementales: “UNO, tienen que salir al menos dos mujeres que, DOS, hablen entre ellas acerca de, TRES, cualquier cosa que no tenga que ver con los hombres”. ¿El remate? Optar por un plan b, de cara a una cartelera que evidentemente no consumaba aquellas necesidades básicas. Dicha entrega (titulada “The Rule”, “La regla”) de la ya mencionada Dykes to Watch Out For (en españolísimo, “Unas bollos de cuidado”) se esparció cual reguero de pólvora estos últimos tiempos, siendo utilizados sus simples pasos por medios gráficos para detectar en cinco minutos –o menos– la mala representación femenina en el cine y la brecha de géneros. En otras palabras, el sexismo en pantalla grande.

Aunque lejos de la infalibilidad (las mal llamadas chicks flicks a menudo pasan el test, pero en tantísimos casos no aportan capas sobre la representación de la mujer en el cine; es más, dan de comer a los lobos, alimentando preconceptos misóginos), el método sencillo y entretenido ha permitido poner el foco en la falla de Hollywood –y la industria en general– al momento de ofrecer al público roles femeninos de peso, con profundidad y desarrollo. Así, lejos del chascarrillo original, hoy es altamente considerado, incluso a nivel institucional... Porque ya no sólo es habitual ver notas que hacen mención de películas bochadas o aprobadas según el Test de Bechdel; desde fines del año pasado, el Instituto del Cine Sueco comenzó a emplearlo para acreditar qué films fomentan la igualdad, otorgándoles calificación y visto bueno, antes de distribuir la cinta en salas. Por tanto, ¡enhorabuena! La genialidad de su creadora ha sido oficializada. Y la del test también, gracias a usuarios/as que han comenzado a concentrar la atención en un tópico tantas veces omitido: el de la ínfima presencia de realistas muchachas de peso en el séptimo arte.

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