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Viernes, 10 de octubre de 2014

ENCUENTRO NACIONAL DE MUJERES

Salta la fea

La 29ª reunión histórica se realiza, por segunda vez, en Salta, que acaba de declararse en emergencia por la violencia de género. La provincia enfrenta un juicio por imponer el dictado de contenidos religiosos en escuelas públicas y volvió a ser noticia por el femicidio de una maestra rural. En sintonía, una fuerte movida conservadora repudia la llegada de más de treinta mil mujeres a las que acusan de querer destruir a la familia, invadir la ciudad y legalizar la pedofilia. Pese a tantos frentes hostiles, el encuentro se celebrará en una oleada horizontal y multiplicadora de voces, contra viento y marea.

 Por Luciana Peker

“Atrévase a soñar”, proponía la televisión naïve donde una mujer salía del decorado achanchada y volvía a ingresar renovada. La magia consistía en sumar producción a la simpleza de todos los días. El truquito, con los años, quedó recargado, por los mandatos fashionistas con los que bombean los medios todo el día, todos los días. Pero hay un lugar, otro lugar, incluso con un territorio vertiginoso, interior e intercambiable, que sí produce una transformación real en apenas setenta y dos horas. Algo mucho más profundo que el make up mediático que se propone como opción de cambio. Ninguna mujer vuelve igual que cuando llega. “Algo cambia en cada mujer que participa”, dice el lema de esta forma de discusión democrática, horizontal, multiplicada, en la que cada participante tiene la misma voz y voto y el asombro por ser una marea, siempre salpicando la sal de su propia historia, siempre acarreando agua nueva.

El 29º Encuentro Nacional de Mujeres (ENM) se realiza, este año, en Salta. Se calcula que van a llegar entre 35 y 40 mil mujeres y ya 22 mil participantes reservaron su lugar para dormir en escuelas, sindicatos y centros vecinales. El lugar fue elegido el año pasado, en San Juan, por una votación sin sobre y con ecos de aplausos. “Salta es la provincia que lidera los primeros puestos en femicidios y ahora recibirá a cientos de mujeres. Ya fallecieron catorce mujeres este año y eso habla de la poca asistencia de un Estado provincial que recién ahora declaró la emergencia en violencia de género”, contextualiza la periodista salteña Lula González.

La opción tiene que ver con las problemáticas que enfrentan las mujeres en los lugares de la Argentina profunda, lejos de las cámaras y, muchas veces, de esas otras mujeres que acompañan las luchas. La provincia es fuertemente conservadora. Y eso tiene costos. Una docente rural, de la escuela albergue Nº 4161 del Paraje Bobadal, a 60 kilómetros de Tartagal, Evelina del Carmen Murillo, de 42 años, fue asesinada el 3 de octubre, a las diez de la noche, por defender a otra mujer que fue a pedirle auxilio porque su marido la quería asesinar. El agresor asesinó a Evelina frente a los alumnos que huyeron por el monte y no contaban ni con una línea de comunicación para pedir auxilio. En septiembre, el gobierno declaró la emergencia en violencia de género. Y, a la vez, las mujeres son mandadas a cocinar empanadas si pretenden manejar un colectivo (como le pasó a Mirtha Sisnero, que espera que la Corte provincial ponga en marcha el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que la habilita para trabajar en el transporte público) y la educación religiosa se imparte en las escuelas públicas.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación tiene en estudio, desde el 16 de septiembre pasado, un amparo colectivo –impulsado por una ONG y un grupo de madres– contra la obligatoriedad de la educación religiosa, que comenzó a circular por las distintas vocalías del máximo tribunal, el 8 de octubre. El director de Litigio de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC), Alejandro Segarra, explica el pedido para que se garantice la neutralidad religiosa en la educación pública: “Se solicitó que se declare la inconstitucionalidad de la Ley de Educación local que establece impartir educación religiosa dentro del horario de clase en las escuelas públicas de Salta. La acción persigue también que se declare la inconstitucionalidad e ilegalidad de las actividades de los funcionarios escolares que imponen la enseñanza obligatoria de religión católica en las escuelas públicas de la provincia, vulnerando los derechos constitucionales de libertad de culto, religión y creencias, derecho a la igualdad, a la educación libre de discriminación, a la intimidad y principio de reserva, libertad de conciencia y respeto a las minorías étnicas y religiosas”.

El pecado de la libertad es parte del ABC escolar. Y demonizar al Encuentro también es tarea en escuelas religiosas. Victoria Liendro, directora general de la Diversidad en Salta, denuncia: “Los discursos contra el ENM son terribles y colocan a las feministas como las que vienen a destruir y a hacer desmanes a Salta. Todo un discurso antiderechos, patriarcal, misógino y lesbofóbico, dado que también dicen que las lesbianas no pueden tener hijos y que, por eso, están a favor del aborto. Estos sectores, que están organizados, han vuelto a ponerse con actitudes totalmente peligrosas para con nuestros jóvenes, a los que les muestran en los colegios, y sin que los controle el Ministerio de Educación, los daños provocados por pocas compañeras en el anterior Encuentro de San Juan”.

¿SEGURIDAD PARA QUIENES?

Salta marca la geografía más resistente a los cambios. Y también el lugar de llegada de las mujeres para promover ese cambio. “El 11, 12 y 13 de octubre un grupo de extremistas vienen a destruir tu ciudad. ¿Lo vas a permitir? Cuidado Salta”, reza un afiche en el Facebook del grupo autodenominado “La violencia de las mujeres autoconvocadas”, creado especialmente para repudiar el Encuentro de Mujeres. Esta vez, las redes sociales también sirvieron a los sectores aggiornadamente reaccionarios para juntar firmas, para que el gobierno de Juan Manuel Urtubey garantice la seguridad en el Encuentro. ¿La seguridad de las mujeres o de las paredes?

Por un lado, los sectores conservadores realizaron una amplia campaña contra el Encuentro y para boicotear las redes necesarias en las escuelas –donde se realizan los talleres y duermen muchas participantes– y calles salteñas. Pero también promueven que las fieles católicas participen del Encuentro, no para enriquecer la diversidad de voces, sino para deslegitimar los mandatos colectivos, por ejemplo, sobre la legalización del aborto. “Nuestro pacto con el Señor y con la Virgen del Milagro nos invita a testimoniar el valor de la vida, la familia y la dignidad de la mujer”, dice un folleto que se reparte en las iglesias. El argumento es que el Encuentro busca imponer la ideología de género que pretende destruir a la familia –un mismo discurso en sectores reaccionarios de Francia y del norte argentino–, que pretende instalar derechos para las variadas identidades sexuales que proponen el alquiler de vientre y adopción para homosexuales. Pero un argumento que va más allá de un sonrojo pacato es que asocian los valores del Encuentro con la legalización de la pedofilia. No sólo no es cierto sino que los argumentos de los agresores sexuales de menores en Argentina buscan deslegitimar la lucha contra la violencia de género con los mismos argumentos que estos sectores religiosos: promoviendo la idea de familia aunque llueva, truena o haya delitos sexuales y tildando de dictadura a la promoción de la igualdad de género.

¿Y por qué si se oponen al Encuentro promueven participar en el Encuentro? Es una estrategia de intentar generar choques y desactivar su potencia. “Te invitamos a participar en este encuentro y hacerlo con una numerosa presencia. Acercate a tu parroquia, movimiento, grupo de oración... ¡Ellos se están preparando!”, pregona el grupo “Salta vuelve a jugarse por la vida y por la familia”. No es una oposición quieta sino que intenta deslegitimar la voz de las mujeres que buscan el norte por más derechos.

Pero la resistencia no resiste el eco de la multiplicidad de voces. “Los talleres son el corazón del Encuentro. Son soberanos, democráticos, pluralistas y horizontales. Allí todas tenemos la palabra y lo que se comparte, se debate y se elabora pertenece a las mujeres de ese taller”, define la organización del Encuentro de Mujeres de Salta con el mandato de una historia de palabras circulares, que es prácticamente única en el mundo, por su masividad y su igualdad en el reparto de la palabra. El mayor logro, sin dudas, es que ya hay puertas abiertas para sesenta y tres talleres sobre femicidio, violencia obstétrica, seguridad, feminización de la pobreza, activismo lésbico, anticoncepción, estrategias para el aborto legal, jefas de hogar, discapacidad, salud, adicciones, VIH sida, terapias alternativas, trata de personas, mujeres en situación de prostitución, trabajo, sindicatos, pueblos originarios, feminismo, violencia sexual, campesinas, desocupación, fábricas recuperadas, cárceles, adolescencia, adultos mayores, ciencia, deuda externa, medios de comunicación, deportes, trans y parejas. Un mundo, muchos mundos, íntimos y públicos, por debatir y compartir.

EL CODIGO EN DEBATE

El Encuentro también se realiza en el contexto de la aprobación del nuevo Código Civil, que incluye muchos avances –facilidades para el divorcio, más derechos para las parejas que no están casadas y la posibilidad de poner en primer lugar el apellido materno–, pero que implica una remake de la influencia eclesiástica –dejada de lado durante la aprobación del matrimonio igualitario y la identidad de género– en la letra de la ley. El efecto Francisco retumbó en el cambio del proyecto original del artículo 19, que iba a decir que la vida comienza desde la implantación en el seno materno y que, finalmente, quedó redactado con la idea de que “la vida comienza desde la concepción”.

El tema va a ser objeto de disputas políticas. Andrea D’Atri, dirigente del PTS y fundadora de la agrupación de mujeres Pan y Rosas, opina que “los sectores más retrógrados de la Iglesia están haciendo una campaña beligerante contra el Encuentro de Mujeres. Pero mientras este sector ataca al Encuentro desde afuera, el Vaticano hace su trabajo desde adentro. Con la venia del Gobierno, acaba de redactar el nuevo Código Civil, que le otorga privilegios y que establece la consideración de ‘persona’ desde la concepción, un penoso y nuevo obstáculo para quienes luchamos por el derecho al aborto en la Argentina”. Claudia Perugino, abogada y referente de Todas con Cristina en el Frente de Mujeres Nacional y Popular, contrapone: “El artículo 19 no obstruye ningún debate sobre la legalización del aborto ni mucho menos”.

Pero las diferentes formas de pensar van a caminar juntas, aunque también hay debate sobre los caminos. Melina Sola es periodista en Radio Nacional Salta e integra, junto con otras ciento veinte mujeres salteñas, la Comisión Organizadora del ENM y cuenta algunas estrategias frente al embate conservador: “La marcha no va a pasar por la plaza 9 de Julio, donde está la Catedral, porque sabemos que va a haber hombres del ala dura de la Iglesia generando provocaciones y nos parece un error político prestarnos a eso. Desde hace algunas semanas esta gente está difamando los encuentros, divulgando videos de protestas de mujeres en tetas (como si eso fuera un pecado) y bajando línea en las iglesias y colegios católicos diciendo que esas mujeres son violentas, marxistas (sic.) y que intentan destruir la familia”. Sin embargo, esta decisión tiene disidencias. Otras mujeres optan, igualmente, por manifestarse en la plaza a la que consideran el centro político de la ciudad. “Se decidió en la plenaria que el recorrido no pasaría por allí dado que luego los medios reflejan solamente los disturbios o alguna pintada en la Catedral y no hablan de los debates y las demandas, que son muchas. Lo que hagan las chicas frente a la Catedral no será en representación de la organización, sino como grupo autónomo, aun cuando nosotras compartimos los argumentos de la campaña por la legalización del aborto”, opina Sola.

Con esa postura coincide Perugino, que organiza un acto el domingo 12 de octubre, de 13 a 15, en el Anfiteatro del Parque San Martín, y después convoca a sumarse a la marcha. “Vamos a Salta a reivindicar todos los logros del Gobierno en estos últimos diez años y a consensuar estrategias para pelear por lo que falta, como la legalización del aborto. Pero ya acordamos no hacer pintadas y resguardar los monumentos históricos, porque pensamos que es una lástima que el día después salgan los disturbios y no los debates que se dan en los talleres.”

“Más allá de esta situación, estamos seguras de que el Encuentro será importante para cada una de las mujeres que participemos. Esperamos con mucha ilusión que impacte también en los cientos de miles de salteñas, muchas de las cuales son golpeadas y asesinadas, ya que en lo que va del año hay alrededor de ocho mil denuncias por violencia y catorce mujeres asesinadas sólo en esta provincia. Esperamos que en algún momento dejemos de padecer la doble jornada laboral. Queremos que las leyes que hemos conquistado se hagan carne. Queremos acceso a la educación sexual integral, que en Salta está postergada. Queremos acceso al aborto no punible. Queremos sistemas educativos y judiciales con perspectiva de género”, reclama Sola.

“Todavía hay mucho que molestar, mucha gente que inquietar”, dice con su picardía militante Lohana Berkins, salteña, travesti, feminista y responsable de la Oficina de Identidad de Género y Orientación Sexual en el Observatorio de Género del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires. Salta la vio nacer. La vio pararse en la fila de las niñas en la escuela. La vio jugar a tomar al té. La vio irse de la casa materna sin que nadie fuera a buscarla. Vio a su tía darle la bienvenida y enseñarle a tejer. La vio sufrir, divertirse, ir presa y cuidarse entre muchas en las calles de la doble moral salteña. Y el 11, 12 y 13 de octubre la verá volver para ir por más. “Que se haga ahora en un nuevo marco con todo lo que se ha avanzado en muchos derechos, no sólo de identidad de género sino de las mujeres, al menos propone otro escenario maravilloso para discutir”, evalúa. Lohana describe el escenario que se imagina: “Están las conversas con posturas reaccionarias y retrógradas, las que pugnamos porque el Estado avance en derechos y ciudadanía y un gran sector que va por primera vez, y que ellas tengan la posibilidad de escuchar me parece maravilloso. Salta es una ciudad tradicionalista y conservadora. Pero el monopolio de la cultura católica ya no es tan intacto. Es un territorio que se disputa todo el tiempo y donde las mujeres ponen el cuerpo. Yo auguro que va a ser un buen Encuentro y que algo bueno va a pasar. Sobre todo por los miles de mujeres que tienen la posibilidad de salir del silencio”.

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Imagen: Télam
 
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