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Viernes, 28 de noviembre de 2014

1° DE DICIEMBRE

Con nuestra vulva, no

 Por Luciana Peker

Abrirse no es entregar sino entregarse por deseo propio al deseo compartido. Abrirse no es, no debería, ser obligada ni forzada. Abrirse no es exponerse. Abrirse no es la antítesis de la salud sino la saludable potencia del goce. Abrirse es dar paso al recreo de los cuerpos. Abrirse es desarmar la piel de las escamas que bloquean el placer y dar rienda suelta a la libertad sin doma. Abrirse es desajustar los cierres que entraman los corsets modernos y permitir el volumen alto de los susurros desembozados.

Sin embargo, la imagen de una vulva infantil con un cierre relámpago cerrado apareció como la imagen elegida por la juventud del PRO en Córdoba para estimular la prevención del VIH. La consigna de la campaña es “PROtegete” y no permite deslindar la responsabilidad de la promoción del cierre de castidad para mujeres. La idea destierra el remanido “cuidarse es quererse” por “cerrarse es protegerse”. Las mujeres de este paradigma de política amarilla no sólo tienen piel de muñeca inflable sino que, igual que ellas, son un objeto de deseo para cobijar el deseo masculino. Las mujeres –como decía mi abuela y ahora repiten sectores juveniles que llegaron a renovar la política– se tienen que cuidar de los bajos instintos masculinos y cerrarse para protegerse. No hay deseos ni calenturas propias, genuinas y legítimas sino riesgos para una mujer que se abre.

La gran pregunta que hay que abrir como este cierre sobre el deseo femenino es si se trata de un error de una fuerza política liberal –en todos los sentidos– o la mirada de una fuerza política conservadora sobre los derechos sexuales femeninos. ¿Al PRO se le chispoteó o se visibilizó el punto P sobre la intimidad femenina?

En 2014, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sólo destinó un 0,001 por ciento de su presupuesto a cumplir con la educación sexual integral, que implica una inversión de 805.000 pesos. Pero más de ocho cada diez billetes –700.000 pesos– están destinados a organizaciones no gubernamentales que dan talleres en colegios, según datos elaborados por el equipo de educación y salud de La Fábrica Porteña. “En la gestión porteña se han privilegiado métodos de información de mayor alcance como Chau Tabú, que permite atender consultas sobre sexualidad y se ha incentivado el testeo rápido”, se defiende contra las críticas el abogado Yamil Santoro, secretario de Organización Política del equipo nacional de juventud de Unión PRO.

“Claramente lo que están queriendo promover es la abstinencia, castrando a las niñas con un cierre en lugar de educar sobre la trasmisión del VIH y otras enfermedades de trasmisión sexual en las escuelas. No seamos ingenuas, esto no es un simple error. Es una postura ideológica”, opina, en cambio, María Eugenia Gilligan, presidenta de la Red Argentina de Mujeres Viviendo con VIH-sida. “La campaña del PRO no es ni siquiera de prevención. Es volver a los ’80 en cuanto a la ignorancia y la desinformación”, advierte la abogada María Alcira González del área de VIH/sida de Vox Asociación Civil e integrante de la Red Argentina de Personas Positivas (Redarpositiva).

Por su parte, Santoro argumenta: “Este flyer fue una iniciativa de un equipo cordobés donde interpretaron que la foto representa el límite que puede poner la mujer para evitar que ingresen ETS a su cuerpo. Bajo ningún punto de vista es una campaña a favor de la abstención sexual. El flyer se entregaba con un forro y habla acerca de cómo cuidarse durante el acto sexual. La imagen, más allá de las múltiples interpretaciones que admite, iba orientada a reconocer la capacidad de la mujer de poner un freno”.

Las mujeres son más vulnerables a infectarse, por razones biológicas, en relaciones heterosexuales (la cavidad genital implica una mayor exposición en una relación sexual con un varón), sociales y culturales y las chicas tienen que empoderarse para pedir, exigir, tener y poner preservativos. Todavía la voz duda cuando pregunta “¿Tenés?” y muchas señoras y señoritas que piden preservativo son catalogadas de fáciles (fácilmente protegidas) o paranoicas (si se previenen de una infidelidad de su pareja estable). Por eso, hay que reforzar la decisión de las damas que estiran entre sus manos el látex.

En el país se calcula que hay más de 110.000 personas con vih y casi la mitad desconoce su diagnóstico. Y, cada año, se registran alrededor de 6000 nuevos casos. Las relaciones heterosexuales son el gran riesgo para las mujeres: el 90,1 por ciento de las mujeres se infectaron por relaciones sexuales con varones, según información de Fundamind en base al boletín epidemiológico de sida.

Pero, hay otra deuda pendiente: el preservativo femenino. La aparición de una versión tipo barrilete solo se vendió en kioscos en los noventa y era tan cara como enorme e incómoda. Sin embargo, los nuevos modelos son más prácticos y vuelven a poner en los dedos femeninos la potencialidad de su autocuidado. En Brasil son repartidos por el Estado, pero en la Argentina no integran la canasta de anticonceptivos gratuitos, según el Programa de Salud Sexual y Procreación Responsable, del Ministerio de Salud de la Nación, porque hicieron licitaciones y ninguna empresa se ofrece a venderlos en el país.

La médica Mabel Bianco, presidenta de la Fundación Estudio e Investigación de las Mujeres (FEIM) plantea: “El mejor antídoto es la educación sexual integral. Hay que enseñar y promover el uso del preservativo masculino y femenino que todavía no conseguimos que se compra y distribuya gratuitamente”.

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