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Viernes, 10 de abril de 2015

COSAS VEREDES

Cinco por todas

A comienzos de marzo, la policía china detuvo a, al menos, diez mujeres que planeaban una campaña contra el acoso sexual en el transporte público. Cinco de ellas permanecen detenidas en Beijing y, por su activismo, podrían encarar sentencias de hasta diez años.

 Por Guadalupe Treibel

Suena absurdo, excesivo, ¡terrorífico!, pero es real: desde inicios de marzo hasta la fecha, cinco activistas feministas chinas permanecen tras las rejas por planear... una pegatina contra el acoso sexual en el transporte público. Con todo, el “delito” –que iba a pergeñarse durante el Día Internacional de la Mujer, el pasado 8 de marzo– nunca pudo desplegar sus lemas de “Policía, detenga al acosador”, en tanto las fuerzas de seguridad se encargaron de “preservar la estabilidad social”, rastreando y apresando a tamañas criminales. Criminales como Wu Rongrong (30), fundadora del Centro para Mujeres Weizhinming de Hangzhou y laburante del Intituto Aizhixing, en Beijing, donde asiste y aboga por los derechos de personas con sida. Wu sufre una enfermedad hepática crónica y, al parecer, habría tenido una fuerte crisis durante los primeros días de encarcelamiento, tras serle negada su medicación. Al menos, le fue mejor que a Wang Man (33), incansable militante por la igualdad salarial, investigadora de género que enseñó en escuelas rurales durante más de dos años, dueña de una cardiopatía congénita por la que sufrió un “leve” ataque al corazón al ser detenida. Completan la (dramática) ecuación: Li Tingting (25), también conocida como Li Maizi, activista LGBT, hacedora de campañas que demandan mayor número de baños públicos para mujeres o de performances donde, disfrazada de novia ensangrentada, denuncia la violencia doméstica. Zheng Churan (25), aka Datu o Gran Liebre, activista contra la discriminación de género y el abuso sexual (por citar unas pocas causas nobles). Y finalmente, Wei Tingting (26), directora de Ji’ande, grupo proderechos LGBT, codirectora de distintas puestas de –el horror– Los monólogos de la vagina, entre otras cuestiones. En fin, cinco desacatadas, terribles criminales...

Por fortuna, hay quienes comparten la indignación por el suceso absurdo, excesivo, terrorífico. Qué va, hasta la ex secretaria de Estado de EE.UU., doña Hillary Clinton, se manifestó públicamente este lunes y vía Twitter, bajo el hashtag #FreeBeijing20Five se sumó a la ola de consternación con un mensaje ciertamente categórico. “Esto es inexcusable”, anotó quien, además, recomendó la lectura de un artículo de The New York Times que recoge declaraciones como las de Sophie Richardson, directora de la organización Human Rights Watch en el mentado país oriental: “Para muchas personas es alucinante que el gobierno de la segunda mayor economía y el ejército permanente más grande del mundo tenga miedo a un grupo de muchachas que tratan de llamar la atención sobre el acoso sexual. La combinación de poder y paranoia exhibidos es muy revelador”.

Empero, ni las palabras de Clinton ni los llamados de Naciones Unidas ni los pedidos de Gran Bretaña por la liberación de las muchachas han logrado que China reconsidere su postura. Tampoco las decenas de miles de personas que se han manifestado a través de redes sociales o instituciones LGBT y de derechos humanos a lo largo y ancho del globo (en Marruecos, India, España, Nueva York, etcétera). A punto tal que el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Hua Chunying, desestimó todas y cada una de las solicitadas al son de “es un asunto interno” donde ningún no-local tiene voz ni voto: “Somos un país gobernado por la ley. Los departamentos correspondientes se encargarán del caso acorde con la Justicia. Esperamos que figuras públicas de otros países respeten nuestra soberanía e independencia”. (En ese sentido, no resulta ni remotamente curioso que la nación esté en tratativas por un proyecto de ley que restringa el accionar y financiamiento de organizaciones no gubernamentales extranjeras.)

La cuestión es que, tal como explican los abogados de las activistas... ellas no han roto ninguna ley. “El proceso de interrogatorios ha sido extenuante. Les hacen las mismas preguntas una y otra vez, presionándolas para que confiesen”, ofreció Wang Qiushi, a cargo de la defensa de Wei. ¿Confesar qué? ¿El haber impreso pegatinas? ¿Querer manifestarse contra el acoso? ¿Intentar crear conciencia ciudadana? Para la policía es sencillo: “Provocar disturbios y crear problemas”. “Uno de los cargos más utilizados por el régimen chino contra los disidentes”, a decir del diario El País. De hecho, explica dicha publicación, este no es un caso excepcional en un sitio donde “desde la llegada al poder de Xi Jinping, completada en marzo de 2013, se ha limitado el espacio para la sociedad civil, bien mediante el control de Internet, un endurecimiento de la censura en los medios de comunicación o una mayor atención al material que circula en las aulas. Un informe de CHRD calculaba el mes pasado que en 2014 fueron apresados 955 defensores de los derechos humanos, casi tantos como en los dos años previos juntos (1160)”.

Por lo demás, según concuerdan voces involucradas, este fin de semana será decisivo, en tanto las autoridades deberán decidir si dejan a las chicas en libertad o presentan cargos formales. De optar por lo segundo, el quinteto podría recibir una pena de cinco años tras las rejas. O, colmo del espanto, una versión ampliada de diez años, de ser declarado culpable de organizar múltiples alteraciones al orden público. Diez años, señoras/es. Y si el asunto en sí no provoca suficientes escalofríos, está el colmo de la ironía: en paralelo a esta situación nefasta, China prepara su primera ley contra la violencia conyugal... ¿El reino del revés? ¿No? Bueno, bastante parecido.

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