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Viernes, 19 de junio de 2015

ESCENAS

Tiempo suspendido

Un hilo de hostilidad que se sostiene con buenas actuaciones vuelven a Garantía una obra de suspenso ambientada en los ’90.

 Por Carolina Selicki Acevedo

A veces se está sola aunque se esté rodeada de amigxs, de álbumes de fotos con carita feliz o con una pareja que lleva años consolidada. A veces, la soledad es aliada, se nos cuela y obliga a caer a cuenta de lo que realmente importa o de a quién realmente le importamos.

Apenas se ingresa a la sala, una de las tantas que tienen el potencial camaleónico en el Sportivo Teatral de Ricardo Bartís, Julia (Marina Carrasco) entreabre la puerta a su infierno más íntimo. Un canto perdido, el aroma a alcohol y ropa tirada por todos lados ofician de escenografía por un rato, hasta que vengan lxs otrxs a romper con el hermetismo. Esta pareja amiga la llenará de preguntas, que por qué no contesta los llamados, que dónde está su pareja. Preguntas que de a poco encontrarán respuesta. Sin darse cuenta estuvo casi 15 días en un tiempo suspendido y ahora la casa se le llena de gente, gente que cada vez le es más ajena.

Garantía fue escrita por el Grupo Guerra Tranquila y presentada bajo la dirección de Juan Isola como Work in progress en el C. C. Matienzo en el marco del Festival El porvenir el año pasado. En aquella oportunidad este sainete “inmoral” logró condensar de modo abreviado una puesta que hoy parece hecha a medida del espacio y de los actores y actrices. Si bien no deja de tener el humor característico del género, estar situada en los ’90 acentúa una crítica que se esconde hasta en los más mínimos detalles: un tapado de piel, los recuerdos de vacaciones en el exterior y el vil metal atado a una promesa que se hizo pedazos una década después. Así, las mentiras a las que Julia se ve sometida se mezclan con las mentiras de un contexto sociopolítico. Incluso, los estereotipados personajes que se suman a esta trama con muy buenas actuaciones de Facundo Aquinos, Cristian Jensen, Agustina Suárez y Eugenio Tourn irán dejando caer sus máscaras hasta llevarnos a un final abrupto.

Para Marina Carrasco, actriz protagónica de la obra, “uno de los desafíos fue actuar un estado poco feliz, sostener ese registro dentro de una obra que se define por un género más popular, sin correr el riesgo de solemnizarlo. Intenté no caer en lo biográfico y poder desarrollar más la expresión, el arco que pudiera producir mi personaje, cómo empieza, cómo termina, cuáles son las variantes” y en cuanto a la temática, más allá de las parodias que aparecen, sobrevuela en el aire la crítica al rol impuesto a la mujer como aquella que debía ser proveída, donde valerse por sí misma o aspirar a una independencia a la par de la del cónyuge era motivo de grito y, en el peor de los casos, de golpes. “Mi personaje representa el lugar que la mujer siempre tuvo en la sociedad, un lugar de aparente debilidad, dependencia psíquica y económica de un hombre, y de cómo la sociedad avala con su silencio esta situación, lo que, tristemente, aún existe en algunos lugares.” El nombre de la obra parece contener el eco negativo de su significado, sumirse en un mundo donde nada ni nadie pueden garantizar algo, salvo las propias incertidumbres. Para Carrasco, “la obra sirve también como excusa para hablar de la dificultad del alquiler en esta ciudad”. Y es tal vez lo irrisorio de que el que hasta ayer la amaba hoy sea quien le exige el pago del alquiler del propio techo, garante de por medio, lo que eleva al máximo la cadena de cláusulas en las que se ha convertido su matrimonio. Entre este y otros guiños, la obra se sale del cuadro, de los noventa, para repreguntarnos en el presente ¿qué mujer queremos ser?

Garantía. Domingos a las 20 en Sportivo Teatral, Thames 1426. Tel. 4833-3585
Web: sportivoteatral.com.ar Entradas: $ 100.

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