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Viernes, 21 de agosto de 2015

ALBúMINA

Crochet inquietante

 Por Guadalupe Treibel

Francesca Lombardi y Giacomo Favilla son dos artistas italianos con un peculiar gustillo por dispensar figuras perturbadoras, levemente siniestras. Ella, diseñadora multidisciplinaria; él, fotógrafo; ambos con series conjuntas para la gozosa pesadilla. Desde máscaras de origami que exploran la bestia que habita dentro de ilustrados humanos y que enlazan –en tono surreal– al hombre y el zorro (o el elefante, el oso panda, etcétera), amén de personajes antropomórficos reunidos bajo el título freak One of Us (en criollo, “Uno de nosotros”, acaso un guiño gooble gooble a las criaturas de Tod Browning); hasta caretas orgánicas hechas a base de evidentes materiales naturales –piñas, semillas, cactus...– metamorfoseando a señores con sombrero en atmósferas extrañadas en Visible (ídem, en castellano). Así, con modelos que posan estoicos y visten mononamente su antifaz tal o cual, las obras devienen escultóricas e inquietantes, a punto de despertar el imaginativo interrogante de periodistas, que anotan: “Mister David Lynch, ¿está usted ahí?, ¿se esconde usted tras esas máscaras?” Evidentemente, no; el realizador ha de tener la agenda a tope con la venidera temporada de su serie maestra.

Como fuera, independientemente de las Lauras Palmers, hoy la dupla tana vuelve a ser noticia gracias a otra prueba de que un poco de inventiva y caras tapadas, alcanzan y sobran para poner los pelos de punta. Porque en Doily, su más reciente pieza, Lombardi teje mantelitos a crochet que, como es de esperarse, acaban sobre los rostros de muchachas y varones, vistiendo la composición como si se tratase de un aro o colgante más. “Los pañitos evocan una realidad alternativa y, a la vez, familiar”, abogan especialistas, y completan al son de: “Al recontextualizar un objeto común, éste termina percibiéndose como el adorno perfecto para la cara humana. La tela se convierte en una declaración en tres dimensiones; cada patrón sirve como un elemento decorativo” (Design Boom dixit). Por lo demás, Lombardi –ducha en crear “artesanías para contadores de historias”– y su secuaz fotógrafo no revelan qué siniestro cuento habitan sus personajes. Aunque cabe suponer que se trata de una novela gótica, quizás inspirada en Gastón Leroux. Con o sin ópera, eso está por descubrirse.

Más en www.francescalombardi.com.

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