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Viernes, 14 de octubre de 2005

CONSEJITOS DE MARU BON BON

Del placer de la letra versus la interneta

Ay, si supieran, ¡lo bien que me sientan los fines de semana largos! Laaargos, laaaaaargas con y la suficiente espesura –hay quien le dice anchura– como para que internarnos/as en ello/as, o/y viceversa, implique tiempo y aventura. Así fue entonces que apenas puedo quitarme la arena; y es que todavía no estoy segura de querer. ¿Hay algo más sexy que la aspereza de los diminutos granos corriendo por la espalda a merced de una mano que los mece? Y no me vengan ahora con el problemita de la arena en la cama, que eso es pura pacatería y se soluciona, una vez terminada la acción, con un sacudón de sábanas. Pero ese no es nuestro asunto, aunque el asunto se me ocurrió por ahí, mirando postales y recordando alguna que recibí “desde estas hermosas playas”.

1. El ejercicio mecánico como una de las bellas artes: Uds. me dirán que soy antigua, pero antiguo, lindos/as/es es nuestro/a tema/or. Y desde los más remotos tiempos, uno/a podrá agregar, quitar, poner pilas, gomas, siliconas, elefantes con trompita en la entrepierna y sabor a frutilla en calzones comestibles. Pero nada, pero nada, nada, reemplazará el mecanismo que lleva y trae sangre, saca y pone sudor, pasa y repasa las partes. Hummm, amiguete/ta/s, el mecanismo se está poniendo en marcha en este preciso instante. ¿Y qué tiene que ver esto con las cartas? No sé adorables, imposible contestar con las manos ocupadas.

2. De lo que habla la fatiga de los materiales: recibir un papel, una foto, una flor deshojada por la presión del correo, la mancha de aceite sobre la frase célebre, la de whisky sobre el final, todo/a eso/a información/materialidad, servirá para hacer una composición del/la persona/je que firma, despegándola/lo de inmediato del papel. Y si no, estimadísimo/ma/s, pues pónganse el papel donde corresponda que siempre es divertido contar con algo más que las propias manos/nitas.

3. De los elementos extras que se pueden introducir: que un pelito enruladito, que el perfume aquel, que un puñado de arena, que el líquido que el complejo mecánico expulsa cuando es necesario descomprimir lo que ha sido llenado. ¡Tantas cosas pueden viajar, amigue/te/ta/s, dentro de un sobre! ¡Basta de la dictadura de la inmediatez, basta de frases tipeadas con descuido! La conquista es de los/las/les trabajadores, y de ellas/os/les será el reino de lo concreto. Y si no, siempre habrá un/a fetichista que sabrá responderle con objetos que Ud. sabrá destinar.

4. De la gracia del archivo en épocas invernales: no se haga la viva/vo, no se jacte de lo que hoy abunda porque mañana puede faltar y entonces ahí quiero ver a su graciosa persona mirando por enésima vez bajo la cama en busca de alguna prenda que puesta sobre la nariz le lleve de viaje a ese sitio que extraña. Aproveche entonces ahora para mandar y recibir todo aquello/lla que más tarde se puede devolver –y buscar la clásica oportunidad– o bien confiscar para casos de emergencia. Ya sé, la previsión no parece gran amiga del jolgorio, pero bien puede hacer la diferencia.

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Adviertan cuántos músculos se ponen en juego, y cuántas sustancias extras pueden viajar, cuando la comunicación vuelve a las fuentes, es decir, las manos y la boca.
 
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