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Viernes, 12 de diciembre de 2003

CONSEJITOS DE MARU BON BON

Cómo perder el miedo (y no el entusiasmo) frente a su primera experiencia con alguien del mismo sexo.

Vamos, no se oculte evadiendo esta sección como si usted estuviera exento/a de fantasías, propuestas indecentes, deslices de toda clase y hasta súbitos orgasmos y/o erecciones obtenidos por caricias pudorosas de depiladoras, masajistas, ¡incluso ginecólogas (en este caso usted debería preocuparse más que por su inclinación sexual por su tendencia sadomaso)! Lo cierto es que eso a que tanto le teme es tan común como hacerse provechitos después de la gaseosa. Por eso amiguitas/os, relájense y gocen siguiendo siempre estos humildes preceptos:
1. Recuerde, una golondrina no hace un verano. ¿Acaso quien escribe un verso es poeta? ¿Un buen trazo hecho al azar la convertirá en dibujante? ¿Cree que porque pudo anticipar la pregunta que seguía en cualquier reportaje televisivo es usted periodista? De ninguna manera, una experiencia es sólo eso y nadie debería despreciarla so pena de quedarse, para siempre, con el puñal de la duda enquistado en el pecho –o donde usted elija–.
2. Busque manos expertas. Para ser aprendiz se necesita de un maestro/a, ¿para qué perder tiempo con quien anda tan a tontas y a locas como usted? Habiendo tantas manos amigas dispuestas por el mundo no entregue su preciado anillo –es una metáfora, señor, no se asuste– a quien primero lo exija. Y hágase desear, que hasta ahora no se ha descubierto afrodisíaco más potente que la histeria.
3. Evite el arrepentimiento. Sí, la histeria es como hacer el asado a fuego lento, pero no se conocen comensales que teniendo la carne –o los mariscos– a punto decidan hacerse vegetarianos. Una cosa es una cosa y otra muy distinta es dejar que se pase el tren de las oportunidades. O aun peor, encontrar su nombre en los baños de mujeres (o de hombres) denunciándola/o por frígida o impotente, amarga/o o sencillamente cobarde.
4. No mienta. No es necesario. No hace falta decir que ésta es su primera vez cuando al ratito no más su compañera/o notará la pericia de sus manos –cuando no de su ávida boca–. Mucho menos cuando usted que es una señorita dice “chongo” cada cuatro palabras para referirse a los varones o usted que es un señor llama en femenino a sus compañeros de truco.
Por último, mis queridas amigas/os, relájense y disfruten, el año está acabando y como todos/as sabemos, un polvo y un cigarrillo no se le niegan a nadie.

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