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Viernes, 9 de enero de 2004

CONSEJITOS DE MARU BON BON

Algunas buenas razones para asistir a una playa (anque pileta) nudista

Y sí, queridas amigas, el calor aprieta y apenas un poco más que el tedio. Porque, digamos la verdad, ¿quién puede querer hacinarse en una de esas piletas plagadas de niños que chillan como marranos y que parecen estar siempre a punto de fenecer bajo las aguas mientras sus madres toman sol como acunadas por coros de ángeles? Qué temple, vaya por dios. ¿Y las bonitas playas? ¿Habrá algo peor que un parador en la Grande? Posiblemente uno en el golf de Pinamar. Pero no desesperen, mis estimadas, que la audacia es un camino y el nudismo un destino con sus consecuentes ventajas y desventajas que analizaremos a continuación:

1. El nudismo disimula los rollos: ¡Basta de trajes de baño enterizos que además de dejarle la panza blanca hacen que el tejido adiposo pugne por escapar haciendo evidente lo que quería ocultar! Libre de ataduras que develan su contextura de matambre su cuerpo se verá orondo, feliz y atractivo.
2. El nudismo aleja a los párvulos: Sí, hay matrimonios, parejas o progenitores que insisten en educar a sus vástagos en el libertinaje, pero afortunadamente son los menos. Basta con hacer la prueba: quítese el traje de baño en una playa cualquiera y verá como en rededor suyo se forma un blanco de al menos cincuenta metros de diámetro. Claro que usted se convertirá en el blanco de las miradas.
3. Las/os nudistas no se llevan falsas impresiones: ¿Quién cree en esa futilidad de que lo que se oculta es más sexy que lo que se muestra? ¿Cuántas/os de nosotras/os nos hemos creído lo que promete un push up? ¿Cuántas/os hemos sido engañadas por esos anchos pantalones nuevos? ¿Eh?
4. El nudismo impide que queden feos olores en el traje de baño: Es obvio, sin traje de baño no hace falta correrlo para hacer nuestras necesidades en el agua, ni tras un arbolito ni en ningún otro sitio. ¿No es lo más parecido a la felicidad dejar correr el agüita amarilla a la intemperie?

Sobre las desventajas podemos advertir sobre la posibilidad de toparse con Lani Hanglin y su novia japonesa, sobre todo aquello que se bambolea al jugar al vóley y la espantosa distancia que suele mediar entre el lugar del desnudo y el bar, a donde las chicas deberán asistir munidas de toallas o pareos para evitar que las hormigas coman de su miel. Simples menudencias, queridas amigas, que jamás podrán desalentar a las/os audaces.

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Sólo quien ha usado medias como las de Maru conoce cabalmente el placer de desvestirse.
 
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