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Viernes, 29 de octubre de 2004

INUTILíSIMO

El flechazo de los astros

La felicidad duradera es posible para aquellas parejas que respeten la compatibilidad astrológica antes de comprometerse y dar el sí definitivo. En realidad, para que la optimista fórmula “hasta que la muerte nos separe” se cumpla plenamente, al iniciar relaciones con un caballero que podría convertirse en festejante y luego en novio formal, se le debería preguntar lo antes posible –con toda la delicadeza del caso– en qué mes ha nacido. Con apenas este dato, se nos garantiza en Con quién debemos casarnos –Ediciones La Orquídea, Buenos Aires, 1933– la correcta elección de la media naranja, puesto que “es indudable que el mes en que se nace afecta al temperamento de la persona, y que los individuos nos diferenciamos los unos de los otros según la estación del año en que hemos venido a esta mundo”.
Entonces, los novios nacidos en meses contrarios, es decir, en períodos regidos por planetas opuestos, se llevarán de modo desastroso; y en cambio si las fechas de sus respectivos cumpleaños corresponden a meses que se atraen, “vivirán dichosos aunque la carestía de la vida siga su crecimiento progresivo” (sic, en los ‘30). A continuación, pues, una mínima guía astral: “Los hombres nacidos en enero deben casarse con las mujeres nacidas en mayo; los de febrero con las de marzo; los de marzo con las de julio, los de abril con las de agosto, los de mayo con las de enero, los de junio con las de octubre, los de julio con las de marzo, los de agosto con las de diciembre, los de septiembre con las de marzo, y así sucesivamente”.
Lo importante es conocer el planeta que nos rige a nosotras y también a ellos para evitar desagradables sorpresas cuando ya sea demasiado tarde para echarse atrás. Saber, por caso, que Mercurio vuelve de malhumor a las personas nacidas en septiembre, mientras que Júpiter dota a las nacidas en diciembre de carácter jovial. Saturno, a su vez, ejerce una influencia negativa sobre los nervios de quienes nacen en enero, en tanto que Urano vuelve perezosas a las de febrero. Las personas de marzo y octubre, bajo Venus, tienen tendencia a la extravagancia, y las de junio –dominadas por Mercurio– están dotadas para la gramática y la filosofía. La Luna hace nerviosas a las de julio y el sol otorga gran encanto a las de agosto.
Desde luego, la voluntad puede obrar milagros en cuestiones amorosas, y no deben ustedes servirse de la astrología como de un dogma absoluto en el caso de que sus corazones han recibido el auténtico flechazo de Cupido. Pero si se arriesgan a una unión inconveniente, sepan que desde esta sección no se reciben reclamos.

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