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Viernes, 28 de julio de 2006

INUTILíSIMO

A ver esas palmas

Aunque algunas personas cultas consideran con escepticismo la quiromancia y opinan que se trata de algo cercano a la charlatanería, el Almanaque de la Mujer (editado por Librería La Facultad, Buenos Aires, 1930) sostiene que semejante actitud revela “no sólo ignorancia sino una elemental falta de lógica y de sentido de la observación (...), también de verdadera sensibilidad, porque en una mano palpita el alma”. Por cierto, admite el citado Almanaque, la capacidad de advertir la infinidad de signos sutiles que la mano contiene no está al alcance de todo el mundo. Porque aparte de un talento especial, estudios profundos y práctica en el examen de esta parte de la anatomía humana, “hay que tener ideas sobre el espíritu de la gente, inclinación a meditar sobre los problemas inquietantes del destino humano”.

Según el artículo “La quiromancia al alcance de muchos (Una lección clara e instructiva)”, hay “verdaderos sabios científicos” en esta especialidad que consideran que “una mano dice más que un rostro, y por lo tanto interesa más su estudio que el fisonómico”. La mano no puede mentir, se nos asegura, mientras que una cara entrenada en manejar distintas expresiones sí puede hacerlo. Según esta novedosa teoría, aquello de que el rostro es el espejo del alma no resulta una verdad irrebatible, en tanto que la piel de la mano, con sus numerosas ramificaciones nerviosas, es instrumento de nuestro cerebro, y “hasta los pensamientos que están en la subconciencia obran sobre estos nervios, en una vibración continua que va imprimiéndose en esta extremidad”.

La nota del Almanaque de la Mujer apenas pretende servir de iniciación elemental para aquellas que quieran tomar esta ciencia –que a la vez es un arte– con seriedad y perseverancia. Lo primero que se impone al sentido común es mirar con detenimiento las distintas formas de manos, vistas desde la palma: si es ancha, indica siempre a una persona movediza; blanda, denota energía y persistencia; prieta y pequeña indica a alguien que gusta de las complicaciones pero que puede tener ánimo emprendedor. Los dedos largos serán siempre de personas habilidosas con inclinaciones artísticas, que gustan de trabajos minuciosos, y en cambio los gruesos delatan egoísmo y sensualidad. La medida de los dedos debe tomarse en relación con la palma: a mayor largor, mayor sensibilidad. Si el pulgar está naturalmente curvado hacia atrás, descubre una voluntad decidida, y si es macizo, el temperamento es fuerte y sumamente lógico. Las manos de dedos separados anuncian escasa formalidad, en tanto que a la inversa, si se mantienen paralelos y cercanos, evidencian intenciones limpias.

Más difícil y delicada resulta la lectura de las líneas: las cuatro principales forman un dibujo semejante a una M y son: la de la vida, que bordea la zona del pulgar; la de la cabeza, que parte la palma en forma horizontal; la del corazón, cerca de la base de los otros cuatro dedos; y la del destino, vertical. En la primera se reconoce la vitalidad y la energía; en la segunda, la potencia intelectual; en la tercera, la intensidad de los sentimientos, y en la cuarta se pueden leer –con suficientes práctica y sutileza– los hitos del destino personal. El Almanaque de la Mujer ya no recibe reclamos.

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