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Viernes, 19 de diciembre de 2003

INUTILíSIMO

Rizando el rizo navideño

En la primera entrega de esta sección, les prometimos revelarles los arcanos de los papillotes que figuran en El arte de peinarse las señoras a sí mismas, de M. Villaret (Librería de Pérez, Madrid, 1852). Y bien, la hora ha llegado, con las fiestas en puerta y el natural deseo de ornamentar nuestras cabezas no tan huecas como creen algunos, con rulos, bucles, ondas del Danubio... o del Río de la Plata. Prestemos, pues, mucha atención a las indicaciones del citado manual, destinadas “a las que no miran con indiferencia el estar bien o mal peinadas, advirtiéndoles que para asegurar la buena dirección del pelo, nada hay mejor que el uso del papillote, aunque fuera en corto número”. Como ustedes bien saben (y si no, se van enterando), los papillotes se arman con tiras de papel flexible. Procedamos a la colocación de los dichosos papillotes, entonces, obedeciendo puntualmente a este señor Villaret, que jura haber sido coiffeur de los reyes de Baviera: “Bien peinado el pelo, se cepillará su raíz tomando por la mecha para quitar la película de caspa que hay sobre la piel por la introducción del polvo que flota en el aire”. Luego, hay que separar el pelo en “porciones no tan grandes, según la cantidad que ha de ponerse en cada papillote, porque cuanto más dividida esté la cabellera, mejor tomará el rizo. Para un peinado ligero, se recoge el pelo formando un anillo redondo, del tamaño por lo menos de una moneda de real de plata, cuidando sujetar las puntas para que el rizo salga redondo y no ovalado, lo que produciría un efecto desagradable a la vista”.
Si se opta por pasarse las tenacillas calentadas a fuego vivo, “se usará un buen hierro, que no tenga asperezas ni pajas que se adhieran al papillote”. Se recomienda que “los hierros tengan los mangos cortos para no quemarse las manos, y la punta bastante gorda para conservar el calor”. Finalmente, para lucir un rizado natural y no quedar con las mechas chamuscadas en fechas de tanta trascendencia: “Probar la tenacilla en papel blanco y si se tuesta, aguardar un poco; tampoco conviene ponerse los papillotes con el pelo húmedo de sudor u otra causa, porque exhalaría un ingrato olor, y para preservar la frente, será bueno poner un peine debajo del papillote que va a recibir calor”. Y lo último pero no lo menos importante para deslumbrar en la soirée navideña: desenvolver cuidadosamente el pelo y no tirar del papel como hacen algunas atolondradas.

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