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Acumulado en grandes cantidades y ¿sabiamente? combinado con la política de neurona cero, termina por revertir su principio activo (la desinfección) para convertirse en una suerte de caldo de cultivo capaz de preservar en perfecto estado patologías antiquísimas, y hasta multiplicarlas. Le pasó esta semana a un canal, que repentinamente vio invadida su grilla nocturna por un envío desbordante de creatividad y literalidad misógina: un separado que sueña con ajusticiar a su ex mujer (!) por infiel (y le dice “me producís reacciones psicosomáticas irreversibles”); un ginecólogo cuarentón acosado por sus pacientes (uf) y que sale con una chica 20 años menor (doble uf); un desocupado de 30 amo de casa cuya esposa no se le somete, y un señor mayor que tiene ganas de merecer pero se desalienta ante señoras de su edad. Lo dicho: los cerebros tras los guiones tienen que aflojar con el consumo de naftalina, hace daño.