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Viernes, 15 de abril de 2005

MONDO FISHON

Carta abierta a una perra real

Querida Camilla: Desde estas húmedas pampas en donde los príncipes de la Casa de Windsor acostumbran a pasear sus equinos queremos decirte que nuestro corazón está contigo. Lleguen hasta ti, estimada, estas frívolas palabras de apoyo aun a pesar de que hayas confesado tus pecados en público, al fin y al cabo esas “maldades” sin detalle son las que te coronan y, según tus palabras, sólo fueron cometidas “de vez en cuando”. ¡Qué importa que digan que tu amor por Carlos sea de “mal gusto”! ¿A alguien le interesa el mal gusto en cuestiones de amor? ¿Cuántas caras como la tuya, surcada de rictus, con una carcajada a boca abierta cristalizada en medio cual hachazo, y festoneada tan bien por esas pajas que elegiste de sombrero para el día de la boda? ¿Cuántas, eh? ¿¿Cuántas de esas se ven que además se jacten de amores apasionados, hobbies inútiles como la equitación o el polo, deseos de haraganear de por vida e incluso de arrogarte el derecho de ser llamada Su Alteza Real? Porque tener esa cara y además no escribir, hacer música, dedicarse a los pobres o los moribundos es de por sí una audacia. ¡Y encima te comparan con Lady Di! Ya lo vimos en las pantallas vernáculas, querida, ella, joven, madre, angelical, dedicada a la beneficencia y a su prole, coronada entre fastos, oros, oropeles y sonrisas reales ¿quién se acuerda de que Lady Di era maestra? ¿No era solamente blanca como en el poema tú me quieres blanca? Ay, Camilla, que queda para ti con esa nariz de bruja y las ciento un maldiciones que sobre la boda cayeron incluyendo la muerte papal que de buenas a primeras (transmisiones en directo) afecta todo el mundo, más el final del último play boy (Rainiero, obvio) y el ocaso del anteúltimo (príncipe de Hannover, o esposo de Carolina). Que gozas de un humor irónico, que las obras de bien te importan un bledo y que ni siquiera querías casarte con tu eterno amante porque a quién le importa casarse cuando él desea ser tampón entre tus piernas. Querida Camilla, mala de la película, ¿te diste cuenta de la encrucijada en la que pusiste a la revista Hola! casándote cuando todavía no se terminó de enterrar al monegasco? Y bueno, querida, así son las chicas malas, además de malas inoportunas. Que lo disfrutes, estimada, aunque cuesta imaginar los favores de ese príncipe, ahí lo tienes, legítimo esposo, todo lo que se necesita para divorciarse en buena ley.

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