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Viernes, 7 de octubre de 2011

MONDO FISHON

El día del diseñador en Buenos Aires y las sillas en París

 Por Victoria Lescano

Mientras que en París se dio inicio a otra semana de la moda con anclaje en estilos primaverales para 2012, en Buenos Aires, la carrera de Indumentaria de la UBA instauró el 29 de septiembre como Día del Diseñador de Indumentaria y Textil, y a veinte años de la creación de la carrera, un grupo de académicos, diseñadores y seguidores de la moda confluyeron el jueves en la tarde en el aula magna del tercer piso y alrededor de una mesa presidida por Andrea Saltzman, actual directora de la carrera.

El campus de la Universidad de Buenos Aires reflejó cavilaciones acerca de las temerosas reacciones que el arribo de la moda provocó entre los catedráticos de la arquitectura hace dos décadas: “¿Acaso van a hacer corte y confección?”, recordó Saltzman y muchos de los invitados al ágape se conmovieron con sus reflexiones acerca de los oficios y también con las ironías en boca del arquitecto Bortagaray. Hubo al fin un reconocimiento a los pioneros, como Carmen Córdova, la arquitecta que fuera fundadora, mientras que la experta en modas y colaboradora de Las12 Felisa Pinto fue homenajeada con un diploma por su participación en la fundación de la carrera y cuando integró un team de desarrollo conceptual junto al diseñador Manuel Lamarca. Rosa Skiffic, diseñadora textil; Verónica Fiorini, creadora de la primera cátedra de graduados de indumentaria y la socióloga y anterior directora de la carrera Susana Saulquin recibieron aplausos y galardones. Mientras que en un corto documental los diseñadores Pablo Ramírez, Gabriela Candiotti y Valeria Pesqueira se refirieron al oficio y su continua evolución en el escenario de la moda local.

Sin duda se omitieron algunas voces y algunos estilos, pero varios diseñadores tuvieron un espacio para su representación en un aula del primer piso y con una pequeña muestra de prendas iconoclastas. Fueron Nadine Zlotogora, Mariana Cortés, Vero Ivaldi, Marcelo Ortega y Araceli Pourcel.

Desde París, la experta Eugenia de la Torriente tituló a uno de sus artículos en el diario El País: “París rompe las sillas”. La cronista se refería a una situación desopilante, sillas que se quebraron en el transcurso del desfile de Balenciaga. ¿Imaginan a Catherine Deneuve o Salma Hayek observando de pie con tal de no caer de bruces, luego del desbarranque del cuarto banco? En la jerga y los modismos de un desfile la silla es el icono de la pasarela. Pero la reflexión se extendió al clima tenso que marcó el inicio de un nuevo ciclo de desfiles matizados por la incertidumbre económica europea y también por los rumores de cambios en las fichas del mapa de diseño. Hace meses que se desliza la posibilidad de que el americano Marc Jacobs va a dejar su labor en Vuitton para ingresar a Dior como sucesor de John Galliano. La segunda colección que aún realiza Bill Gaytten, quien fuese la mano derecha del expulsado Galliano –recuerden sus desafortunados comentarios antisemitas en medio de una borrachera–, se presentó el viernes 30 de septiembre en el Museo Rodin y recurrió a un rescate de las primeras tipologías del creador del New Look, aunque con un abordaje más democrático. Se vieron chaquetas geométricas, vestidos en color nude y proliferación de los nuevos modelos de carteras. Luego de un notorio traspié durante la Semana de Alta Costura que culminó con un Pierrot en escena y con pésimas críticas en el que fuese su debut, esta vez Gayten –generación Saint Martins 1984– salió airoso. Las y los periodistas especializados enunciaron desde sus vacilantes sillas “la casa Dior volvió a tener una escala Humana”, “Gaytten apostó a lo seguro y su colección con esfuerzos de ropa lista para usar resultaron más acertados y exitosos”, o bien: “Hubo pocas ideas innovadoras, el diseñador se remitió a los archivos, la suya fue una jugada demasiado segura”, como calificó Vogue. La experta de El País afirmó en su blog “Delitos y faldas” que según reveló un alto ejecutivo del sector, en Dior ya hicieron más de veinte entrevistas en su búsqueda del diseñador que defina el nuevo rumbo de la firma. El nombre de Alber Elbaz, el actual diseñador de Lanvin, es otro de los que se pronuncia con tono cada vez más alto como posible sucesor. Y luego de lanzar un videíto de modelos danzando mal y a propósito, su colección tuvo matices más oscuros: en su recreación dark del Edén, serpientes estampadas y bordadas se enroscaron alrededor de la sastrería masculina y de las sinuosas faldas lápiz. Otra versión –la esgrimió Le Monde– indica que la editora americana Anna Wintour ha promocionado para el puesto vacante en Dior al británico Peter Copping, un discípulo de Jacobs que aún cotiza más barato en relación con el salario millonario que pediría el diseñador de Vuitton. El rumor tiene cierto tino, es vox pópuli que las sillas a veces tambalean y que los reinados de la moda se pagan caro.

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