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Fue un clamor el que se escuchó en esta redacción mientras en Las 12 se pasaban las páginas de diversas revistas de moda: ¿Acaso la vida termina a los 20? ¿De dónde sacan esos modelos casi púberes, con menos pelos en el pecho que cualquier mujer depilada? ¿Es que hasta las revistas de moda están pensadas para ellos, sea cual sea la elección del objeto sexual que hagan ELLOS? Lo mismo sucede con ese canal narcótico en el que se suele caer de madrugada, haciendo flamear la bandera blanca frente a la música dance y los cuerpos esbeltos de chicas que seguro –pero seguro, seguro– están tan tristes como los niños ricos. Se trata de Fashion TV, por supuesto, donde desde no hace mucho se han empezado a presentar books de modelos varones que evidentemente están dirigidos a otros tantos varones. No es que no nos guste ver cómo se arquean los muchachos en cuestión usando sus manos como dos patas más mientras un líquido que se supone agua cae sobre sus bocas. ¿Pero no sería mejor que al menos parecieran mayores de edad? De ese modo estaríamos a salvo de culpas incestuosas e incluso se podrían avivar las fantasías de tantas féminas habituadas a bufar cuando el zapping se detiene en el FTV como si estuviera hipnotizado. Además, habiendo un Clint Eastwood, un Sean Penn, porque no un Ciro Pertusi y hasta un Peteco Carabajal, por citar un arco amplio de hombres de pelo en pecho que bien podrían mostrar las camisas del verano y de paso convertirse en regalito para las fantasías femeninas sinceramente hartas de que la belleza masculina sea sólo gay o pura como los ángeles. ¿Qué tal unas cicatrices de vez en cuando? ¿Qué tal enorgullecerse de tantos caminos recorridos? Eso de la androginia está muy bien, pero ojo con nivelar para abajo que la vida, lejos de terminar a los 20, es cada vez más larga. Igual que el deseo, distinto de los cuerpos, siempre cambiantes.