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Viernes, 27 de enero de 2006

EL MEGáFONO

Detergente si, libros no

 Por Liliana Viola

En estos tiempos tan obsesivos y atentos a las posibles señales del esquivo consumidor, ya no hay nada que temer, todas podemos preparar la tarjeta muy seguras: hay algo especial en alguna vidriera esperando nuestra llegada. No importa cuán únicos y minoritarios pretendamos ser. La variación mínima de cada opción en una misma línea de productos se multiplica hasta el absurdo con el fin de conquistar a todos. La literatura, siempre tan poco original cuando se propone ser mala, sigue obediente a esta misma lógica. Y le va muy bien, al menos a las grandes editoriales que van alimentando el gusto por los libros a través de títulos específicos para cada lector. Para los que necesitan sentir que están aprendiendo algo del pasado y así emprender la mirada crítica sobre el presente, se levantan anaqueles completos de novelas históricas. Para los que añoran regresar a la magia perdida en este mundo secularizado, nacen los niños magos y resucitan las sagas de autores ingleses. A los que necesitan sí o sí alguna autoayuda para seguir viviendo, los recibe una mesa completa de novedades por mes, con autores profundos que reescriben las literarias enseñanzas de los maestros sufis, inician largas caminatas por los caminos de Santiago y también por parajes perdidos en busca del alma, el amor y hasta el secreto para convertirse en millonario.

¿Y en el ama de casa quién piensa? ¿Y a aquella mujer que está todo el día lavando platos quién le escribe? Alguien habrá pensado que es hora de que aparezca un libro que le hable a la mujer que no lee porque no quiere y porque no tiene tiempo. Para una mujer que lo único que quiere de un libro es la posibilidad de toparse con una historia que la retrate en su momento más memorable: el de lavar los platos.

Revisando las novedades que nos trae la editorial Alfaguara y la nueva literatura uruguaya nos encontramos con un libro de título insinuante: La limpieza es una mentira provisoria. La contratapa confirma que por fin está a la venta el libro para las mujeres que rondan los cuarenta años, poseen un marido, dos niños, ninguna vocación y ningún trabajo fuera de la casa. Para ellas llega el consuelo: con sus devaneos sobre detergentes, licuadoras y el sueño tenue de ser otras, se puede hacer un libro. “Cada noche, en la intimidad de su cocina, mientras lava la vajilla, una mujer reflexiona sobre su vida. Y en el simple y repetido ritual, recupera el sentido de los hechos del día, se enfrenta con sus sentimientos, explora los confines de su mundo interior. La limpieza es una mentira provisoria, es una novela que nos muestra el valor de la soledad y nos enseña que las respuestas pueden buscarse entre cacerolas y platos sucios, y encontrarse en esa suerte de efímero milagro que constituye eliminar restos y quitar la grasa hasta lograr la perfección de lo limpio, la belleza de lo terminado.” Esta primera novela de Marisa Silva Schultze hace abuso no sólo de litros y litros de detergente, sino también de una segunda persona –probable pensamiento íntimo de la mujer de su casa– que repite como quien pasa una esponja, el lugar común de la mujer que debe conformarse con su destino de pulcritud. Si algo se puede concluir después de su lectura es lo aburrido que resulta lavar los platos y el poco margen que da para recordar cosas interesantes. Tal vez la tecnología que no cesa nos dé un legado de novelas dedicado especialmente a las amas de casa que se quedan horas y horas mirando cómo giran la lavadora automática y el lavarropas. Tal vez estos libros resulten más interesantes y literarios.

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