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Viernes, 29 de septiembre de 2006

EL MEGáFONO › EL MEGAFONO

Las mujeres deciden, el Estado garantiza, la sociedad respeta, la Iglesia no interviene

 Por Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe

Yo he abortado
Yo he abortado y siento alivio.
Yo he abortado porque no deseo más hijos.
Yo he abortado porque mi embarazo fue forzado.
Yo he abortado porque estoy sola y no tengo recursos.
Yo he abortado porque tengo 15 años y aún no quiero ser madre.
Yo he abortado porque me violaron. No quiero un hijo de un violador.
Yo he abortado porque no tuve acceso a métodos anticonceptivos.
Yo he abortado porque el condón se rompió.
Yo he abortado porque me negaron la anticoncepción de emergencia.
Yo he abortado porque el embarazo ponía en riesgo mi vida.
Yo he abortado porque mi hijo venía gravemente enfermo.
Yo he abortado porque en mi trabajo me podían despedir.
Yo he abortado y en el hospital me denunciaron.
Yo he abortado con mis hermanas, mis hijas, mis amigas.
Yo he abortado sola, con miedo y a escondidas.
Yo he abortado con mi pareja, y yo he abortado sin ella.
Yo he abortado en cuartos oscuros, sórdidos, donde las palabras no cuentan, y los dolores se callan.
Yo he abortado entre sábanas blancas y paredes impolutas, pero donde las palabras tampoco cuentan, y los dolores también se callan.
Yo he abortado porque la maternidad no está en mi camino.
Yo he abortado porque fue mi decisión.
Yo he abortado porque es mi derecho.

El 28 de septiembre, Día por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe, es una fecha instaurada por el movimiento de mujeres desde 1990, en ocasión del V Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe realizado en San Bernardo, Argentina. Allí, las participantes se hicieron eco de un clamor mayoritario que había surgido en la región en el sentido de instaurar un día en el año para visibilizar hacia la opinión pública esta temática que constituye no sólo la causa principal de muerte materna, sino que además significa una grave transgresión de los derechos humanos de las mujeres, en especial de aquellas más jóvenes y pobres, que no tienen recursos ni información para acceder a procedimientos seguros, aunque igualmente clandestinos. Esta campaña constituye hoy una de las fechas emblemáticas en el camino de las mujeres hacia su ciudadanía integral.

Han transcurrido 16 años desde esa decisión histórica adoptada por centenares de mujeres asistentes al Encuentro, quienes abordaron prioritariamente el derecho a la maternidad voluntaria y la necesidad de detener las inútiles y prevenibles muertes por complicaciones de abortos clandestinos e insalubres. Desde entonces, muchas organizaciones, grupos y redes se han involucrado en esta tarea, una de las más complejas acometidas por el movimiento feminista en general, y por el movimiento de salud en particular, pues implica defender el libre ejercicio de la reproducción y sexualidad femeninas en un escenario ideológico tremendamente adverso y al interior de una cultura patriarcal donde el control y dominación del cuerpo de las mujeres ha sido una constante.

Aunque las condiciones legales del aborto en los países latinoamericanos y caribeños no han mejorado sustancialmente en los últimos años, se han producido algunos avances significativos en el ámbito legal o en la aplicación de las causales del aborto impune, como ha sido el caso de Colombia, Argentina y Bolivia, entre otros. En otros países como Ecuador y Chile se han desarrollado interesantes debates sobre los derechos sexuales y reproductivos y el acceso a servicios para la población tendiendo a endurecerse en algunos casos. En Brasil y Uruguay, por su parte, el movimiento feminista se encuentra comprometido en la defensa de proyectos de ley que contemplan la despenalización del aborto.

Paralelamente, y a nivel mundial y regional, la corriente orquestada por las fuerzas mal llamadas “provida” y por la Iglesia Católica siguen obstaculizando el reconocimiento pleno de los derechos de las mujeres, en especial en el terreno sexual y reproductivo. Pero con su discurso fundamentalista continúan alejándose de la realidad de vida de las personas y de sus necesidades concretas en salud sexual y reproductiva, y claramente comienzan a generar reacciones de rechazo ciudadano.

Por cada mil mujeres en edad reproductiva (entre 15 y 49 años), nos dice la OMS, se practican 30 abortos inseguros en América Latina y el Caribe. Son mujeres que llegan a esta práctica no por gusto, sino por necesidad, porque el embarazo es indeseado, inoportuno, forzado. Porque están enfermas, porque tienen demasiados hijos, porque les falló el método anticonceptivo, porque no tuvieron acceso a él. Por lo tanto, la interrupción voluntaria del embarazo es su derecho y forma parte de su autonomía y libertad reproductiva, y como tal debe ser respetada.

Pero el aborto clandestino continúa soslayado por quienes tienen en sus manos la capacidad de formular políticas integrales que eviten la recurrencia al aborto, al igual que por los políticos que evitan legislar al respecto. Claramente no están haciéndose cargo de la cotidianidad de las mujeres, de los derechos que les asisten sobre sus cuerpos.

La Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe, por lo tanto, y en el marco de sus principios políticos de acción, se une a esta campaña regional y se adhiere a los múltiples actos, reuniones, manifestaciones y campañas que en los países están impulsando las organizaciones de mujeres, en especial por los grupos de jóvenes que como nunca antes salen hoy a las calles en una muestra de su ciudadanía política y social.

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