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Viernes, 12 de julio de 2002

TALK SHOW

El lado oscuro de Sandra B.

 Por Moira Soto

Ella, la vecinita de al lado capaz de conducir un colectivo a máxima velocidad, ya había intentado ingresar al club –cada vez menos exclusivo– de las mujeres policía del cine, en un engendro irredento y reaccionario llamado Miss Simpatía. En esa comedia, la agente Sandrita Bullock hacía de la típica patita fea por la que nadie –del elenco masculino– daba un piropo, y que por las vueltas de una investigación se presentaba a un concurso de belleza y revela el cisne que anidaba en ella. A pesar de los flojos resultados en cuanto a calidad, no le fue tan mal como con otras producciones suyas (Vientos de esperanza, Hechizo de amor, 28 días), que partían de buenas ideas, eficazmente malversadas por guionistas y/o directores.
En estos momentos –chapeau, sin demasiada reverencia–, Sandra B. está en cartel interpretando a una chica policía de otro calibre, más en la estirpe de la detective Jamie Lee Curtis en Blue Steel, aunque todavía lejos de la compleja, misteriosa agente Jodie Foster en El silencio de los inocentes.
El caso es que Sandy, que ya anda por los 37 y tuvo estómago para besar a Sylvester Stallone en Demolition Man (1993) y a quien pronto veremos haciendo lo propio con el eterno despistado Hugh Grant en Two Weeks Notice, interpreta en Cálculo mortal, la peli de marras, a una investigadora dura entre los más duros (la llaman “Hiena” porque se trata del único animal hembra que tiene pene. “¿Te molesta?”, le pregunta el zoquete de Ben Chaplin. “No, uso pantalones flojos”, retruca tan fresca ella). Por desgracia, después llegan las explicaciones psicologistas acerca de por qué la chica, que debe averiguar sobre un crimen gratuito perpretado por dos adolescentes, se comporta de modo tan poco “femenino”. Pero antes de las aclaraciones, su conducta acometedora, yendo a los bifes, sus frases aceradas, resultan bien divertidas. Hay que verla avanzar sin remilgues sobre el espantado compañero de turno para tener pura y exclusivamente sexo con él. Y después de la sesión, echarlo de la cama para dormir tranquila: como él no entiende, se resiste, lo empuja hasta que cae al suelo. Sí, chicas, tenemos aquí hasta un punto a la vengadora del seudopoeta de El lado oscuro del corazón, aquel que -habiendo digerido mal a Oliverio Girondo– le tomaba examen a las mujeres para comprobar si sabían volar (nunca supimos de la altura del aleteo de él...) y a las reprobadas las liquidaba en la pirañera. Bueno, Sandra no es tan cruel, pero los tipos no pueden soportar su estilo (tan masculino). Aunque no hace maldades, es inteligente y muy buena en su oficio, no la quiere nadie. La actriz, olvidada de todo glamour y de algunos mohínes, logra su mejor actuación hasta la fecha, a cara lavada –bah, con una base transparente–, estricta ropa oscura, el pelo atado. Lástima las obvias aclaraciones sobre su pasado de mujer maltratada, pero al menos, una vez destapado su secreto, la policía no se vuelve automáticamente coqueta, dulce y soñadora.

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