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Viernes, 25 de mayo de 2007

TALK SHOW

Las locas de la casa

 Por Moira Soto

Además de las varias obras de dramaturgas protagonizadas por personajes de mujeres (Desde Irina, Algo de ruido hace, Caída crónica, Un mismo árbol verde, Pequeño drama para dos mujeres, Las mujer que al amor no se asoma, Las mujeres siempre son...), en la actual cartelera figuran algunas piezas bien interesantes de dramaturgos que han hecho foco en el llamado mundo femenino con mirada atenta y abierta, con un ánimo tan lejos de la obsecuencia lisonjera como de preconceptos sexistas. Entre esas obras, vale destacar cuatro que en realidad conforman dos espectáculos: por un lado Mujeres, integrado por La otra y Dos mujeres, de Javier Daulte (que incluye en el intermedio la yapa –justificada dramáticamente– de dos boleros que entona con galanura Sebastián Ancona), y por el otro, Homenaje a mí misma, que suma las piezas Orejas caídas y hocico casi cilíndrico, de Marcelo Bertuccio, y Javier y Javier, de Roberto Saunier, más un video –Intervalo– de Cecilia Buldaise y una degustación de platos naturistas entre una pieza y otra.

Aunque diferentes entre sí, Mujeres y Homenaje... aluden a ciertas formas de enajenación femenina relacionadas con el encierro, la fobia del mundo exterior, los lazos afectivos enfermizos, los roles asignados y cristalizados. Las obras de Daulte ponen una vez más de manifiesto –por si hacía falta– el talento admirable para la creación escénica de este autor, la riqueza de sus ideas, la extraordinaria habilidad para inventar una lógica paralela y desarrollarla con constante fluidez, particularmente considerando que la primera pieza es de 1995 y la segunda, de 1985 (¡escrita a los 22 años!). Bajo la exacta y dinámica dirección de Martín Ortiz, que les saca lustre y relieve a ambos textos, Magalí Melia y Cecilia Bruzza se desdoblan en personajes diversos con alta calidad interpretativa. Otro acierto del puestista es la inclusión de dos boleros –“La mentira” y “Encadenados”–, género consagrado a la pasión amorosa que por extensión se puede aplicar a otros vínculos de mucho apego.

En La otra, Clara, una chica de aspecto apocado y desaliñado, recibe la visita de su hermana mayor, que aparenta todo lo contrario. La acción se despliega a través de reveladores diálogos que ingresan con naturalidad en un territorio siniestro, despegado del realismo cotidiano, donde un cadáver en el baño no preocupa a quien cometió un crimen ni provoca escándalo en quien lo descubre, porque la rivalidad entre hermanas se juega en otro lugar, por encima de esas contingencias y recorrida por un humor subterráneo. En Dos mujeres, con fina percepción, Daulte describe el punto muerto en el que están instaladas dos jóvenes adultas que conviven, atrapadas en una rutina de la que no pueden salir ni siquiera para recibir al tipo que citaron a través de un aviso en una revista. Ellas discuten, alegan excusas (“me olvidé de depilarme”), se arreglan, se perfuman, pero no pueden abrir la puerta.

En Homenaje a mí misma, con puesta de Marcelo Bertuccio (dramaturgo y director que ya había ofrecido acercamientos al universo femenino de genuina comprensión), Andrea Vázquez encarna con suma propiedad a dos personajes disímiles, protagoniza el video durante cuya proyección, además, se conduce como anfitriona, convida al público, hace comentarios sobre lo que se ve en el televisor y se cambia para el segundo papel. Durante el transcurrir de la primera obra, la actriz se desplaza entre la platea y la zona del escenario, mira a la gente directamente a los ojos y en algún momento se va. Esto lo hace en el rol de un ama de casa aislada, paranoica, que repite rituales recetas, frases hechas mientras delira con los chanchos que alguien quiere matarla, y no atiende ni el teléfono ni el timbre de la puerta. Desquiciada, hace listas, habla de reglas y calcula la provisión de Cucatrap. En la segunda pieza, Javier y Javier, Vázquez, lejos del público, en un extremo del escenario, se convierte en otra ama de casa, esposa y madre convencional que escucha sus propias declaraciones, un relato en off grabado sobre el que hace acotaciones. Con magnífico manejo de la voz cuenta la historia de la amistad de Javier, su hijo, con otro chico del mismo nombre. La pacatería, el autoritarismo, la discriminación encubierta van aflorando a lo largo del discurso de esta mujer de su casa, que sí supo conservar un marido y controlar a su hijo, porque “madre es estar al lado del hijo siempre”. Parapetada en su rol, no admite otro punto de vista. Cuando, después de los aplausos, Andrea Vázquez saluda y entrega una tarjeta con su nombre y teléfono (4863-4960), donde dice que prepara comidas artesanales, se produce un momento de titubeo en el público: ¿se trata de la vida real o de otra ficción?

Homenaje a mí misma, los domingos a las 16.30 en Apacheta, Pasco 623, a $ 18 y $ 13 (con degustación), 4941-5669.

Mujeres, los domingos a las 20 en La Tertulia, Gallo 826, a $ 15 (con descuentos), 6327-0303

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