Tiene 87 años y cruza la Plaza San Martín de Rosario sin que nadie la agarre del brazo. Ni siquiera se nota que es una abogada pionera que abrió aguas, litigó causas, propuso reformas legales y camina las calles como si todo fuera apenas el principio.

–¿Por qué no? –increpa la pregunta de cómo hace para estar sola caminando el Encuentro a pasos de un siglo en vida y dando cátedra, no solo académica, en cada uno de sus pasos. “Yo siento que puedo participar. Quiero que mejoren los derechos, la autonomía y la libertad de las mujeres y de los niños. Hemos obtenido mucho, desde el divorcio en adelante, pero queda la asignatura pendiente de la ley que legalice el aborto” reafirma su voz exigente. Y su energía intacta para la presentación del libro “Libertad para Belén, grito nacional”, editado por Cienflores y Católicas por el Derecho a Decidir, de la abogada Soledad Deza.

Tiene el rostro iluminado y maquillados los ojos que clarifican un paisaje plagado de chicas y más chicas discutiendo, peleando y festejando nuevos derechos. La revolución del siglo XX la tiene en su ADN. Nelly nació en 1929, cuando todavía las mujeres no podían votar, ni ser votadas, ni divorciarse, ni decidir sobre sus hijos, ni no someterse a la violencia o la violación conyugal, ni usar anticonceptivos. Y apenas tres años antes de su nacimiento las mujeres eran declaradas, tajantemente, incapaces. A ella le tocaron los coletazos de la discriminación jurídica y, una vez casada, su marido tenía que firmar por ella como si su puño y letra fuera indeleble para la ley por femenino.

Su paso, en cambio, sigue firme y no entiende ni quiere de ningún retroceso que no la haga marchar por más derechos.