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Viernes, 7 de enero de 2005

El Reino del Revés

Por Mónica Gogna *
En general en nuestra sociedad prevalece una visión del embarazo en la adolescencia estereotipada, cargada de prejuicios (de clase, generacionales, de género). Frente a los datos de una encuesta que realizamos en 2004 a 1800 madres adolescentes, los medios titularon –por ejemplo– “Cifras alarmantes: el 30% de estas adolescentes quería tener un hijo”. Sólo en el Reino del Revés preocupa más el 30% que lo que quería el 70% que no quería tener un hijo pero lo tuvo, porque no le dimos educación sexual y anticonceptivos o porque se juega la vida en un aborto clandestino si decide interrumpir ese embarazo. Para ellas tenemos una condena (porque llevaron a sus hijos a un recital), pero no educación sexual, métodos, perspectivas de futuro, protección frente a la coerción y el abuso sexual, guarderías para sus hijos, etc. La tragedia del 30/12 nos muestra una vez más cuán vulnerables son los niños y los adolescentes en Argentina. Según datos recientes del Indec, el 60% de los menores de 14 años en nuestro país son pobres (y en el Nordeste la cifra se eleva al 73%). Hablar de vulnerabilidad es entender que la posibilidad de exposición a un riesgo resulta de un conjunto de aspectos, no sólo individuales sino también colectivos, contextuales. Adoptar conductas de cuidado depende en gran medida de cómo y con qué inversión de recursos la sociedad se organiza para ofrecer a los jóvenes condiciones para desarrollarse y para ejercer sus derechos (a decidir cuántos hijos tener y cuándo, pero también a asistir a un espectáculo sin poner en riesgo la vida). Hay también, además del componente social, el componente político-institucional, como resulta público y notorio. Culpar a las víctimas es, en mi opinión, una actitud miserable. Los adultos tenemos una deuda pendiente con los niños y los jóvenes en Argentina: disminuir la mortalidad infantil (que es el doble de la Chile, Costa Rica y Cuba), dar educación sexual, mantener a los adolescentes en la escuela, ofrecer capacitación laboral, trabajo, guarderías, atención a las víctimas de violencia sexual, etc. etc. Reducir la vulnerabilidad de los jóvenes, nos dice el experto brasileño Ricardo Ayres, sólo es posible con una activa y genuina preocupación de las comunidades y la construcción solidaria y sustentada de formas realistas y efectivas para superarla. Ojalá entendamos esto de una vez y para siempre. Es lo mínimo que podemos hacer frente atanta muerte absurda, evitable.

* Socióloga, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y del Centro de Estudios de Estado y Sociedad (Cedes).

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