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Viernes, 22 de julio de 2011

XIMENA BIANCHI, GRUPO CATALINAS, ARGENTINA

MUÑECOS CON CULO Y TETITAS

Desde 1996 dirige el Grupo de Títeres del Grupo Catalinas. Hizo La niña de la noche, O sos o no sos y El ratón del invierno, obra con la que se presentará en el Festival Internacional del que además es coordinadora.

¿De qué habla El ratón del invierno?

—Del rol social del arte. El cuento va de ratoncitos que juntan las cosas necesarias para pasar el invierno. Uno de ellos junta otras cosas: palabras, aromas, colores. De alguna manera, el resto cree que se está haciendo el tonto para no trabajar. Y cuando llega el momento, resulta que todo eso también es válido en tanto y en cuanto puede ser compartido.

Compartir, democratizar el acceso a los espectáculos, ¿es una de las cruzadas del festival?

—La misión es incluir a todo el mundo. Por eso planteamos hacer espectáculos de calidad que van girando por el sur de la ciudad. Es importante llegar a estos lugares: la manera de tener un mundo mejor es poder imaginarse un mundo mejor.

Pasan los siglos, las modas, los inventos. ¿Cómo hacen los títeres para mantener su vigencia?

—Es como el libro y el cine. Si bien el cine es bárbaro, el libro tiene una parte en la que ponés tu parte. A veces me dicen: “¡Viste cuando el títere cerró los ojos!”. Y el títere nunca hizo un guiño. Sin embargo, la gente lo vio porque vos lo estás interpretando así. Te toca al niño que llevás adentro. Si vieras la cara de los espectadores, tienen cara de “Ahhh...”.

Se usan también para abordar distintas temáticas. ¿Participaste de alguna experiencia que haya cambiado la exclamación del público “Ahhh...” por “Ohhh...”?

—Hace mucho tiempo trabajamos sobre discriminación, sexualidad y sida con chicos y chicas de primaria, secundaria y docentes. Para adolescentes, hacíamos que se encontraba una pareja que iba a tener su primera relación sexual y no sabían cómo usar el preservativo. Eran títeres de cuerpo entero, con ropa, tetitas, pito. Al principio todos bardeaban. Pero cuando veían que se sacaban la ropa, se metían en la cama, cómo eran los cuerpos, se hacía un gran silencio. Estaban esperando la censura, y no había censura. No los tratábamos aniñadamente. ¿Cómo hubiéramos hablado de eso en una escuela de otra manera?

¿De qué hablan las mujeres titiriteras cada vez que se encuentran? Cada vez generan más espacios entre pares, ¿es así?

—No participé nunca. Pero los encuentros de mujeres son necesarios, siempre. Para charlar sobre lo que hacen, cualquiera sea su medio y profesión. En cuanto a los títeres, durante mucho tiempo fueron un mundo masculino y machista. El titiritero era aquel que se iba de viaje, y eso lo hacían los hombres. En mi caso, no soy ni hija, ni madre, ni hermana, ni tengo marido titiritero, ni me importa nada. Soy autoconvocada. En este festival, por ejemplo, no sólo el cupo de titiriteras es parejo: la mitad de los técnicos también son mujeres.

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