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Lunes, 10 de octubre de 2016

FúTBOL › LA SELECCIóN DEBE ENFRENTAR BARRERAS QUE PUEDEN DESEMBOCAR EN DOS CAMINOS DIFERENTES

Argentina, entre el optimismo y el pesimismo

Los rivales que tiene que enfrentar como local no parecen tan complicados, pero los riesgos que tendrá en condición de visitante son muchos. Si repite una actuación como contra los peruanos, el futuro asoma bastante sombrío.

 Por Juan José Panno

Lo primero que se mira, después de Perú y antes de Paraguay, es la tabla de posiciones, lo que los veteranos llamaban “el cantaclaro”. Y ahí figura que Argentina está en el quinto lugar en las Eliminatorias Sudamericanas, detrás de Uruguay y Brasil, y con el mismo puntaje (pero peor diferencia de gol) que Ecuador y Colombia, lo que significa que si el campeonato terminara hoy mismo habría que jugar el repechaje. Después se mira el fixture y ahí surge que falta jugar de locales contra Paraguay (mañana), Colombia, Chile, Venezuela y Perú, y de visitantes contra Brasil, Bolivia, Uruguay y Ecuador, en la última fecha.

En principio, habría que mantener el optimismo porque parece que la mano no viene tan complicada, y se supone que no son difíciles los adversarios que Argentina enfrentará como local y que, incluso, alguno de ellos, puede llegar a ese partido eliminado, como por ejemplo Venezuela y Perú. Los encuentros como visitantes son todos riesgosos, y el optimismo empieza a perder un poco de fuerza. Y se diluye mucho más cuando se recuerda lo mal que jugó Argentina contra Perú. Si se piensa que el equipo puede repetir actuaciones como la del jueves pasado, entonces se empieza a contornear el pesimismo.

Contra Perú, el DT el equipo nacional, que suele manifestar su enrolamiento a la escuela del equilibro armó un equipo desequilibrado, con dos volantes de contención de similares características y cuatro delanteros. Eso viene a ser algo asi como elegir un as de bastos y dos cuatros para jugar una mano de truco: casi no hay posibilidades de ganar. Trató de corregir el esquema cuando promediaba el segundo tiempo, con la entrada de Banega por Agüero, pero pareció demasiado tarde.

Argentina jugó con Dybala sometido a la raya y Agüero tirándose atrás en una posición distinta a la que ocupa en el Manchester City, dos detalles que conspiraron contra el rendimiento colectivo. Todos estos datos se anotan en el “debe” de Bauza, pero también hay que pensar que el entrenador no es el único responsable de la flojísima tarea con varios rendimientos individuales muy flojos, incluido algunos que suelen funcionar como un relojito, como es el caso de Mascherano. Faltó asociación, faltaron ideas claras y también falto rebeldía de los futbolistas.

Argentina manejó la pelota en el arranque del partido, pero de a poco se fue enredando en su impotencia para salir de la presión a la que la sometía un rival necesitado. Que Argentina haya estado dos veces arriba en el marcador no habla de su juego sino de recursos individuales, propio de jugadores de jerarquía internacional. Pero lo que no hubo fue superioridad manifiesta del más dotado técnicamente, sino todo lo contrario.

Se supone que Bauza tomará nota de los errores cometidos y mandará a la cancha a Banega, que puede funcionar como enlace y a Gaitán, que puede asociarse en el fortalecimiento de un circuito de juego que desemboque en posibilidades claras para Higuaín. Sin tres de los integrantes de la línea de cuatro ( Zabaleta, Funes Mori y Otamendi) suspendidos por haber llegado al límite de amarillas , el entrenador recurrirá a Mercado, Demichelis y Musacchio para la línea de cuatro que complementará Rojo.

Se especula que también habrá otras variantes, pero lo que se necesita fundamentalmente es un cambio de actitud; que se confíe en el juego, en la tenencia de la pelota para elaborar juego. La verticalización obsesiva, la urgencia para poner el balón en el terreno contrario, la falta de pausas, suelen ser factores que impiden la llegada clara y precisa. No hay un Riquelme, tampoco está Messi (que de tan bueno que es rinde donde se lo ponga), hay que arreglarse con lo que se tiene a mano. Falta un 10 clásico: D’Alessandro está grande, Lo Celso es muy pibe, y por lo tanto hay que resbuscársela con lo que hay.

La Selección tiene muchas chances de superar el escollo de un Paraguay venido a menos, pero eso es el corto plazo. Si se quiere mirar un poco más lejos, el entrenador deberá hacer un serio replanteo. Tal vez se entienda que lo principal es que se sepa a qué se quiere jugar.

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Imagen: Fotobaires
 
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