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Lunes, 26 de enero de 2004

FúTBOL

Gordito, pero el mejor

Después de la milagrosa recuperación de su rodilla derecha y por más que no sigue una dieta rigurosa y que está por encima de su peso ideal, Ronaldo está teniendo una temporada brillante en el Real Madrid, con un promedio de tantos y de partidos jugados similar al que logró en PSV, Barcelona e Inter, antes de sufrir esa lesión que casi lo margina del fútbol. Es el cómodo goleador de la Liga española y pieza clave del puntero del campeonato.

Por Diego Torres *

Ronaldo está como si nunca se hubiera lesionado de gravedad. La necrosis de su tendón rotuliano derecho y su deterioro progresivo hasta la ruptura masiva, en abril de 2000, hacen de su actual momento físico un caso extraordinario en los anales de la medicina deportiva. Hoy, con 0,80 gol por partido en Liga, está al nivel que tenía al finalizar la temporada 1997-’98, cuando con el Inter hizo casi el mismo promedio (0,78 goles por encuentro), levantó una Copa de la UEFA y no ganó el scudetto porque, como desliza su ex compañero, Iván Zamorano, se interpuso la Fiat: “La Juventus nos robó el último partido”.
En su primera temporada con el Inter, cuando todavía lucía la rodilla sin la cicatriz que la recorre hoy como el vestigio de un machetazo, Ronaldo consiguió meter 25 goles en 32 partidos de Liga, un promedio fabuloso para los cánones italianos. En su segunda temporada con el Madrid lleva 16 goles en 20 partidos, un peldaño por encima de la pasada (23 goles en 31 encuentros), y cada vez más cerca de su año dorado, la temporada 1996-1997, cuando con el Barcelona hizo 0,90 goles por partido: 34 en 37.
Uno de los testigos de aquella proeza, Sergi Barjuan, no se atreve a decir que el Ronaldo que vio fue el mejor posible: “La temporada todavía no terminó”. El ahora lateral del Atlético nota que Ronaldo se muestra “más cauteloso” en el campo, no tan dinámico, pero “igual de eficaz”.
“Lo que Ronaldo hace cada jornada es demostrar que es un crack”, se admira Sergi. “Yo tuve la suerte de jugar con un Ronaldo con... muchas ganas, mucha fuerza. De no ser por él no hubiésemos ganado la Copa del Rey y la Supercopa, y no puedo decir si ahora es peor o mejor jugador porque no lo sé. Sólo sé que es un crack. De otra manera no podría estar a este nivel después de todo lo que le pasó. Si un jugador sufre esa lesión y sale del bache siendo casi el mismo, es que es un crack”.
Los goles de Ronaldo sustentaron al Barça hace siete años tanto como al Madrid esta temporada. Con una diferencia: en la temporada azulgrana, Ronaldo se perdió cinco partidos, entre lesiones y carnavales –bailó en el Sambódromo de Río–; esta temporada sólo se perdió un partido, contra el Villarreal en la primera rueda, por acudir a una convocatoria con Brasil –y promete no ir al carnaval–. En su primer año en el Madrid estuvo de baja en las primeras cuatro jornadas y se perdió otras tres por problemas musculares, derivados, en buena parte, de su inactividad de más de dos meses en el verano. Llegó a Madrid con su amigo y fisioterapeuta particular, Nilton Petrone, asegurando que sólo con él sus músculos lograrían encontrar la armonía perfecta. Después de casi dos años lejos de Petrone, las cosas no van tan mal.
Si el Madrid está dos puntos por encima del Valencia más eficaz de la historia es gracias a Ronaldo. Marcó en 14 jornadas y en diez de ellas fue determinante: 26 de los 46 puntos que ganó el Madrid se deben directamente a sus goles. En la última jornada, marcó el segundo tanto ante Villarreal en la victoria 2-1. En la anterior, con el gol al Betis, sumó un punto. Frente al Mallorca, antes de Navidad, provocó un penal y marcó otro gol, básico en la victoria. Contra La Coruña se repartió el trabajo junto a Raúl; de visita en el Camp Nou hizo el gol del triunfo; al Atlético lo sentenció en 15 segundos; y en Sevilla su tanto valió el empate. Al Athletic y al Espanyol los despachó con dos goles a cada uno y contra el Betis, en la primera jornada, selló el marcador y los tres puntos en el minuto 61.
Hace diez temporadas, cuando Ronaldo llegó a Eindhoven con 17 años, las cosas no fueron muy distintas. Uno de los líderes del PSV de aquella época, el internacional holandés Stan Valcx, lo recuerda con gusto: “Tenía tanto talento y estaba tan seguro de sus posibilidades que no necesitaba entrenarse apenas. Creo que nunca le vi ponerse nervioso antes de unpartido. Ni a él ni a Romario. Sólo que cuando él debutó tenía 18 años, no entendía el idioma y estaba totalmente desconectado del fútbol europeo. Le gustaba tanto la presión que en su primer partido metió tres goles. Los goles eran la única cosa que le importaba de los entrenamientos, a él y a Romario. Veían el fútbol como una forma de diversión, algo extraño para nosotros, los europeos, que lo asociamos con trabajar. Romario y Ronaldo sólo querían meter goles, y como lo hacían cada vez que querían, nos quitaban presión al resto del equipo. Desde el entrenador al arquero todos vivimos más relajados”.
En el Barça, según cuenta Sergi, Ronaldo siguió fiel a sus hábitos: “No hay más que mirar las piernas que tiene. Una persona con esa fuerza y esa técnica sólo con cuidarse un poquito, con ir una vez por semana al gimnasio y entrenarse más o menos fuerte alguna vez, está en forma. Ronaldo nunca fue de los que iba por delante en la carrera continua”.
Zamorano, que coincidió con el brasileño en toda su etapa en Italia, recuerda que la naturaleza lo había dotado de una musculatura que lo licenciaba. “Tiene una contextura importante –explica el chileno– tiene una potencia y una fuerza innata, algo que lleva en la sangre y que le puede aliviar el trabajo físico. Está claro que si rinde de la forma en que lo está haciendo es porque algo trabaja. En España no sé, pero en Italia hacía pesas como todos. Y además, hacía un trabajo complementario con su fisioterapeuta Petrone”.
Según las últimas noticias, Ronaldo exhibe un ligero abultamiento en el vientre. En el Madrid no se machaca y cuando termina los entrenamientos tampoco se priva de una Coca Cola bien azucarada. ¿Para qué? De esa manera, segura y holgada, va camino de batir sus propios records. Al decir de un compañero perplejo, es como un pura sangre con hándicap: “¡Cómo sería si no diese ventajas!”.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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