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Lunes, 23 de febrero de 2004

FúTBOL

Hechos pelota

De los 62 clubes que militan en las tres categorías profesionales de la AFA, 26 están atravesando un proceso de quiebra o en concurso de acreedores. Una cifra que revela la realidad que vive el fútbol argentino.

 Por Gustavo Veiga

La economía de nuestro empobrecido fútbol es como un globo aerostático a punto de explotar. Si se sostuvo hasta ahora, es por el fuego de los quemadores, algo así como la pasión popular. El primer artefacto que inventó el hombre para volar asciende despacio gracias al aire caliente. En cambio, en los clubes, las deudas suben mucho más rápido, a tal punto que en las tres categorías profesionales de la AFA hay 26 instituciones concursadas o en quiebra sobre un total de 62, un estado comatoso que se extendió en los últimos años por una multiplicidad de factores, desde las malas administraciones a la catástrofe de la que todavía no se repuso el país. Esa cantidad significa casi el 42 por ciento las entidades en competencia, tanto en Primera, como en los dos principales torneos de Ascenso, la B Nacional y la clásica B Metropolitana que reúne básicamente a equipos de Buenos Aires. Y hay de todo: desde la quiebra de un “grande” como Racing al concurso que Huracán dejó de abonar en noviembre de 2001, desde la desaparición del Deportivo Español –hoy denominado Club Social, Deportivo y Cultural Español de la República Argentina– hasta la amenaza de subasta que pesa sobre el polideportivo de Newell’s (uno de los concursados de Primera), programada para el próximo viernes.
Esta situación que devino en tesorerías sometidas a control judicial denota una cosa: hace tiempo que se tocó fondo. Sobran los clubes para jugarse un campeonato de quebrados o en convocatoria de acreedores. En la máxima categoría del fútbol argentino, a la quiebra de la centenaria Academia, deben sumarse Banfield (única institución con concurso homologado por la Justicia), San Lorenzo, Newell’s, Central, Nueva Chicago y Talleres, que también están bajo proceso concursal.
El club de Boedo tenía al 30 de junio del año pasado un pasivo de 35.073.067 pesos, cifra que para el concurso se reduce a alrededor de 32 millones. La idea de los dirigentes es ofrecerles a los acreedores un pago escalonado a ocho años, con dos de gracia y bajo las más que laxas normas fijadas por la AFIP. En Rosario, los dos “grandes” de la ciudad están bajo la órbita de la Justicia Civil y Comercial, aunque el concurso de Newell’s es más antiguo y tiene créditos verificados por 30 millones. Sin embargo, a su polémico presidente, Eduardo López, denunciado por “evasión fiscal agravada” en transferencias de futbolistas al exterior, lo urge un problema: el próximo viernes será rematado el campo de deportes por una deuda con la AFIP que asciende a 1.300.000 pesos. En Central, el panorama tampoco es desahogado. El 8 de marzo próximo concluye el plazo para que los acreedores verifiquen sus créditos que rondan los 40 millones de pesos. Mientras tanto, en Córdoba, Talleres está a punto de cancelar un concurso que data de 1992, pero ingresaría en otro muy pronto.
Si se baja en un vuelo rasante sobre la principal categoría del Ascenso, la Primera B Nacional ofrece el record de que la mitad más uno de sus clubes están sometidos a concurso o en quiebra. La lista se abre con Belgrano y Ferro, ambos gerenciados y quebrados, pero continúa con nueve entidades sometidas a convocatoria y que, con matices, sobrellevan esa situación con penosas dificultades o en cierto orden. Son Huracán, Los Andes, Defensores de Belgrano, Gimnasia de Jujuy, Godoy Cruz de Mendoza, Instituto de Córdoba, Juventud Antoniana de Salta, y los dos San Martín, de Mendoza y San Juan.
Néstor Vicente, el presidente de Huracán, sostiene que el de su club es un caso de “inexplicable sobrevivencia”. Concursado en 1999 y con dos años de gracia por delante para abonarle a sus acreedores, en noviembre de 2001 se comprometió a saldar la primera cuota de 800 mil pesos sobre un total de diez idénticas y pagaderas todas en el mismo mes de los años siguientes. La institución abonó una parte, aunque nunca canceló las cuotas de 2002 y 2003. Por ende, se expone a numerosos pedidos de quiebra. Pero, además, tiene embargados los ingresos de televisión, una deuda posconcursal que orilla los 20 millones de pesos y un déficit operativo mensual que, pese a una baja de 250 mil pesos a 150 mil, continúa engrosando el pasivo. “Estamos a la cabeza de las dificultades”, argumenta Vicente para simbolizar qué lugar ocupa Huracán entre los clubes más comprometidos del fútbol argentino.
En la Primera B, como sucedió con Racing dos divisiones más arriba, hay tres clubes que quebraron y, pese a ello, continúan disputando ese torneo. Uno es el club fundado por la colectividad hispana de nuestro país y que se dio el gusto de jugar varias temporadas en Primera: el ahora Social, Deportivo y Cultural Español de la República Argentina. Los humildes Laferrère y Talleres de Remedios de Escalada se encuentran en igual condición. En esta categoría hay que agregar a los concursados All Boys, Sportivo Italiano, Deportivo Morón, Colegiales y Platense, este último en medio de un conflictivo clima interno por los intentos de un grupo que pretende delegar el manejo del fútbol en una sociedad anónima.
Si se continuaran bajando escalones, las dos restantes divisiones que disputan los campeonatos de la AFA permitirían ampliar la lista de clubes bajo la tutela de la Justicia: Comunicaciones, por ejemplo, juega en la C y está en proceso concursal. La lista de 26 instituciones, entonces, se extendería hasta 34, según la asesoría letrada de la asociación que preside Julio Grondona.
Que la mayoría de los clubes centenarios o a punto de serlo no integren la nómina de aquellos 26 podría ser el dato que induzca a ver la mitad del vaso lleno. No obstante, como la situación está demasiado lejos de ser controlada –en conjunto y según su último balance, sus entidades afiliadas le deben a la AFA 98.881.274,94 pesos– este año puede que otras instituciones sean llevadas ante la Justicia Comercial.
Independiente, un grande que no acierta a paliar la crisis económica que deriva de su pasivo cercano a los 31 millones de pesos, estaría a punto de aceptar una propuesta de la consultora Deloitte & Touche, que le permitiría salir del delicado momento que atraviesa. Se trata de la creación de un fideicomiso que en Avellaneda ven con buenos ojos. En efecto, ese término y otros como quiebras, concursos, embargos, inhibiciones, gerenciamientos, componen hace años un lenguaje ya habitual entre los escribas de nuestro más popular deporte. Ese vocabulario que tolera la licencia para utilizar una expresión un tanto más gráfica y futbolera: la mayoría de nuestros queridos clubes están hechos pelota.

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