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Lunes, 11 de octubre de 2004

FúTBOL › QUE ESTA CAMBIANDO EN EL EQUIPO ARGENTINO CON EL CAMBIO DE ENTRENADOR

El nuevo tablero de la Selección

Se está armando: salió Bielsa, entró Pekerman, y ciertas diferencias se notan, aunque sólo se haya jugado un partido y no todas aquéllas constituyan un plus. A favor: más libertad, menos verticalidad, más juego corto, menos ansiedad. En contra: exceso de pelotazos, ausencia de los punteros. Pero todo el crédito está abierto.

Se hizo el dueño de la mitad de la cancha en gran parte del partido del sábado, favorecido por la lentitud de los volantes rivales. Pero la sensación es que el titular del puesto es Javier Mascherano. Esteban Cambiasso tiene más juego, más cabezazo y más llegada que Mascherano, quien a su vez es muy vivo para recuperar la pelota y es capaz de arreglárselas solo en el mediocampo. Con Cambiasso en la cancha, Pekerman apostó a colocarlo cerca de Zanetti, como apoyo. Con Mascherano, tal vez no necesite nada de esto. El primer gol de Uruguay nació en una pelota que perdió el Cuchu, pero esto es apenas un detalle.


No tuvo nada que hacer en el primer gol de Uruguay y atajó muy bien el penal, aunque el árbitro lo hizo repetir. Roberto Abbondanzieri era el arquero titular con Bielsa y seguirá siéndolo con Pekerman. Franco, Lux y Costanzo quedarán en lista de espera. La foto es del penal que atajó, pero fue repetido. Detrás, una bandera de alguien que pretendió salirse del apoyo excluyente o la crítica despiadada al técnico anterior. “¡Gracias Bielsa x todo. Fuerza Pekerman”, dice. No está mal.


Jugó con mucha libertad, por todo el frente de ataque y aportó gambeta, velocidad y toque. Participó en tres de los cuatro goles pero, eso sí, no estuvo acertado en la definición, que es uno de sus fuertes. Por ahora, Javier Saviola tiene asegurado un lugar en el equipo. El lugar por el que se mueva dependerá mucho de quien sea su compañero en el ataque. Pero con Pekerman es muy probable que juegue más que con Bielsa.


Uno de los históricos del Mundial, aunque la gente no lo cuestiona como a Verón o Crespo. Javier Zanetti jugó un buen partido, en el primer tiempo como carrilero por la derecha y en el segundo más cerca del Cuchu Cambiasso, pero siempre cambiando posiciones con Lucho González. Hizo un golazo, pegándole con la cara externa del botín derecho. Otro de los históricos de Bielsa, Juan Pablo Sorin, también respondió muy bien. Ambos son, en estos tiempos, titulares indiscutibles.


Fue uno de los más flojos de una línea de tres que rindió por debajo de las otras líneas de equipo. Gabriel Heinze hizo el penal, pegó mucho, tiró demasiados pelotazos y en algún momento no sincronizó sus movimientos con Samuel y Coloccini. Se supone que si se persiste con la idea de jugar con tres en el fondo, idealmente van a jugar Samuel, Ayala y Heinze, y si se juega con cuatro, Zanetti, Ayala, Samuel y Heinze.


Cuarto gol de Argentina. Luciano Figueroa amagó, gambeteó al arquero y definió muy bien. En el primer tiempo hizo otro golazo, conectando con la zurda suavemente un centro de Saviola. El delantero del Cruz Azul –que había cumplido una buena actuación en el Sudamericano, pero no había sido tenido en cuenta en los Juegos Olímpicos– debe pelear el puesto con Carlos Tevez y se supone que, por ahora, corre en desventaja. En el partido contra Chile es muy probable que juegue Tevez, pero si en la competencia se abren nuevos capítulos será muy bueno para el fútbol nacional.


Entró bien. La gente estaba predispuesta al aplauso y José Pekerman tiene la firme voluntad de retribuir esa buena onda con el mejor fútbol. A veces sale, como en varios tramos del partido contra los uruguayos. A veces no va a salir. Lo bueno será que, cuando lleguen las malas, no se le caiga encima con todo el peso de la intolerancia, tal como ocurrió con su antecesor. El futuro de la Selección dependerá de cómo arme las piezas, pero también de cómo maneje el estado anímico general del grupo. En las declaraciones que formuló después del partido, escapó de cualquier polémica comparación con Bielsa.


Pelota contra el piso, cabeza levantada, mirada atenta para elegir el destino antes de tomar contacto con la pelota. Juan Román Riquelme la rompió en el partido del sábado. El balón no pasó tanto por sus pies, como en los mejores tiempos en Boca, pero igualmente fue el eje del equipo. Tuvo participación directa en tres de los cuatro goles argentinos. En el próximo partido, pasado mañana, va a estar en condiciones de jugar D’Alessandro. ¿Saldrá Riquelme? Lo más probable es que no; que Pekerman lo deje en el equipo, en el lugar que ocupó el sábado Zanetti, cerca de Cambiasso y que D’Alessandro se mueva como enganche. ¿Y cuando vuelva Aimar? Ahí deberá resolver el DT según el presente de cada uno. Pero naturalmente nunca es un problema tener que escoger entre dos jugadores de notable calidad.


Rostros felices, con los goles y también con el rendimiento del equipo. La gente estaba predispuesta a pasarla bien y el equipo ayudó bastante. Rápidamente surgieron las comparaciones que ubican a este equipo por encima de aquel que comandaba Marcelo Bielsa, pero está claro que es prematuro sacar conclusiones serias. “A los jugadores se los ve más tranquilos”, suele decirse. Pero la realidad es que, tanto en las declaraciones periodísticas como en la intimidad, ningún jugador dijo haberse sentido presionado ni nada parecido.

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