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Lunes, 17 de junio de 2002

FúTBOL › BASTARIA UN SIMPLE GESTO DE PEKERMAN PARA QUE QUEDE A CARGO DE LA SELECCION MAYOR

“Es el tiempo de José”, dice la AFA

Desechada la continuidad de Marcelo Bielsa, fuentes muy cercanas a Grondona confirmaron que José Néstor Pekerman es, por múltiples razones, el sucesor “natural” y deseado por la conducción de AFA. Ya está en la estructura, no implicaría mayores desembolsos de dinero –se piensa en un solo técnico– y conoce perfectamente a la generación de jugadores que deberán hacer el relevo a los actuales. Si José no se decide, como en el ‘98, recién comenzaría la puja entre Bianchi y Ruggeri.

 Por Gustavo Veiga

Nuestra realidad caníbal devora lo que encuentra a su paso y acaba de tragarse a Marcelo Bielsa. La sucesión, entonces, está abierta, aunque el técnico aún no hizo pública su determinación de irse. “Es el tiempo de José”, enfatizan en el entorno de Julio Grondona, como si hiciera falta deducir que se trata de Pekerman. Una idea que, por estas horas, se antoja casi como una perogrullada. El hombre elegido es él y no otro. El mismo que había designado a quien ya tenía tomada la decisión de alejarse del Seleccionado, incluso antes de la prematura eliminación en el Mundial. Si el actual director general de todos los planteles nacionales acepta el cargo –y no lo rechaza como ya ocurrió en 1998–, es muy posible que, desde la AFA, se introduzcan cambios profundos en el modo de conducir el fútbol. Por lo pronto habría un solo técnico, ya que las finanzas de la Asociación no dan para más. También se formaría una Selección estable, con una edad tope estimada en los 23 años y que tendría como rasgo característico la procedencia de sus integrantes: todos jugarían en el país, aunque, por estas horas, eso parezca impracticable. Así quedaron establecidas las cosas después de la desilusión más grande soportada por el fútbol argentino en los últimos 40 años. Bielsa se va, llega Pekerman y, por las dudas, Carlos Bianchi queda anotado en la lista de espera que la mayoría de sus colegas desearían integrar.
Si el desastre de Suecia en 1958, como se lo denominó para la historiografía de nuestro fútbol, conmovió a las estructuras, esta vez la salida del Mundial que nos dieron nuestros contemporáneos suecos puede que derive en un ciclo donde domine la austeridad. Austeridad que se manifiesta en el gesto de mirar hacia adentro, porque Pekerman ya es un hombre de la AFA y tiene contrato hasta fines de septiembre. “Debe hacerse cargo él para ver si se repiten los resultados obtenidos con los juveniles”, le confió a Líbero un dirigente muy próximo a Grondona, desde Tokio, la noche del último viernes. El diálogo telefónico continuó por espacio de diez minutos, mientras, a unos pasos de su habitación, en el hotel que hospeda a la cúpula de la FIFA, descansaba el presidente.
–¿Qué haría cambiar de opinión a Pekerman ahora respecto de lo que sucedió cuando Daniel Passarella se alejó de la Selección?
–En su momento, él argumentó que no tenía suficiente relación con los jugadores mayores. En cambio, a la camada que viene ahora la conoce muy bien.
La voz llegaba nítida desde Oriente. La mención de los nombres, esa savia nueva que sin interrupción se reproduce en el fútbol argentino, también. Saviola, D’Alessandro, Coloccini, Maximiliano Rodríguez (actuales campeones mundiales Sub-20 en Buenos Aires, el año pasado), Aimar, Samuel, Riquelme, Placente, Cambiasso, Romeo (todos ganaron el Mundial de la misma categoría en Malasia ‘97) e incluso, si nos remontáramos más atrás, Sorin, que se consagró en el Mundial Juvenil de Qatar ‘95, el primero de los tres títulos que tuvo a Pekerman como guía desde el banco. O sea, para empezar, el hombre que más seduce a Grondona como técnico contaría con la base de jugadores que dirigió en los dos últimos mundiales para menores de veinte años.
Esta relación preexistente entre el conductor y los futbolistas que pasaron por sus manos es un punto a favor. Pero existe otra razón de peso que, durante la conversación con el dirigente, también quedó expuesta.
–¿Qué hay de cierto con respecto a los nombres que ya se mencionan, como Bianchi o Ruggeri?
–Si me pregunta a mí, de no aceptar Pekerman, pensaría en Bianchi. Y lo de Ruggeri me parece más descabellado. De cualquier modo, no es momento de tener dos directores técnicos. Uno ya es José...
Antes de despedirse y responder lo imaginable –que la sucesión será definida por Grondona–, se escuchó: “No me vaya a mencionar en todo esto”. Y luego la comunicación se cortó. Una vez más quedó claro que, el fútbol argentino, ante una situación crítica como la actual, puede serelevado a un estrato superior, semejante a una razón de Estado. La sucesión de Bielsa se nos antoja tan intrincada como el reemplazo de un ministro de Economía. Ocurrió algo similar en tiempos de Menotti, Bilardo y de otros entrenadores.
Un adiós anunciado
El hombre que condujo a la Selección en el Mundial, y ahora lo ve por televisión desde un campo cercano a Rosario, ya sabía que, cualquiera fuera el desenlace para la Argentina en el torneo, se alejaría del cargo. En el predio que la AFA posee en Ezeiza ahora domina un pavoroso silencio. Aún quedan allí unos cuantos videos que Bielsa acumuló con método y dedicación, como también se recuerda un gesto que tuvo con el personal del lugar.
Faltaban apenas unas horas para que el técnico, sus colaboradores y los dos únicos integrantes del Seleccionado que jugaban en el país, Ariel Ortega y Claudio Husain, viajaran hacia Italia, antes de emprender el último tramo hacia Japón. Ese día, en el campo de deportes trabajaba un puñado de empleados de la AFA y Bielsa se acercó uno por uno para entregarles un regalo. Se despidió y no volvió más al lugar, al menos como técnico de la Selección Nacional (se negó a dar allí la conferencia de prensa del regreso que sí ofreció en el aeropuerto). Ese acto, dotado de un curioso simbolismo, hoy ratificaría que el entrenador ya había tomado la decisión de no continuar antes de empezar el Mundial.
Nunca había digerido la engorrosa situación de volver a discutir los términos económicos de su contrato y, mucho menos, que se difundieran los ingresos que había pactado con la AFA cuando lo firmó. A estas asperezas se agregó la demora en el pago de sus haberes que alcanzó a siete meses. Bielsa, un personaje de convicciones muy profundas, acaso más afuera de la cancha que en su perímetro, se hastió de la situación. Y se lo hizo saber a los dirigentes a través de su contador.
Comenzaba a transitar el país por el espinoso sendero de la devaluación y el “Loco” se mantuvo firme en la postura de cobrar hasta el último dólar que fijaba su vínculo legal. Unos 70 mil por mes que, con el atraso, se habían convertido en 490 mil. La negativa a que le pesificaran los montos a percibir desde enero hasta el 30 de junio –en trece días expira su contrato– puso en un brete a Grondona y al tesorero de la AFA, Héctor Domínguez, quien continuó las negociaciones con el representante de Bielsa en Buenos Aires mientras él se encontraba en el J-Village, su refugio nipón.
Al técnico le habrían abonado 100 mil dólares en los últimos días, a cuenta de la deuda que todavía le resta cobrar. Pero no les resultará sencillo a los dirigentes completarle el pago, sobre todo luego de que el Seleccionado quedó eliminado en la primera ronda, por lo que mermaron los potenciales ingresos que la AFA aspiraba a recibir si llegaba, como mínimo, a meterse entre los cuatro mejores equipos del torneo. En ese caso, la disputa de siete partidos –más allá de que el último se tratara de la final o del simbólico encuentro por el tercer puesto– habría permitido recaudar una suma muy cercana a los 5 millones de dólares. Hoy, sin descontar el premio pactado con los jugadores (el 50 por ciento de las ganancias, deducidos los gastos), la estadía, viajes y protocolo, la Asociación que preside Grondona sumaría un ingreso de 3.363.000 dólares.
Esa cifra está muy alejada de los 8.141.000 dólares que, al cambio, hubiera cobrado la AFA si el equipo conducido por Bielsa levantaba la Copa del Mundo. La FIFA fija los premios en francos suizos que, a medida que se pasa de ronda, se reparten así: primera fase, 1.300.000 por partido; octavos de final, 1.600.000; cuartos de final, 1.800.000; semifinales, 2.000.000; tercer puesto, 2.000.000; subcampeón, 2.250.000 y campeón, 2.500.000.
¿Y si no es Pekerman?
Carlos Bianchi tiene antecedentes abrumadores con relación a los de sus rezagados competidores. El ex técnico de Boca, sin embargo, no ha mantenido una buena relación con el cuerpo técnico de la Selección mientras él ganaba todo con el club. Las lesiones que sufrieron Marcelo Delgado y Guillermo Barros Schelotto, jugando bajo la conducción de Bielsa, colocaron en veredas opuestas al cuerpo médico de la AFA y al entrenador. Pekerman también fue cuestionado por su colega y, desde entonces, la relación –si existió– nunca volvió a ser la misma. De todos modos, a Bianchi lo avala, además de su rica trayectoria como entrenador, el consenso que posee en la gente. Hoy, cualquier muestreo de opinión de los que se propalan en los medios lo ubica a la cabeza de las preferencias. Y, además, algunos miembros del Comité Ejecutivo lo ven con buenos ojos.
Este no es el caso de Oscar Ruggeri, un técnico bastante más joven, sin los antecedentes internacionales de Bianchi, pero sí cercano al paladar de un sector influyente del periodismo televisivo. Podría sostenerse que el ex capitán –símbolo del Seleccionado y ex entrenador de San Lorenzo– tiene un pensamiento futbolístico afín al de Carlos Bilardo, un hombre de quien Grondona guarda el mejor de los recuerdos. Acaso por eso no habría que descartarlo del todo, aunque sus posibilidades sean mínimas. Claro está, en un escenario despejado que, a modo de hipótesis, dejara una nueva negativa de Pekerman a aceptar el cargo más preciado.
Ruggeri, por otra parte, mantiene una relación de mutua simpatía con el presidente de la AFA, es amigo de Humberto Grondona –el hijo de Julio– y trabajó varios años como columnista para Torneos y Competencias, la productora desde la que comenzó a recibir ciertos respaldos cuando aún no se ha definido formalmente la continuidad o no de Bielsa. Otros nombres, lanzados al ruedo sin demasiado sustento, han sido desestimados antes de que levanten vuelo: Héctor Cúper y Ramón Díaz, por ejemplo.
Todo indica que, si Pekerman insinúa un gesto de aprobación, la Selección mayor quedará en sus manos, con el plus que le otorga conocer desde pibes a muchos de los jugadores en condiciones de integrarla. Tampoco es menor el dato que encierran los calendarios internacionales. Recién a principios del 2004 empezará la competencia por los puntos para la Argentina. La Copa América –que se disputará cada cuatro años y cada no dos, como era hasta Colombia 2001– y las eliminatorias sudamericanas están programadas durante ese año. Lo mismo ocurre con el torneo Preolímpico para los Juegos de Atenas 2004.
Es demasiado tiempo el que existe por delante, en la AFA no sobra el dinero y los dirigentes de más peso consideran que la solución la tienen en casa. José Pekerman, el hombre que salió del ostracismo gracias a una apuesta fuerte que realizó Grondona allá por 1994, es el máximo candidato. De perfil bajo, para nada propenso a los escándalos y exitoso en tres mundiales juveniles, hasta mantiene una fluida comunicación con los dirigentes, característica que no reunía Marcelo Bielsa. Por eso, para él es ahora o nunca.

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