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Lunes, 5 de enero de 2009

FúTBOL › RIVER ENFRENTA EL 2009 ELECTORAL SUMIDO EN UNA AGUDA CRISIS INSTITUCIONAL

Obligado a reinventarse a sí mismo

El popular club de Núñez fue el que más entradas vendió en 2008, pero la descapitalización de su plantel, la posibilidad de una cesación de pagos y el descrédito de su dirigencia lo obligan a reconstruirse en lo deportivo, en lo económico y en lo político.

 Por Gustavo Veiga

Con el advenimiento de 2009, River necesita reconstruirse desde las cenizas deportivas, económicas y políticas a que quedó reducido el año pasado. El inédito último puesto en la tabla de posiciones, la descapitalización de su plantel profesional, una situación económica que la oposición ubica al borde de la cesación de pagos y la mínima credibilidad de sus dirigentes (sospechados, entre otras cosas, de prohijar a la barra brava), colocaron al club en la peor emergencia de su historia. ¿Cómo puede salir del agujero en que cayó una de las dos instituciones más populares del país? Transformado en tierra arrasada, no le resultará sencillo. Y menos en un contexto internacional desfavorable, donde a la tradicional fábrica de talentos le resultará muy complicado ubicarlos.

River está forzado a vender los pocos jugadores que le pertenecen, pero a los que devaluó con su pésima campaña en el torneo Apertura. Y si los transfiere, lo hace a grupos empresarios de dudosa procedencia (Río Football Services, Air Photo, Beufort y Balmer SA), que se quedan con la parte del león. Su rico semillero –salió primero en la suma de puntos de todas las categorías– y el incondicional respaldo de sus hinchas –vendió más entradas (360.198) que Boca y el resto en 2008– son lo más preciado que le queda. Pero resulta insuficiente para iniciar la recuperación mientras José María Aguilar y el puñado de fieles que todavía lo acompañan no bajen los gastos (sobre todo en el fútbol profesional) y le entreguen números más decorosos al futuro presidente, que se conocerá allá por diciembre.

Parece una broma del destino, pero River, después del ciclotímico año deportivo en que combinó un título de campeón con el fondo de la tabla, debutará el próximo martes 13 contra Independiente en el torneo de verano. La fecha, si el técnico hubiera sido el cabulero Diego Simeone, sería un despropósito para iniciar un ciclo ganador. Pero en su lugar estará Néstor Gorosito, un técnico que llega en época de vacas flacas, tan flacas que se hace imprescindible el Gordo Cristian Fabbiani, de Newell’s y confeso riverplatense, como el principal refuerzo para alimentar al equipo, aunque la negociación esté caída.

Ver para creer

Hay que estudiar el último balance aprobado entre piña y piña a fines de noviembre para darse cuenta de que las cuentas de River son como un tsunami que espera por el próximo oficialismo. Votado por 70 oficialistas contra 52 opositores, el ejercicio económico 2007-2008 tiene algunas perlas que ningún medio periodístico tomó en cuenta. La salud financiera de las instituciones importa poco cuando hay tantos jugadores y técnicos que son carne de diván.

Entre sopapos oficialistas a dos opositores, la asamblea de representantes aprobó el 28 de noviembre el balance (cerrado al 31 de agosto) y también algunas cuestionadas obras de infraestructura pergeñadas por el vicepresidente 2º, Domingo Díaz. Las agresiones que recibieron el fiscalizador titular por la minoría, Gabriel Corigliano, y el representante de socios, Juan Carlos Provenza, advierten que en River la patota goza de buena salud y que no es necesario integrar la barra para hacerse el guapo. En el ataque habrían intervenido el responsable del registro de socios del club, Luis Mazzulla –un hombre muy cercano al presidente–, y otras personas.

El balance que el aguilarismo consiguió aprobar con cierta holgura arrojó un superávit de 1.525.559 pesos, que resultó inferior al de 2007 ($ 2.816.089). En el ejercicio hay un apartado denominado “Derechos económicos - Situaciones especiales”, donde se detallan el cuestionado acuerdo con el club Locarno de Suiza (del 29 de agosto de 2006) y sus derivaciones, junto con otro más reciente que se firmó con el Villarreal de España el 9 de junio de 2008.

Este convenio involucró el 50 por ciento de los derechos económicos de “los jugadores Matías Abelairas, Gustavo Cabral, Gustavo Bou, Damián Lizio, Maximiliano Oliva y Andrés Ríos en 9 millones de euros netos, pagaderos en tres cuotas iguales y documentadas de 3 millones, cuyos vencimientos operarán en fecha 15 de noviembre de 2008, 15 de febrero y 15 de mayo de 2009. El porcentaje producido neto que origine la operación de venta de los porcentajes de derechos económicos de alguno de los jugadores mencionados precedentemente, será distribuido 50 por ciento para la asociación y 50 por ciento para el Villarreal Club de Fútbol SAD, excepto sobre los siguientes jugadores”, y cita a continuación a Bou, Oliva y Ríos, cuyos pases deberán liquidarse por porcentajes diferentes, ya que hay terceros involucrados.

El caso de Paulo Ferrari es un ejemplo arquetípico de cómo se realizan triangulaciones en el fútbol. Transferido a la empresa Air Photo Publicity SL el 80 por ciento de los derechos económicos del jugador por tres millones de euros, River recibió una nota de esa ignota compañía fechada el 14 de octubre pasado en la que se le comunicaba que “con fecha 9 de octubre de 2008 cedió el contrato y su modificación celebrados oportunamente con la Asociación (por el club) a Beaufort y Balmer SA, por lo cual esta última asume todos los derechos y obligaciones resultantes del contrato de transferencia de derechos económicos y sus modificaciones”.

Es decir que River, para desprenderse de su capitán Ferrari, firmó dos contratos diferentes con Air Photo Publicity y Beaufort y Balmer SA entre agosto y octubre de 2008. Con esta última se trató de un “acuerdo de cancelación por compensación de 2.051.000 dólares correspondiente al saldo del precio adeudado por la Asociación a Beaufort y Balmer SA por la incorporación del jugador Gustavo Cabral y una suma similar adeudada por dicha sociedad a la Asociación en relación con la transacción descripta en el párrafo anterior”.

Conclusión: el balance, en su página 18, describe que “a la fecha de emisión de los presentes estados contables el monto pendiente de cobro por la transferencia de derechos económicos del jugador Paulo Ferrari asciende a aproximadamente 699 mil dólares”. Y agrega que “el producido que origine la venta de los derechos económicos de Paulo Ferrari será distribuido 80 por ciento para Beaufort y Balmer SA y 20 por ciento para el Club Atlético Rosario Central”. O sea que a River poco le quedó del monto original de esta venta, ya que estaba comprometido en una operación anterior que involucraba la cesión de Cabral, cuyo 50 por ciento del pase fue cedido después al Villarreal.

La política de ventas en River continúa siendo la misma desde que lo gobernaban Hugo Santilli, Alfredo Davicce o David Pintado. La diferencia, en todo caso, es que en etapas anteriores había figuras para recaudar dinero y disimular el despilfarro. Otro cuadro del balance (en la página 20) discrimina los porcentajes de aquellos pases donde el club tiene participación junto a diversas instituciones o particulares. La lista incluye a Radamel Falcao (50% de River, 40% del club Deportivo Fair Play colombiano y 10% de Sívori y Asociados SA), a Gonzalo Ludueña (70% de River y 30% de Hugo Gaggero) y al pibe Gastón Gauna (75% de River y 25% de Twenty Two SA), entre otros.

Sívori y Asociados SA, que se dedica a la producción de espectáculos teatrales y musicales, tiene como socios desde 1998 a Néstor Omar Sívori (hijo del recordado Enrique Omar), Juan José Alvarez (ex funcionario duhaldista y ex agente de la SIDE) y Antonio La Regina, ex vocal titular durante el primer gobierno de Aguilar. Los tres, si se vendiera al delantero colombiano, se harían de una suma considerable. Gaggero es el ex funcionario menemista imputado por coimas en el caso IBM-Banco Nación, que espera por un juicio oral más que demorado. Y Twenty Two tiene como presidente a un ex periodista deportivo que es el actual representante de Martín Palermo: Carlos Gustavo Goñi.

Estos son los datos futbolísticos más salientes del último ejercicio, aunque hay otros que también dan pistas de la precaria situación económica. Para acceder a dinero fresco, River tuvo que descontar documentos en distintas entidades financieras, con el alto costo que eso implica. Del balance se desprende que el club lo hizo al 31 de agosto de 2008 por montos que “ascendieron a 5.300.000 y 1.300.000 euros correspondientes a documentos de Villarreal Club de Fútbol SAD (avalados por Pamesa Cerámica SL y/o Fernando Roig Alfonso) y Olimpiakos CFP (avalados por carta de garantía emitida por el Proton Bank), respectivamente”.

El club tiene comprometidos el importe de sus cuotas sociales, el contrato de los derechos televisivos del fútbol y el de la publicidad de Petrobras, ya que se los cedió en garantía al Banco Credicoop. La oposición pidió en la última reunión de Comisión Directiva una baja importante en las primas que cobran los jugadores y las voces más críticas auguran el default de River si no ingresa dinero a la tesorería.

Péguele a Aguilar

A medida que 2008 se le complicaba en todos los planos, el presidente de River se transformó en un punching-ball de esos que cualquier boxeador necesita para entrenarse en el empleo de los puños. De la retórica inclinada a cuestiones más prosaicas, Aguilar pasó de súbito al discurso jurídico en su propia defensa, comprometido como estuvo en medio de la sangrienta interna entre barrabravas. Hoy, y por si acaso, un patrullero custodia de cerca su vivienda ubicada en el recoleto barrio de Coghlan, sobre la calle Pedro Ignacio Rivera. Y el abogado que ya no responde los llamados a su celular, como en épocas más calmas, se convirtió en una especie de Carlos Corach futbolero, ese político decadente que solía dar improvisadas conferencias de prensa en la puerta de su casa ante inquietos movileros. Al ex ministro menemista le preguntaban por un gobierno en franco declive y al dirigente, por los padecimientos de River.

Cualquiera de los dirigentes (o aspirantes a serlo) que sea consultado sobre su gestión lo hace en tono crítico y describe el presente del club con pesimismo. Horacio Roncagliolo es el más duro de todos. Cree que River está al borde de la cesación de pagos y da cifras para respaldarse: “El déficit operativo mensual ya debe rondar los 9 millones de pesos. Hoy, por algunos datos que me llegan de los proveedores, el club está técnicamente en default. El 2008 que acaba de terminar marcó una etapa que no tuvo antecedentes históricos en lo deportivo, económico e institucional”.

Antonio Caselli, uno de los candidatos presidenciales que ya se lanzó a la sucesión de Aguilar, le dijo a Líbero desde Uruguay: “El 2008 fue un año raro. Si bien River salió campeón, terminó con un sabor amargo porque salir último por primera vez en la historia es un estigma que no nos sacaremos más. Algunos dirigentes no tomaron conciencia de que el equipo finalizó último y que esto fue consecuencia de ocho o diez años de compras y ventas muy malas. Hoy ningún ídolo quiere volver al club. Y aunque yo no creo en el default, me comentaron que existe una deuda muy grande con intermediarios y jugadores”.

El vocal opositor Andrés Ballota apunta a un cuadro internacional desfavorable para la institución: “Aunque la contratación de Gorosito refuerza la línea de austeridad económica, River tiene serios problemas por los altos gastos fijos de su presupuesto, de los cuales unos 60 millones son del fútbol. Además, como en el mundo están quebrando determinados sponsors y como no habrá aumentos de la televisión, de alguna manera se tienen que bajar los costos. Una reducción muy grande del plantel actual podría ser la fórmula”.

El empresario Carlos Avila piensa lanzarse formalmente a la presidencia de River, asesorado por la consultora Capurro y Asociados. Para el hombre que asociado a la AFA manejó el fútbol argentino durante algo más de veinte años, el 2008 que acaba de culminar “fue muy triste porque terminamos últimos y primeros en recaudación. Al presidente Aguilar le explotó todo en su segunda gestión, como le pasó a Menem. Hoy no tenemos referentes en el club como tiene Boca: Riquelme, Palermo, Ibarra. Estaba Ortega, pero todavía sigue exiliado”.

Cuentan que en la última reunión de Comisión Directiva, cuando River ya había salido último y Boca todavía no tenía su 23º título en las vitrinas, Aguilar se mostró “como si nada hubiera pasado”. Durante estos siete años de conducción, flaco favor le hizo a esa progresía que había escuchado con atención su voz distinta en varios foros donde se lo presentó como el gurú de un modelo social avanzado. La realidad indica otra cosa: el presidente se reveló como un incapaz que no tiene estatura política, ni siquiera para rivalizar con quien pretendió elegir como antagonista de una puja glamorosa: Mauricio Macri. Los títulos de Boca depositaron al empresario en el gobierno porteño. Los desaciertos en serie del abogado Aguilar transformaron a su club en una caricatura desprestigiada. La rica historia de River no lo merecía.

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Una situación varias veces repetida en 2008. El fútbol puede empezar a cambiar la realidad con la era Gorosito.
 
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