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Lunes, 9 de marzo de 2009

FúTBOL › CENTRAL VENCIó DESPUéS DE OCHO FECHAS

Elogio de la réplica

El tercer gol de la victoria sobre San Lorenzo, fabricado a partir de un rechazo del arquero y cimentado en una enorme jugada individual de Zelaya, resultó ser la joya de la noche en Arroyito.

La jugada quedará grabada en la memoria de los veteranos hinchas de Central, en el dolor de los fanáticos de San Lorenzo y hasta es probable que se reitere con tiza en los pizarrones de las escuelas de técnicos. Que haya tenido lugar la misma tarde en que Reinaldo Merlo hacía su presentación oficial como entrenador del equipo de Arroyito parece casualidad, y acaso está más vinculada con el físico portentoso de Zelaya que con la planificación todavía incipiente.

Iban 55 minutos, cuando Aureliano Torres se dispuso a ejecutar un tiro libre en ataque para San Lorenzo, cerca del área local. El equipo visitante buscaba de manera denodada el empate, porque Central se lo había dado vuelta. Después de la apertura del marcador por parte de Ledesma (que recibió de Aureliano Torres y sacó un remate bajo desde 35 metros que se le coló a Broun por el palo derecho) y del cabezazo de Guillermo Burdisso en el punto del penal, Zelaya había superado en la carrera a Bottinelli y tocado ante la salida de Centeno para poner en ventaja –quizás un premio excesivo por lo sucedido en el primer tiempo– al equipo de Merlo.

Pero ahí iba San Lorenzo, y allí arriba se quedaba impotente cuando después del centro de Torres, Broun despejó con los puños. La dinámica de la jugada habrá que repasarla mirando el cronómetro, el puñado de segundos en que, a partir del rechazo del arquero, Zelaya electrizó con su corrida frenética al estadio de Arroyito.

La pelota salió volada hacia el mediocampo, mientras los jugadores visitantes se acomodaban al impacto, a la cancha amplia abierta a sus espaldas, a la profundidad del pique que el delantero de Central sacó de sus botines. Arrancó Zelaya entonces por la derecha y el primer obstáculo que se le apareció a la carrera fue Rivero, uno de los pocos jugadores que habían quedado en la retaguardia.

Pero la diferencia de velocidad era tan grande que Zelaya se animó a hacer la del potrero, a tirarle la pelota por un costado, a pasar al rival por el otro y a tirarle el cuerpo para ganarle la posición. Allí, entonces, enderezó la carrera, cortó una diagonal más evidente, le puso proa al arco de Centeno. Salió a cerrarlo Bottinelli, pero el delantero ya era una tromba demoledora, y casi que ni sus propios compañeros podían alcanzarlo. El defensor pasó de largo, y entonces pareció ser momento de la desesperación del arquero, del achique irremediable. Sobre todo porque, por el medio, se cernía la figura de Méndez, que había podido seguir a los tumbos la carrera de Zelaya, ávido por servir para la descarga. El atacante levantó la cabeza, lo vio, lo habilitó y salió gritando. Habían pasado seis, siete, ocho segundos desde el arranque de la maniobra. Merece figurar en los libros de texto, en los manuales sobre contragolpe, en cualquier oda a la réplica exquisita. Sobre todo porque le permitió a Central, en el debut de Merlo como entrenador, cortar una racha de ocho partidos sin victorias.


Estadio: Central.

Arbitro: Javier Collado.

Goles: 30m, Ledesma (SL); 38m, Burdisso (C); 45m, Zelaya (C); 57m, Méndez (C).

Cambios: 27m, Bianchi Arce por Tula (SL); 60m, Vizcarra por Zelaya (C); 62m, Silvera por Santana (SL); 75m, J. Torres por Ledesma (SL); 87m, Choy González por Jesús Méndez (C); 90m, Franzoia por Caraglio (C).

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Emilio Zelaya a punto de anotar el segundo tanto de Central, que se reencontró con la victoria
Imagen: Télam
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