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Lunes, 25 de mayo de 2009

FúTBOL › EN EL MOMENTO EN QUE PEOR LA PASABA, EL EQUIPO DE GARECA APROVECHO UN ERROR Y LO LIQUIDO

Vélez se calienta con leña del árbol caído

Sobre llovido (eliminación en la Copa), mojado (nueva derrota en el campeonato). A Boca no le sale una. Ayer estaba jugando mejor, cuando Vélez lo sacudió en dos minutos. Fue, seguramente, el último partido de Ischia.

 Por Juan José Panno

Hasta los 17 minutos del segundo tiempo, había en las tarjetas de los jurados una pequeña ventaja en favor de Boca. La explicación es que, en los pasajes anteriores a ese momento clave, el equipo de Ischia había mostrado voluntad de ir al frente y de plantarse en el centro, dominando la escena. Es que, después de un inicio vacilante, los visitantes se dieron cuenta de que Vélez se iba en insinuaciones; que amenazaba mucho más de lo que golpeaba; que no encontraba profundidad y, a medida que pasaba el tiempo, irritaba a su fácilmente irritable platea.

A los 17 minutos del segundo tiempo, Boca, que había llegado a este partido a los tumbos después de perder la clasificación a los cuartos de la Copa Libertadores en la mismísima Bombonera, había recompuesto su figura con algunas situaciones de gol muy claras: remate de Palermo en el palo; gran atajada de Montoya ante un cabezazo de Vargas; cabezazo de Palacio rozando un palo; buena contención en dos tiempos de Montoya ante un tiro de Krupoviesa; remate a colocar de Chávez que hizo salir la pelota muy cerca. Todas esas acciones se habían producido entre los 35 minutos del primer tiempo y los 15 del segundo. La mirada puesta exclusivamente en ese lapso abría paso a interrogantes de este tipo: ¿qué le anda pasando a Vélez? ¿Entró en el tobogán? ¿Pierde precisión cuando el equipo toma mejor las marcas y distribuye ordenadamente a sus jugadores? ¿Se queda sin juego si Moralez no funciona? ¿Le entró el pánico en las instancias finales? ¿Por qué cedió el dominio del juego si en el arranque del partido había jugado mucho mejor que Boca y había arrimado peligro en varias jugadas, entre las que hay que anotar un remate de Cubero en el travesaño?

Los fantasmas que sobrevolaban el Fortín desaparecieron de golpe, de un golpe tremendo. Cayó una pelota llovida sobre la mitad del área de Boca. Cáceres pensó que era de Abbondanzieri, Abbondanzieri pensó que era de Cáceres y Hernán Rodrigo López no se lo pensó dos veces y le dio como venía, al cuerpo del arquero de Boca, que no pudo cerrar las piernas. Golpe de nocaut.

A Boca le dieron el pase, pero no sabía bien dónde estaba parado y fue a buscar con la guardia baja, con la defensa resquebrajada. Naturalmente, Vélez lo embocó en la primera de cambio con un toque de Cristaldo mano a mano con el arquero, que esta vez no tuvo nada que ver ni que hacer. En un minuto y medio, Vélez reconstruyó su figura y sus hinchas más enfermos, los que más insultaban a los jugadores, volvieron a entonar cantos que auguran campeonatos. En un minuto y medio se acabó la pelea y de ahí en adelante Vélez se dedicó a caminar la cancha, a lucirse con algunas fintas técnicas, entrando y saliendo ante un rival desconcertado que encima se quedó con uno menos por la expulsión de Forlín, por meter un codazo.

Con la chapa puesta puede pensarse que Gareca acertó con los cambios, porque Cristaldo hizo un gol y Martínez no desentonó. Con la chapa puesta puede creerse que Ischia no hizo un buen planteo; que eso de poner tres delanteros hizo que se abusara del pelotazo y se perdiera la lucha del medio en la primera media hora de juego. Pero más allá de la chapa, méritos y tarjetas de los jurados, queda claro que Boca, en una sola jugada, puso la cara tontamente y perdió. Por nocaut.

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Hernán Rodrigo López se prepara para rematar después del error de Cáceres: será el primer gol de Vélez.
Imagen: Jorge Larrosa
 
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