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Lunes, 10 de mayo de 2010

FúTBOL › ARGENTINOS SUPERó SOBRE LA HORA A INDEPENDIENTE, EN EL MEJOR ENCUENTRO DEL CLAUSURA

Gracias, fútbol, por partidos como éste

Lo tuvo todo: emociones, juego, muchos goles y la carga de decidir prácticamente un campeonato. El equipo de Borghi pasó de un 1-0 a un 1-3, para terminar en un 4-3 en tiempo de descuento que lo deja puntero cuando queda una sola fecha.

 Por Adrián De Benedictis

Cuando las lágrimas aparecen en los instantes de euforia, reflejan una alegría desbordante. Como para afirmar aún más que esos sentimientos son genuinos. Y así los sueños, la ilusión y el delirio no logran detenerse, y se agrandan hasta límites extremos. Porque el llanto que dejó ver en su rostro un socio de Argentinos, ya cercano a los 70 años, fue la mejor prueba de que el barrio de La Paternal vive un momento de éxtasis por estas horas. La hazaña lograda ayer ante Independiente, revirtiendo un resultado con dos goles de diferencia y en tiempo adicional, provocó que ese hombre descubra a su edad que también puede ser envuelto por una emoción difícil de controlar. Su equipo se ubicó en soledad en la cima de la tabla, y el domingo próximo puede repetir los festejos que él mismo vivió allá por 1985.

El vitalicio, que tiene su ubicación en la platea media sobre la calle Gavilán, que festejó ayer los goles de Pavlovich, de Sabia, y explotó con el cuarto de Caruzzo, también gritó fuerte los que convertía a fines de los ’70 el máximo exponente de la institución, Diego Maradona.

Precisamente el ahora técnico del seleccionado argentino no pudo compartir semejante explosión con este hincha fiel, ya que se retiró del estadio que lleva su nombre cuando el conjunto local perdía 3-2. Después de ver el juego desde uno de los palcos, dicen que Maradona cerró su puño derecho cuando estaba subiendo al auto, debido a que Sabia había marcado la igualdad en tres.

Los propios jugadores de Argentinos recibieron esa carga emocional desde afuera de la cancha, y cuando el árbitro marcó el final se abrazaron fuerte en la mitad de la cancha para tratar de entender lo que habían logrado un rato antes. Fue una reacción espontánea del plantel dirigido por Claudio Borghi, quien, a diferencia de lo que muestran otros entrenadores durante los partidos, observa el desarrollo con una serenidad elogiable.

Y de la misma manera que lo hizo ante San Lorenzo, el conductor volvió a tener un aporte importante. La decisión de incluir a Federico Domínguez y a Canuto para volcar el juego por los costados fue decisiva. Si bien Argentinos respalda su andamiaje en la circulación de la pelota con la agrupación de sus futbolistas, Borghi se dio cuenta ayer de que no se podía lograr ese sistema ante los de Avellaneda, y eligió el desborde para después enviar la pelota al área en la búsqueda de los que llegaban por el otro sector. De esa manera llegó el descuento para acercarse a un gol (2–3), y las jugadas de los dos tantos posteriores también se iniciaron con acciones por los laterales.

Todo lo contrario le sucedió a Américo Gallego, que cuando se encontraba primero con la diferencia de un gol (2-1), reemplazó a Fredes, que estaba provocando peligro constante por la derecha, por el centrocampista Godoy; y cuando habían marcado el tercer tanto hizo salir al que era el más destacado hasta ese momento (Núñez), por el defensor Vallés. El castigo para Gallego terminó siendo letal, y hasta podría costarle el cargo (ver aparte).

Con toda esa adrenalina, “El semillero del mundo”, como se lo identifica a Argentinos por la gran cantidad de jugadores surgidos de esa entidad, está de nuevo golpeándole la puerta a la gloria. Algo que aquel hombre conoce bien de cerca.


Estadio: Argentinos.

Arbitro: Carlos Maglio.

Goles: 26 y 72m Pavlovich (A); 27 y 66m Núñez (I); 47m Gandín (I); 89m Sabia (A); 90m Caruzzo (A).

Cambios: 18m, Ojeda (6) por Peric (A); 21m, Gandín (5) por Silvera (I); 51m, F. Domínguez (6) por Raymonda (A); 54m, Godoy (5) por Fredes (I); 63m, Canuto por Prósperi (A); 71m, Vallés por Núñez (I).

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Argentinos festeja el cuarto gol en el tiempo de descuento, mientres Tuzzio y Gabbarini (de espalda) no pueden creerlo.
Imagen: Julio Martín Mancini
 
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