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Lunes, 31 de mayo de 2010

FúTBOL › DIEGO MARADONA LES PRESTA ATENCIóN A TODOS LOS DETALLES EN LA UNIVERSIDAD DE PRETORIA

Una cuestión de bidet o muerte

“Don Julio está entregado, y ante cada nueva exigencia dice: ‘Que haga lo que quiera’”, confió una fuente cercana al mandamás de la Asociación del Fútbol Argentino. El entrenador quiere un juego y jugadores pulcros.

 Por Gustavo Veiga

Un Mundial es un planeta a cuyo alrededor giran varios satélites. Si Maradona es el satélite mayor, Messi lo sigue a la par y en el HPC (High Performance Centre) de la Universidad de Pretoria que los recibió se congratularon de sus presencias. Seguro que van a divertirse más con Diego y sus jugadores que con los italianos o ingleses que pretendían el mismo lugar. Pero ya se atajaron: “Estamos deslumbrados, nunca pensamos que un jugador como Messi iba a alojarse aquí, aunque seguramente será más fácil de contentar que al propio Maradona”. Las palabras de bienvenida son de Colin Stier, el gerente de ese centro de alto rendimiento, la casa de los Springboks, el mismo que comentó cuál fue la última exigencia del técnico: un bidet calefaccionado que, según el diario sudafricano Sunday Times, cuesta 358 euros. El dispositivo promocionado como “el mejor asiento de baño del mundo” se vende en la página web www.sandman.com. Un señor gordito de Chicago, Estados Unidos, es el vendedor y comenta sus distintos usos en un video. El tema se transformó en la comidilla de los medios internacionales, que describieron los hábitos higiénicos del hombre que prometió dar vueltas al Obelisco desnudo si la Selección gana el título. “Me pongo en bolas”, aseguró.

Esa pretensión no es la única que se le atribuye a Maradona. El diario deportivo As, de Madrid, las comentó en marzo pasado. En su artículo informó que había requerido cambios o agregados en las habitaciones que ahora ocupan sus futbolistas en un predio de 76 hectáreas. Desde baños con hidromasajes hasta televisores de proporciones considerables (LCD). Al parecer, en la universidad había sencillos aparatos de TV. Diego solicitó que los reemplazaran.

En la AFA desmintieron en su momento la información del diario español, que no tardó en confirmarse. “Es mentira la idea de colocar un jacuzzi en cada habitación”, comentaron en la asociación. Pero una fuente muy cercana al presidente Julio Grondona, que pidió reserva de su nombre, describió que el viejo dirigente se fastidió con los pedidos del técnico. Uno de ellos habría sido que voltearan una pared para agrandar las dimensiones de su habitación. Otro, que en lugar de manteles coloridos, los jugadores almorzaran y cenaran con manteles blancos. “Don Julio está entregado a Diego, como quien dice: ‘Hacé lo que quieras’”, confió el mismo informante.

Las veleidades de Diego, más esperables de un figurín como Ricardo Fort, no terminan ahí. Un especialista en seguridad deportiva le dijo a Líbero que no quiso llevar en la delegación al comisario Carlos Alberto Capuchetti, el hombre que custodia que todo esté en orden en la AFA, menos en la Selección. Maradona no lo digiere. Por eso viajará en su lugar el inspector Pablo Damián Fernández Toucido, un lugarteniente del ex comisario de la Policía Federal.

Capuchetti es recordado por una serie de curiosas y violentas situaciones en esa fuerza. Tropezó con la manguera de una autombomba, se cayó al suelo y quedó lesionado en la zona de Plaza de Mayo durante los trágicos sucesos de diciembre de 2001. Pese a ese contratiempo, continuó en el mismo cargo en aquellos momentos de extrema tensión política y social. Cinco meses después del asesinato de los piqueteros Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, intentó cachear a 12 mil manifestantes que marchaban desde Avellaneda hacia el centro para pedir justicia, siguiendo órdenes de la jueza María Romilda Servini de Cubría. También fue uno de los responsables de la represión a los trabajadores y militantes que ocupaban la toma de la textil Brukman, en el barrio de Once.

Muy lejos de esos lugares tan conocidos de Buenos Aires, en el suburbio de Hatfield, se levanta la Universidad de Pretoria, donde ya descansa la Selección Nacional. Tiene 60 habitaciones reservadas, todo lo necesario para disfrutar de una estadía anhelada y, a falta de un comisario como Capuchetti, seis policías federales exigidos por la FIFA que se encargan de la seguridad en un predio donde los recibieron con la bandera celeste y blanca izada, muy cerca de la embajada argentina.

Maradona puede dormir tranquilo. Al menos hasta que comience a rodar la pelota Jabulani con la que se jugará el Mundial y de la que se quejan todos los arqueros. Julio César, el de Brasil, dice que parece comprada en un supermercado.

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Imagen: Télam
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