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Lunes, 27 de septiembre de 2010

FúTBOL › TIGRE Y RACING CUMPLIERON LO PROMETIDO, A JUZGAR POR EL DESARROLLO DE LOS 90 MINUTOS

Más vale no perder que arriesgar

Si se trataba de sostener rachas sin derrota ni goles en contra, les salió a la perfección. De fútbol se vio muy poco y en el pobre panorama se destacó el delantero balcarceño Telechea, que generó las pocas situaciones de peligro que hubo.

Los temores por no perder se impusieron a las ganas de triunfar. Por eso el 0-0 califica al empate que protagonizaron Tigre y Racing en Victoria. Con muy pocas ambiciones, sin asumir ningún riesgo y con la única premisa de esperar algún error rival para ver si asomaba alguna chance de peligro, ninguno de los dos merecía llevarse algo más que el puntito.

No siempre los esquemas tácticos reflejan lo que luego los equipos demuestran en el campo. Si en la teoría hay pocos jugadores de ataque, pero en la práctica los volantes terminan pisando con asiduidad el área rival, el dibujo especulativo en teoría puede quedar en un segundo plano. Sin embargo, las pretensiones que tenían Tigre y Racing desde el mensaje de sus entrenadores quedaron expuestas con sólo repasar las formaciones que presentaron. Dos líneas de cuatro, un media punta y un único delantero no invitaban a demasiadas expectativas. Y sobre el campo la realidad fue todavía peor, ya que los jugadores ofensivos de cada equipo quedaron aislados de sus compañeros, muy lejos de poder asociarse y expuestos a una inferioridad numérica alarmante.

Con ese panorama no resultó difícil imaginarse el desarrollo: un defensor sacaba un pelotazo a dividir, todos los volantes agrupados a corrían a buscar el rebote y, a partir de la segunda jugada, se intentaba generar algo de fútbol. Del otro lado, la idea era similar. Entonces, bajo esas condiciones, obviamente, producir un poco de juego resultó casi imposible. Casi todo estuvo limitado a la fricción, al choque, a la infracción sistemática para no dejar armar un circuito ofensivo...

Dentro de ese contexto, Tigre tuvo a Telechea como su mejor arma. A espaldas de los volantes de Racing, el balcarceño encontró una pequeña grieta que le sirvió para generar las dos ocasiones más claras del equipo de Caruso Lombardi. En el primer tiempo sacó un derechazo desde lejos que De Olivera desvió al corner. Y en la segunda mitad recibió de Stracqualursi y probó desde el borde del área, pero el travesaño devolvió el remate. Por el lado de Racing, más allá de algunos toques de distinción de Moreno, lo más productivo quedó en los pies de Lugüercio, que en soledad se las ingenió para complicar por la derecha, aunque siempre se topó con el seguro Ardente.

Si el trámite era malo cuando los dos todavía se ilusionaban con un triunfo, definitivamente se tornó insoportable cuando ambos se fueron conformando con el empate. Ni siquiera los entrenadores se animaron a cambiar algo, ya que las variantes que plantearon fueron de nombre por nombre y hasta se guardaron una por bando. Riesgo cero. Así, como ninguno de los futbolistas se rebeló a lo estipulado, el empate fue una consecuencia de lo que planificaron Caruso Lombardi y Russo, que podrán celebrar el logro. Eso sí: los hinchas que llegaron a Victoria se fueron a sus casas con gusto a nada, con un punto que suma poco, pero que les sirve a los entrenadores para aumentar rachas sin derrotas y sin goles en contra.


Estadio: Tigre.

Arbitro: Federico Beligoy.

Cambios: 68m, Morales por Telechea (T); 74m, Hauche por Lugüercio (R); 80m, Trombetta por Cáceres (T); 83m, Benítez por Lluy (R).

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Ballet de Lugüercio con Ribair Rodríguez. Hubo poco para ver en Tigre.
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