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Lunes, 18 de junio de 2012

FúTBOL › EL BOCA DEL CLAUSURA ES MUY DIFERENTE DEL QUE JUEGA EL TORNEO CONTINENTAL

La Libertadores pasó a ser el objetivo

El sueño de la Triple Corona no era más que eso, según parecen indicar los últimos dos partidos en el Clausura, en el que el equipo de Falcioni sacó un solo punto de seis posibles. Los hinchas piden ahora que al menos consigan la Copa.

 Por Facundo Martínez

Entre el Boca que jugó ayer contra Arsenal y el que el último jueves jugó en la Bombonera ante Universidad de Chile por las semifinales de la Copa Libertadores hubo un abismo, quizá el mismo que se abrió a mediados de mayo tras el partido frente a Unión Española, y el encuentro ante Vélez, aunque éste terminó empatado sin goles y no con una derrota fulmimante como la que sufrió ayer frente al equipo de Gustavo Alfaro.

El jueves último, la Bombonera explotó de goce por un equipo local que jugó de maravillas ante un muy buen rival, que encima llegaba bien entonado. Ayer, sin bruma ni fuegos artificiales, los hinchas no daban crédito a lo que veían dentro del campo de juego: un equipo confundido, errático y superado claramente por un rival al que, para colmo, le alcanzaba con ir soltando sus recursos a cuentagotas.

Es cierto que la formación que presentó Falcioni no era la misma que borró de la cancha a los chilenos dirigidos por el rosarino Jorge Sampaoli. No estuvieron Erviti –clave en la noche del jueves– ni Silva, cuya presencia le da otro peso al ataque, ni Mouche, aunque éste terminó ingresando por Insaurralde en la primera parte, cuando el defensor debió salir por lesión y Boca ya sufría horrores ante los de Sarandí; tampoco estuvo Ledesma, quien de todas maneras no había tenido un buen partido ante la U.

El problema de ayer fue que, a las ausencias que planificó el DT, se le sumaron el cansancio que evidenciaron Riquelme, Somoza y Schiavi, tres jugadores clave en el equipo y que ayer fueron apenas un pobre bosquejo de sí mismos. Riquelme le puso ganas, pero no encontró nunca descarga hacia los costados, donde ni Sánchez Miño ni Chávez entraban en su sintonía, y fue como si se le hubiese nublado la vista; Somoza fue superado en el medio y también entregaba mal, con lo que exponía a sus compañeros a las contras de Arsenal, su arma predilecta; Schiavi, irreconocible como el doctor Jekyll y mister Hyde, no sólo estuvo lejos de extirpar pelotas a sus rivales o de ser patrón del área, sino que tuvo que moverse unos metros más arriba, donde los años pesan, y terminó teniendo responsabilidad directa en dos de los tres goles que anotó Arsenal: en el primero se le escapó Zelaya y en el tercero cabeceó para atrás y terminó perdiendo la posición frente a Leguizamón.

Como después del impensado empate con Banfield, resulta evidente que el sueño de Boca de la triple corona no era más que eso. Al fin y al cabo, Boca anunció una cosa y terminó haciendo otra; pretendió dar batalla en el Clausura pero con los cañones apuntando al continente, a la Copa, y no precisamente a la Copa Argentina, a cuya final llegó con más fortuna que fútbol. Aunque las matemáticas todavía le dejen una puerta abierta al equipo de Falcioni, bajo el tremendo frío que cubrió anoche la Bombonera, los hinchas expresaron sus prioridades: “aunque no salgas campeón, el sentimiento no se termina”, empezaron cantando para terminar pidiendo “la Libertadores”.


Estadio: Boca

Arbitro: Germán Delfino

Goles: 1m, Zelaya (A); 37m y 57m, Leguizamón (A)

Cambios: 39m, Mouche (5) por Insaurralde (B); 60m, Viatri por Cvitanich (B); 68m, Benedetto por Leguizamón (A); 73m, Esmerado por Aguirre (A); 77m, Ledesma por Somoza; 86m, Caffa por Ortiz (A).

Incidencia: 84m, expulsado Sosa (B).

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Leguizamón remata el partido con el tercer gol de Arsenal, el segundo de su cosecha.
Imagen: Télam
 
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