El silencio con el que el Monumental despidió a River en el momento en el que Mauro Vigliano pitó el final del partido no resultó justo con la producción que había tenido el conjunto de Almeyda a lo largo del encuentro. Como hacía mucho tiempo que no pasaba, River, por momentos, fue un equipo arrollador, que minimizó a un muy buen rival como Newell’s y, además, encontró a un delantero que mostró pasta en su primer partido como titular: Rodrigo Mora. Sólo un prisma exclusivamente resultadista dejó expuesto a un equipo que pagó demasiado caro un par de desatenciones. El 3-3 final terminó siendo un buen botín para Newell’s, que supo sacarle provecho a los ratitos de dominio que le permitió River.

Si se pudiera diseccionar el partido en distintas tramos, los diferentes cortes mostrarían a un River dominante y peligroso en al menos una hora de partido. Salvo los primeros quince, cuando Newell’s sorprendió con la pelota a espaldas de Ponzio y dejó expuesta a la última línea, y los últimos quince, cuando la ráfaga de dos goles de Scocco le sacó de un plumazo todo lo que había construido, River mostró su mejor versión en muchísimo tiempo. Con Mora como líder futbolístico, a partir de una gambeta productiva, mezcla de habilidad y picardía, encontró un socio perfecto para Trezeguet, que lució mucho más activo que los partidos anteriores. Y también sirvió para que Gabriel Funes Mori se soltara más por la izquierda, donde expuso su potencia para desequilibrar.

River se mostró como esos noqueadores de mandíbula frágil, capaces de voltear a cualquier muñeco con sus puños, pero de irse a la lona ante la primera trompada bien colocada. Ya al minuto Barovero había sufrido un mano a mano con Figueroa, que definió muy mal luego de un gran pase de Pablo Pérez a espaldas de Mercado. Y por eso no fue sorpresa el 1-0, cuando Pérez aprovechó un rebote del arquero, tras un potente remate de Scocco. Pero con sus atacantes encendidos, River pudo disimular esos desajustes que parecen crónicos de mitad de campo para atrás.

Trezeguet, que venía atravesado con el arco, sacó una volea inatajable para vencer a Guzmán luego de que Mora le peinara la pelota en el primer palo y, un ratito después, el uruguayo se avivó de lo mal parado que estaba el arquero para sorprenderlo con un remate al primer palo. En un ratito, River había cambiado el resultado y, sobre todo, el estado de ánimo. A partir de allí mostró un dominio claro, con llegada en el área rival, con chances de gol y con esa sensación de superioridad que pocas veces pudo ejercer en los últimos tiempos. El tercero de Funes Mori parecía acomodar mejor el resultado al desarrollo.

Claro que al noqueador le encontraron la pera en su mejor momento. Un error de Sánchez en un cierre terminó en una mano que Scocco supo aprovechar para marcar el descuento de penal. Y entonces los rosarinos, que habían sido claramente superados, salieron de las cuerdas para conectar otro golpe ganador: tras una gran maniobra colectiva, Pérez le bajó la pelota a Scocco, que no dudó y sacó un tremendo derechazo que dejó sin oposición a Barovero.

De ahí al final la pelea fue franca, golpe por golpe dirían los relatores boxísticos. River pudo llegar al nocaut a través de Funes Mori, que definió muy mal un mano a mano, o pudo irse al piso por toda la cuenta si Vigliano pitaba un penal del otro mellizo sobre Scocco. Pero nada de eso pasó. Por eso, ese silencio final del Monumental, en la mejor producción de River en mucho tiempo.

Estadio: River.

Arbitro: Mauro Vigliano.

Goles: 11m Pérez (N); 20m Trezeguet (R); 23m Mora (R); 67m G. Funes Mori (R); 70m y 73m Scocco (N), el primero de penal.

Cambios: 36m Aguirre (6) por Mercado (R); 45m C. Díaz (5) por Casco (N); 59m Bernardi (6) por V. López (N) y Tonso (6) por Figueroa (N); 79m Villalva por Mora (R); 83m Lanzini por Rojas (R).